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Diez curiosas anécdotas de famosos escritores (2)

Tras la buena acogida de la entrada sobre “Diez curiosas anécdotas de famosos escritores (1)” que publiqué hace un par de semanas, de la serie de post sobre diferentes colectivos de personajes  famosos (filósofos, matemáticos, pintores , físicos, monarcas y políticos 1 y 2), hoy traigo la segunda parte dedicada a los escritores.

Espero que sean de vuestro agrado, tal y como lo han sido las anteriores.

 

La costumbre de llegar tarde al trabajo

Durante sus años de juventud y debido a un grave apuro económico familiar, el poeta y posteriormente cronista de la Villa de Madrid, Emilio Carrere entró a trabajar en el Tribunal de cuentas por recomendación de su padre (del que era hijo ilegítimo).

Carrere nunca destacó por su amor al trabajo administrativo, lo que lo llevó a ser impuntual a la hora de entrar a trabajar.

Cierto día fue llamado al despacho de su jefe inmediato que le dijo:

-Mire usted, Carrere, con esa manía de retrasarse, va a llegar un momento en el que se presentará usted todos los días al día siguiente

 

Enemigos íntimos

Conocida fue la relación amorosa que hubo entre Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós, pero también de dominio público la enemistad que llegaron a profesarse ambos.

En cierta ocasión, siendo ya mayores se encontraron accidentalmente en unas escaleras. Él subía jadeante y ella empezó a bajarla.

Mientras se cruzaban ella le espetó:

-Adiós, viejo chocho

Pero tal y como lo soltó se dio cuenta que le había puesto en bandeja una magistral contestación a una de las mentes más brillantes de la literatura. Pardo Bazán aceleró el pasó escaleras abajo, pero le dio tiempo a escuchar la réplica de su viejo e íntimo enemigo:

-Adiós, chocho viejo

 

Una obra inédita

Tristan Bernard acudió a la representación de una comedia suya en un pequeño pueblo francés.

El primer actor se inventó tanto texto que cuando al final de la obra se encontró con el autor, se disculpó diciendo:

-Ha de perdonar si cambié algunas cosas. Es que no he tenido tiempo de aprenderme el papel.

-¿Perdonar? ¡Si me ha encantado!- dijo Bernard –Le ruego me dé por escrito todo lo que ha cambiado. Es que me piden una comedia en París. No tengo ninguna y les daría esta. Es imposible reconocerla.

 

Un Nobel gruñón

El Premio Nobel de literatura, John Steinbeck acudió al otorrino aquejado de una sinusitis.

Tras un tiempo de tratamiento el médico le comentó al ver su recuperación:

-Estupendo, ahora usted podrá hablar bien de nuevo.

-Yo no hablo doctor, yo gruño- le espetó el escritor.

-Pues a partir de ahora, podrá usted gruñir mucho mejor, no lo dude.

 

El envidiado Cánovas del Castillo

Ramón de Campoamor recibió en cierta ocasión una invitación para acudir a comer a casa de, el entonces presidente del Gobierno español, Antonio Cánovas del Castillo.

El poeta no podía asistir y para excusarse le envió una nota de disculpa al anfitrión que finalizaba de la siguiente manera:

«Recuerdos a don Antonio, a quienes unos envidian el talento, otros la casa y todos la mujer»

 

Los años pasan para todos

El político y escritor gaditano del siglo XIX, Antonio Alcalá Galiano se encontró con una conocida a la que no veía desde hacía más de veinte años y ésta le espetó:

-Don Antonio, le encuentro muy viejo.

Él la observó y contestó:

-Tampoco usted está más joven. Le ocurre lo que a los que se embarcan por vez primera: que cuando el barco comienza su singladura les parece que es la tierra la que se va de ellos, y que ellos no se mueven.

 

Teorías sobre los hijos

John Wilmot, 2º Conde de Rochester era conocido por ser un escritor satírico, escéptico y cínico. Sus comentarios irónicos era algo que divertía a los que le rodeaban.

En cierta ocasión dijo:

-Antes de casarme tenía seis teorías sobre cómo educar a los niños. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría.

 

Borges y los caníbales

En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo:

-¿En su país todavía hay caníbales?

-Ya no, – contestó Borges -nos los comimos a todos.

 

La disculpa de Kafka

El escritor Franz Kafka acudió una tarde a visitar a un amigo pero, sin querer, al llegar despertó al padre de éste, que dormía en un diván.

Con los brazos en alto, como para disculparse, atravesó la estancia de puntillas, susurrándole al anciano:

-Perdone, considéreme un sueño.

 

Knut Hamsun y el idioma francés

El escritor noruego Knut Hamsun (Nobel de Literatura en 1920) visitó París por primera vez en 1894.

Al volver a casa, y antes de que empezara a explicar sus aventuras, le preguntaron:

-¿Tuviste algún problema con tu francés?

-No- replicó él -pero los franceses sí.

 

 

Fuentes y más anécdotas

¿De dónde surge la famosa frase ‘Todo es según el color del cristal con que se mira’?

A través de un email, Chedes me hace la siguiente consulta:

¿De dónde surge la frase ‘Todo es según el color del cristal con que se mira’?

Esta frase viene de unos versos de Ramón de Campoamor (1817-1901) incluidos en su poema de 1846 «Las dos linternas» (Perteneciente a su obra «Las Doloras«):

I

De Diógenes compré un día
la linterna a un mercader;
distan la suya y la mía
cuanto hay de ser a no ser.
Blanca la mía parece;
la suya parece negra;
la de él todo lo entristece;
la mía todo lo alegra.
Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.

II

– Con mi linterna – él decía-
no hallo un hombre entre los seres-.
¡Y yo que hallo con la mía
hombres hasta en las mujeres!
él llamó, siempre implacable,
fe y virtud teniendo en poco,
a Alejandro, un miserable,
y al gran Sócrates, un loco.
Y yo ¡crédulo! entretanto,
cuando mi linterna empleo,
miro aquí, y encuentro un santo,
miro allá, y un mártir veo.
¡Sí! mientras la multitud
sacrifica con paciencia
la dicha por la virtud
y por la fe la existencia,
para él virtud fue simpleza,
el más puro amor escoria,
vana ilusión la grandeza,
y una necedad la gloria.
¡Diógenes! Mientras tu celo
sólo encuentra sin fortuna,
en Esparta algún chicuelo
y hombres en parte ninguna,
yo te juro por mi nombre
que, con sufrir al nacer,
es un héroe cualquier hombre,
y un ángel toda mujer.

III

Como al revés contemplamos
yo y él las obras de Dios,
Diógenes o yo engañamos.
¿Cuál mentirá de los dos?
¿Quién es en pintar más fiel
las obras que Dios creó?
El cinismo dirá que él;
la virtud dirá que yo.

Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.