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Cuatro curiosos términos relacionados con los recién nacidos

00Cuatro curiosos términos relacionados con los recién nacidos

Cuando nacemos, todos los seres humanos estamos a medio hacer y los huesos todavía están sin soldar, sobre todo los de la cabeza, de manera que hay un espacio membranoso entre las diferentes partes del cráneo que reciben el nombre de ‘fontanela’. Etimológicamente proviene del francés ‘fontanele’ y a éste llegó desde el latín ‘fontana’, cuyo significado original era fuente o manantial y los surcos que quedaban en la cabeza del neonato recordaban el cauce por el que discurría el agua.

Tras el parto, el recién nacido hace un primer llanto o gemido: el ‘vagido’. Proviene del término en latín ‘vagitus’ y éste del verbo ‘vagire’, utilizado para hacer referencia a un gemido o grito.

También hay una primera deposición de excrementos, que suelen ser de una textura viscosa y con coloración entre verde y negruzca, que se conoce como ‘meconio’. Llegó al castellano desde el latín ‘meconĭum’ y a este desde el griego ‘mēkṓnion’, cuyo significado literal era ‘extracto de amapola’ (‘mekon’ es el nombre de esta flor en griego). El motivo de denominar con ese término a la primera deposición del recién nacido era porque dichos restos tenían cierta similitud con el extracto que se obtenía tras estrujar la cabeza de una amapola.

Otra de las características de los neonatos es la especie de vello, casi imperceptible, muy parecido a la pelusilla, que cubre algunas partes de su cuerpo: el lanugo. Proviene del latín ‘lanūgo’ (de exacto significado) y a su vez este de ‘lana’.

 

 

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Fuente de la imagen: pixabay

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [7]

Séptima entrega de la serie de post dedicados a traer al blog un buen número (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que conocías con otro nombre muy distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ha ocurrido con las veces anteriores.

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Escusón: Normalmente decimos que una moneda tiene ‘cara y cruz’ y se dice de esta manera porque antiguamente era común que en las mismas apareciera por un lado la cara del rey o emperador y por el reverso una cruz (normalmente cristiana). Pues bien, se le llama ‘escusón’ al reverso de la moneda cuando en ésta lo que aparece representado es un escudo.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Mador: Se conoce como ‘mador’ a aquella fina capa de humedad que en ocasiones cubre parte de nuestro cuerpo (proveniente por ejemplo del rocío de la noche), pero que no proviene de nuestras glándulas sudoríparas y por tanto no puede ser considerado como sudor.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Lanugo: El lanugo es el vello fino y casi imperceptible, parecido a la pelusilla, que cubre parte del cuerpo de los recién nacidos o que incluso algunas personas (ya adultas) tienen en algunas partes del cuerpo.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Beborrotear: Es el acto de ir bebiendo a pequeños sorbos y de manera continuada.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Vedija: Se le llama vedija a aquel mechón de pelo que está enredado y encrespado.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Lauto: Prácticamente en desuso, el término ‘lauto’ se ha utilizado durante mucho tiempo para referirse a alguien o algo que era ‘rico, espléndido, opulento’. Proviene de la palabra en latín ‘lautus’ que significaba ‘lavado’, en clara referencia a los baños (e higiene personal) que en la antigüedad solo podían ser privilegio de personas ricas.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Adiar: Fijar una fecha (día) para realizar cualquier asunto. Por ejemplo, quedar con antelación para verse con alguien en un día concreto.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Pegotear: Lo que hace el típico gorrón que se autoinvita a casa de los demás y siempre aparece justo a la hora de comer/cenar. A este tipo de personas se les suele llamar también ‘pegote’, debido a la acción de pegarse al prójimo con la intención de ser invitada o se le pague la consumición. Muy típico son aquellos que se presentan (sin haber sido invitados) a cualquier tipo de evento (por ejemplo una fiesta de cumpleaños, banquete de una boda…).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Escamondar: Se trata de la acción de limpiar algo a lo que se le quita lo superfluo o aquello que no le sirve, por ejemplo las ramas y hojas secas de un árbol.

