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Demisexualidad: cuando no hay atracción sexual sin sentir amor

Muchas son las personas a las que les gusta diferenciar entre hacer el amor o practicar sexo y justifican que lo primero se trata de cuando hay unos sentimientos por medio que une a las dos personas que lo practican y lo segundo es algo que se realiza sin ningún tipo de pasión, solo emoción carnal.

Demisexualidad: cuando no hay atracción sexual sin sentir amor

Entre los que defienden el modelo de relación con amor implícito se encuentran los ‘demisexuales’, personas que solo sienten deseo y excitación sexual cuando a quien tienen en frente es alguien con quien les une una gran complicidad, se conocen y existe un fuerte vínculo emocional, pero son incapaces de sentir ningún tipo de deseo sexual por alguien a quien acaban de conocer, por muy atractiva o excitante esa persona sea.

La ‘demisexualidad’ es un neologismo acuñado por la AVEN (Asexual Visibility and Education Network), traducido en español como ‘Red para la Educación y Visibilidad de la Asexualidad’, una organización fundada en el año 2001 que defiende los derechos de las personas consideradas como ‘asexuales’ (que no sienten atracción sexual por ningún sexo) y aunque a los demisexuales no se les puede considerar como asexuales es un proyecto en el que pueden encontrarse representados.

 

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La desaconsejada práctica del ‘coitus interruptus’

Cuando una pareja está practicando el acto sexual mediante la penetración y en el momento en el que el varón que penetra siente que está a punto de eyacular, éste retira su pene y vacía fuera siendo conocido este acto como ‘coitus interruptus’ (coito interrumpido).

La desaconsejada práctica del ‘coitus interruptus’

La ‘marcha atrás’, como también es llamado popularmente, es un método anticonceptivo usado por muchísimas parejas; sobre todo cuando son en encuentros ocasionales, esporádicos o ante la falta de otro método de contracepción (como puede ser un preservativo).

La mayoría de expertos desaconsejan realizar el coitus interruptus, debido a que las probabilidades de un embarazo no deseado son bastantes altas (cerca de un 10 %), además de estar desprotegidos ante enfermedades de transmisión sexual.

El hecho de que se produzcan algunos embarazos no deseados a pesar de retirarse y eyacular totalmente en el exterior es debido al ‘fluido preseminal’, un líquido que es secretado por el pene unos instantes antes de llegar el orgasmo (y posterior eyaculación) y que en ocasiones puede ir acompañado de una concentración significativa de espermatozoides (aunque suele ser en muy baja cantidad) pero que pueden ser suficientes para embarazar a una mujer que se encuentre en el periodo fértil de su ciclo ovulatorio.

 

 

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Cefalea coital, cuando tener sexo te provoca dolor de cabeza

Innumerables son los estudios científicos que indican los beneficios que tiene para la salud el practicar sexo: es comparado con una sesión de gimnasio (dependiendo de la intensidad y duración, evidentemente), se queman calorías e incluso se liberan endorfinas (unos neurotransmisores opiáceos que nos proporcionan un estado de bienestar y buen rollo).

Cefalea coital, cuando tener sexo te da dolor de cabeza

Pero así como se han descrito una gran cantidad de bondades relacionadas a la práctica sexual también hay personas para las que les resulta un lastre, debido a que no les sienta bien y evitan a toda costa mantener relaciones.

Dolor vaginal en el momento de la penetración, sangrado, falta de lubricación, dolor testicular, anal, escozor… son solo unos pocos de los malestares que puede presentar cualquier persona en el momento de tener sexo.

Incluso el decir que se tiene dolor de cabeza es sobradamente conocido como excusa perfecta para escaquearse del coito cuando la pareja lo pide.

Y aunque la excusa de la jaqueca está excesivamente utilizada (sin tener en cuenta la incalculable cantidad de chistes que se hacen alrededor de ella) cabe destacar que existe una patología llamada ‘cefalea coital’ que provoca unos molestos dolores de cabeza a quienes la padecen justo en el momento anterior al orgasmo o durante el mismo.

Y es que el hecho de que aparezca antes, durante o después de llegar al clímax puede ser lo que determine la gravedad y posibles consecuencias de dicha cefalea coital.

Suele afectar tan solo a un uno por ciento de la población, siendo mayoritariamente los hombres quienes la padecen. Si el dolor de cabeza es pre-orgásmico no hay que preocuparse demasiado de ello. Las molestias duran unos cuantos minutos y desaparecen tal y como han llegado.

El problema se encuentra en cuando esa cefalea hace acto de presencia en el momento de estar en pleno clímax orgásmico, lo cual podría ser (si es algo recurrente y ha ocurrido en más de una ocasión) debido a algún tipo de hemorragia cerebral, por lo que es muy aconsejable visitar a un médico para que realice la exploración pertinente y pueda descartar cualquier problema de salud que podría ir a peor.

