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Un puñado de etimologías de términos relacionados con malhechores (II)

Segunda entrega de la serie de posts dedicados a explicar las etimologías de términos relacionados con malhechores.

Un puñado de etimologías de términos relacionados con malhechores (II)

El término malandrín se empleó mucho en tiempos pasados (sobre todo en el Siglo de Oro) y hacía referencia a cierto tipo de malhechor que destacaba por ser malvado a la hora de cometer sus fechorías. Etimológicamente proviene del italiano  malandrino, utilizado para referirse al salteador de caminos, pero, a su vez, ese vocablo provenía de la malandria, una enfermedad similar a la lepra . Quien padecía de malandria (un malandrino) era expulsado de la población por ser una dolencia contagiosa; para ganarse la vida, esos enfermos se dedicaba a asaltar y robar a aquellos que transitaban por los caminos.

El vocablo mangante y su diminutivo mangui son otros dos sinónimos de ladrón que provienen de la lengua de los gitanos. Surgen del verbo mangar, que en caló significaba originalmente ‘pedir, mendigar’. La popularización de dichos términos hizo que con el tiempo se relacionara a quienes se dedicaban a mendigar con la delincuencia y, de ahí, que se transformara el significado original.

 Quinqui es una forma de denominar a los delincuentes. El término se popularizó hacia finales de la década de 1970 y toda la de 1980 por el gran número de películas que se rodaron y cuya temática era la delincuencia juvenil. Pero el vocablo no surgió entonces, sino que es muy anterior y hacía referencia a aquellos que se dedicaban a vender quincalla (baratijas, piezas de escaso valor), comúnmente conocidos como quincalleros, cuyo apocopé es quinqui. Estos solían ser de la etnia de los mercheros, un pueblo nómada dedicado a la venta ambulante y cuyos miembros tenían fama de delincuentes.

Un sicario es la persona que recibe el encargo de llevar a cabo crimen. El término proviene del latín  sicarius, que se suele traducir como ‘asesino a sueldo’ si bien originalmente significaba ‘el que usa una sica’. La sica era un pequeño puñal que se llevaba camuflado entre la ropa y que utilizaban en tiempos de la Antigua Roma los que habían sido contratados para acabar con la vida de algún rival. Fue tal el auge de los sicarios en aquella época que, en el año 81 a. C. se tuvo que legislar al respecto y se promulgó la lex cornelia de sicariis et veneficis (Ley Cornelia sobre apuñaladores y envenenadores).

Muchas son las novelas, series y películas de época en las que al personaje malhechor se le denomina  villano, otro término que en su origen nada tenía que ver con la delincuencia y que acabó siendo sinónima de quienes cometen algún delito. Originalmente, un villano era aquel que vivía o procedía de una villa (casas de campo que se encontraban alejadas de la población principal). Muchos fueron quienes se trasladaron hasta las grandes urbes durante la Edad Media y los que allí residían (artesanos, funcionarios de la Corte, burgueses…) no los veían con buenos ojos. Los procedentes de las villas solían carecer de estudios y, en alguna ocasión, de modales, por lo que no gozaban de la simpatía de sus nuevos vecinos y el término adquirió connotaciones negativas.

 

 

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Dabuti, nasti de plasti, mangui y otras expresiones que provienen del caló

Dabuti, nasti de plasti, mangui y otras expresiones que provienen del calóMuchas son las palabras y expresiones que habitualmente utilizamos y que hemos incorporado a nuestro lenguaje coloquial que provienen del idioma caló (lengua utilizada por el pueblo gitano).

La mayoría son términos utilizados por los más jóvenes que, sin tener conciencia de ello, ignoran que detrás de ellas hay un curioso origen, en algunos casos hasta históricos, creyendo que se trata de palabras que han sido creadas por la gente de su generación.

También hay otras que fueron ampliamente utilizadas hace unas décadas, pero que todavía hay numerosa gente que las sigue diciendo (algo que ayuda a saber que esa persona ya va teniendo una cierta edad).