 

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Faetón: Un faetón es el carruaje de paseo, con cuatro ruedas, descubierto (aunque con una capota que se puede subir y bajar) y tirado por uno o dos caballos, muy típico en algunas ciudades con el que se pasea a los turistas.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Sangradura: Así es como se le llama a la parte del brazo que se encuentra opuesta al codo (la que queda hundida al doblarse). Se le denomina de ese modo porque es por donde se hace la incisión para extraer sangre (antiguamente las famosas ‘sangrías’ y en la actualidad donde se pincha la aguja para las donaciones o análisis).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Conticinio: Momento de silencio absoluto durante la noche, cuando todos duermen y no se escucha ni un solo sonido. Proviene del latín ‘conticinium’ el cual se utilizaba antiguamente para señalar el cese total de todos los sonidos debido a que era el momento de descansar.

 

 

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Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons / Wikimedia commons / Pixabay / Pixabay / Saffy (Flickr) / Pixabay / Pixabay / Wikimedia Commons / freestockphotos / Wikimedia commons / Wikimedia commons / Pixabay

¿De dónde sale la pelusa que se aloja en el ombligo?

Aunque tu higiene personal sea más que correcta no estás a salvo de esas pequeñas bolitas de pelusa que deciden instalarse cómodamente en tu ombligo, pero ¿cómo se han formado y por qué aparecen justo en esta parte de nuestra anatomía?

El científico y mediático divulgador sueco Karl Kruszelnicki llevó a cabo un estudio sobre el tema a finales del año 2000 gracias al cual ganó el Premio Ignobel en el 2002. La pregunta surgió en su programa radiofónico sobre ciencia y a partir de ahí la cadena de comunicación australiana ABC realizó una encuesta de 19 preguntas (con análisis de muestras incluido) que respondieron más de cuatro mil personas para poder establecer unos parámetros de comportamiento y llegar así a conclusiones.

Según su teoría la pelusa del ombligo se compone principalmente de fibras de ropa, mezcladas con piel muerta y algo de vello, que son capturadas por el pelo alrededor del ombligo.

Según los resultados de su encuesta:

Hay más probabilidades de tener pelusilla si eres hombre, mayor, peludo y tu ombligo está hacia dentro, las mujeres tienen menos pelusilla porque su vello corporal es más fino y corto, concretamente:

  • Al hacerte mayor aparece más pelusa.
  • Es más común en los hombres.
  • El color de la pelusa refleja tu tono de piel, es más clara para gente de piel clara, aunque el tipo de piel no afecta a la aparición.
  • Parece estar relacionada positivamente con la cantidad de vellosidad.
  • No hay relación entre la producción de pelusa y la constitución general de la persona.
  • El 37% de los encuestados refirieron que el color de su pelusa era igual al de su ropa, pero resulta inexplicable que algunos presentaran un color que no estaba en su ropa.

Años más tarde, en el 2009, el químico austríaco George Steinhauser publicó otro estudio al respecto en la revista Journal of Medical Hypotheses. Mediante el análisis de 503 pelusas de su propio ombligo descubrió que el vello alrededor atrapa las fibras de algodón de la ropa y demás componentes de la pelusa (restos de piel muerta, grasa, sudor y polvo) dirigiéndolas al ombligo debido a la posición del pelo. El proceso se produce por el roce de abajo a arriba y no a la inversa y suele tener un color azul grisáceo (posiblemente por el extendido uso de tejanos), aunque puede aparecer de otros colores.

La naturaleza escamosa del vello del abdomen hace que la adherencia sea alta. Para evitarla recomienda usar ropa vieja que desprende menos fibras que la nueva o afeitarse la zona en cuestión, incluso un piercing es efectivo a la hora de prevenir el alojamiento de este molesto inquilino.

 

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Fuentes de consulta: drkarl / abc.net / scienceshuttle / sciencedirect / telegraph