El novelista Ferenc Molnár era poco amigo de recibir visitas inesperadas, por lo que cada vez que se presentaba alguien sin avisar, su asistente personal tenía orden de decir la siguiente frase:
«Lo siento, pero el señor Molnár no está en casa. Ha salido hace un momento, pero, si usted corre calle abajo, seguro que podrá alcanzarlo»
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