Términos tan populares como dabuti (o dabuten) para indicar que algo está muy bien, es genial o fantástico; nasti de plasti que podriamos traducir como un rotundo “no” o “de eso nada” y tiene carácter contundente e irrevocable; ‘mangui’ (o mangante) para referirnos al que hurta o roba; ‘curro’ (o currante) como sinónimos de trabajo y trabajador, respectivamente; o la famosa palabra ‘chorizo’ con la que popularmente se les llama a los ladrones (y que nada tiene que ver con el rico embutido) provienen del caló.

Estos son solo cinco ejemplos de esas palabras que tenemos tan acopladas en nuestra lengua y que se las debemos al hablar del pueblo gitano. Clica sobre cada una de ellas y podrás leer sus curiosos orígenes.

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

 

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¿Cuál es el origen del término ‘mangante’?

¿Cuál es el origen del término ‘mangante’?La palabra ladrón es uno de esos términos que tiene un buen número de sinónimos que se pueden utilizar para referirse al que hurta o roba. Entre las muchas palabras que nos encontramos para señalar a este tipo de personas están caco y chorizo (las cuales ya os expliqué el origen etimológico de cada una de ellas en anteriores posts), pero también otras como ‘mangante’ y su derivado ‘mangui’, de las que explicaré de dónde proceden a través de esta entrada.

Ambas palabras (mangante y mangui) nacen de la acción de ‘mangar’, que en el vocabulario popular es la forma vulgar para referirse al acto de robar, hurtar e incluso timar. Pero estos no eran en su origen el significado real de este término el cual proviene de la lengua caló, como otras muchísimas palabras que en la actualidad son de uso común en nuestro lenguaje cotidiano.

Muchos son los que atribuyen al  término ‘mangar’ un origen etimológico equivocado, debido la similitud que existe entre éste y la palabra manga (parte de la camisa/vestido que cubre el brazo) y relacionando erróneamente el acto de mangar con robar/hurtar algo y escondérselo en la manga, algo totalmente equivocado, pues entre ambas cosas/palabras no existe vínculo alguno.

En realidad ‘mangar’, en su origen en la lengua caló, significaba (y todavía sigue siendo así) el acto de ‘pedir’, ‘rogar’ o ‘mendigar’ y, por lo tanto, un mangante (y su evolución a mangui) era aquel personaje pedigüeño que se dedicaba a pedir limosna y/o dinero prestado.

Al proceder de los ambientes gitanos, los prejuicios raciales de la sociedad hizo evolucionar todos estos términos hacia algo despectivo, convirtiendo a ese mangante (persona que pedía y/o mendigaba) en  un ‘sinvergüenza, alguien despreciable sin oficio ni beneficio’ tal y como lo contempla hoy en día el diccionario de la RAE y de ahí se convirtiese en el leguaje de uso coloquial en sinónimo de ladrón, timador y pillo que vive aprovechándose de la buena fe de los demás y/o se dedica al trapicheo.

 

 

Fuentes de consulta: Diccionario Caló-Castellano / RAE 1 / RAE 2 / Tratamiento lexcográfico y sociolingüístico de los gitanismos (Google books)
Fuente de la imagen: cruisecritic

¿Por qué a un ladrón también se le llama ‘caco’?

La riqueza de nuestra lengua nos permite que cuando alguien quiere referirse a un ladrón pueda utilizar un sinfín de términos y sinónimos, los cuales están asociados a nuestro lenguaje cotidiano y familiar. Frecuente es usar (entre otras) expresiones como chorizo, mangui, ratero o caco.

Y a esta última es a la que voy a dedicar el post de hoy,  debido a la consulta que he recibido a través del apartado de contacto y en la que Bruno me pregunta sobre el porqué a un ladrón también se le llama ‘caco’.

En la mitología clásica, tanto griega como romana, nos encontramos con la figura de Caco (Kakós gr. – Cacus lat.), quien, según las diferentes leyendas e historias que se escribieron, engañó a Heracles/Hércules robándole parte del ganado.

Hasta no hace demasiado tiempo, se usaba el término caco para señalar a un ladrón que roba con destreza.

La destreza a la que se refiere proviene de la forma en que engañó Caco a Hércules/Heracles, ya que metió a las reses robadas en una cueva haciéndolas caminar de espaldas y así las huellas parecía que salían de allí, en lugar de haber entrado.

 

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