 

 

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Fuente de la imagen: mislav-marohnic (Flickr)

Periodo refractario: el tiempo de recuperación entre una y otra relación sexual

Cuando realizas el acto sexual y llegas al orgasmo si quieres volver a ponerte en ello nuevamente, por regla general, debes esperar un tiempo que puede ir de unos minutos a incluso horas (dependiendo de la edad y condición física). Esto es prácticamente indispensable para casi todas las personas, pero sobre todo para los hombres (salvo algunas excepciones, evidentemente).

Periodo refractario: tiempo de recuperación entre una y otra relación sexual

Los franceses tienen un curioso término para aludir a ese tiempo de recuperación: ‘petite mort’ (pequeña muerte) y hace referencia a aquel estado en el que se quedan algunas personas tras haber llegado al orgasmo a las que les viene un bajón que hace que queden semiinconscientes o algo aturdidas. De ahí que haya quien se quede, involuntariamente, dormido tras el coito.

Algunas seudociencias, absurdamente, intentan justificar ese pequeño desvanecimiento o pérdida de fuerzas debido al ‘gasto espiritual’ sufrido por nuestro organismo.

Una vez transcurrido el periodo refractario, en mayor o menor medida, todos podemos volver a ponernos al asunto de intentar una nueva relación sexual.

 

 

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¿De dónde proviene llamar ‘misionero’ a la famosa postura sexual?

¿De dónde proviene llamar ‘misionero’ a la famosa postura sexual?

La del ‘misionero’ es, posiblemente, una de las posturas más conocidas y utilizadas a la hora de tener relaciones sexuales y que consiste en que la persona que es penetrada se sitúa tumbada boca arriba con las piernas entreabiertas mientras que quien penetra se coloca encima (sobre ésta) cara a cara.

Es común encontrar numerosas publicaciones que explican que el origen de llamar de ese modo a esta postura sexual proviene de los tiempos en los que, aprovechando la colonización de nuevos lugares del planeta, se evangelizaba a la población autóctona y se les indicaba que ese era el modo correcto de colocarse para mantener relaciones sexuales. Como estas explicaciones eran dadas por misioneros los nativos comenzaron a llamar de ese modo a la posición sexual.

Hay quien ubica esto durante la colonización, por parte de los europeos, de América en los siglos XVI y XVII (españoles, portugueses, británicos, franceses y holandeses) pero otros lo sitúan en uno de los viajes que realizó el explorador británico James Cook por las islas del Pacífico Sur (siglo XVIII).

Cabe destacar que dicha postura y modo de mantener relaciones ya era realizada por las antiguas culturas y civilizaciones, existiendo numerosos grabados realizados en la época de la Antigua Roma, Griega, China milenaria e incluso en el Imperio Inca precolombino (por citar unos pocos ejemplos).

Posteriormente desde la Iglesia Católica fue ampliamente recomendada realizar únicamente esta postura (considerándola la más ‘casta’ y efectiva para procrear, evidentemente dentro del matrimonio) y fue el teólogo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, uno de los personajes que más se encargó en promulgarla.

¿De dónde proviene llamar ‘misionero’ a la famosa postura sexual?Pero esta postura nunca fue llamada ni conocida como ‘postura del misionero’ (de hecho no hay ni una sola constancia escrita de que se le llamara de ese modo antes de mediados del siglo XX) y la forma de referirse a ella solía ser la ‘postura angelical o de la serpiente’, tal y como explica el doctor en antropología Robert J. Priest en su artículo ‘Missionary Positions: Christian, Modernist, Postmodernist’, publicado en febrero de 2001.

En realidad la denominación ‘postura del misionero’ aparece por primera vez en el libro ‘Sexual Behavior in the Human Male’ escrito en 1948 por Alfred Kinsey (mundialmente famoso por el ‘Informe Kinsey’ sobre comportamiento sexual de los seres humanos) tratándose de una mala interpretación que hizo a la hora de referirse a una anotación extraída del libro ‘The Sexual Life of Savages in North-Western Melanesia. An Ethnographic Account of Courtship, Marriage, and Family Life Among the Natives of the Trobriand Islands, British New Guinea’ publicado en 1929 por el experto en antropología Bronislaw Malinowski.

¿De dónde proviene llamar ‘misionero’ a la famosa postura sexual?

Única referencia a la postura del misionero que aparece en el libro de Alfred Kinsey

Pero realmente en ningún momento de su obra Malinowski utiliza la expresión ‘postura del misionero’ (missionary position) y fue el error de interpretación cometido por Kinsey (y la posterior popularidad que obtuvo su ‘Informe Kinsey’) lo que hizo que esa postura comenzase a ser denominada de ese modo, sobre todo a partir de finales de la década de 1960 y gran parte de 1970 (consideradas como las de la ‘liberación sexual’) en las que sus libros se vendieron como rosquillas y su trabajo fue ampliamente difundido.

Así pues, la autoría de acuñar el término ‘postura del misionero’ se la debemos a Alfred Kinsey y no a ningún colonizador, evangelizador o explorador de nuevas tierras.

 

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Fuentes de consulta: National Center for Biotechnology Information (NCBI) / Archive.org / Google Books / sexomandamiento / straightdope / nomada.gt / overthinkingit
Fuente de las imágenes: Wikimedia commons (1) / Wikimedia commons (2)  / Google Books