Utilizamos con regularidad el término ‘fascinante’ para decir que algo es sumamente atractivo o que nos atrae irresistiblemente.
Fascinante proviene de ‘fascinar’ y el origen de este vocablo lo encontramos en el latín ‘fascināre’, término que se utilizaba en la antigüedad para referirse al encantamiento realizado por un hechicero con la pretensión de dejar a alguien embelesado o también para lo relacionado con los maleficios y el mal de ojo. De hecho, el Diccionario de la Rae recoge la palabra ‘fascinar’ con las siguientes acepciones:
- Engañar, alucinar, ofuscar
- Atraer irresistiblemente
- Hacer mal de ojo
Se tenía en convencimiento de que aquel que se sentía irresistible e irracionalmente atraído por algo había sido ‘fascinado’ y, por tanto, había sido víctima de un hechizo o encantamiento.
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