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Alfred López 02 de febrero de 2022
Conocemos como ‘ovación’ al aplauso colectivo que se le da para aclamar a alguien, en el que puede haber vítores y que se hace de un modo entusiasta.
Este término hacía referencia, en la Antigua Roma, a un tipo de homenaje que se hacía a modo de reconocimiento de algún éxito (ya fuese de un militar en una batalla como de un gladiador en la arena) pero que había sido conseguido sin haber derramamiento de sangre.
Los homenajearos tenían el honor de entrar a Roma (tanto andando como a lomos de caballos) y el público que lo recibía le aclamaba, aplaudía y vitoreaba.
Etimológicamente, el término ‘ovación’ proviene del latín ‘ovatio’, compuesto por ‘ovare’ (regocijo, griterío público) y el sufijo ‘-tio’ (acción).
Algunas fuentes, indican erróneamente, que el término ovación proviene del latín ‘ovis’ (oveja), debido a que se sacrificaba uno de esos animales en honor del homenajeado. Una explicación que la inmensa mayoría de expertos e historiadores descartan, ya que es imposible que, etimológicamente, el vocablo ovis derivase en ovación, además que el mencionado sacrificio del ovino se realizaba en otro tipo de actos y no n el de aclamar a militares o gladiadores por haber conseguido un éxito sin derramamiento de sangre.
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Alfred López 23 de octubre de 2017
Conocemos como ‘cabreo’ o ‘cabrearse’ a un estado de mal humor o enfado cuando éste va en aumento y llega a ciertos límites de encolerizarse.
Tal acepción se le comenzó a dar a partir del primer cuarto del siglo XIX tras un descontento general por parte de los campesinos de la época debido al repentino cobro de los atrasos de los diezmos e impuestos por parte de los señores feudales propietarios de las tierras que trabajaban. Pero a pesar del entorno rural en el que se originó, cabe destacar que dichos vocablos no provienen del término ‘cabra’ con el que se conoce al animal.
Y es que los documentos (o libros) en los que se anotaban los pagos y datos referentes a las propiedades recibían el nombre de ‘cabrevaciones’ o ‘cabreos’ (vocablos que provenían del latín ‘capibrevium’ y utilizados en la Península Ibérica a partir del siglo XIV).
Pero para encontrar el origen de los términos cabreo y cabrearse (como sinónimos de enfado) debemos situarnos en el siglo XIX… Tras la llegada a España de José Bonaparte y la promulgación en 1812 de la Constitución de Cádiz (conocida como ‘la Pepa’) se pusieron en marcha una serie medidas liberales entre las que se encontraba el acabar con los abusivos pagos de impuestos y diezmos (entregar como tributo la décima parte de las cosechas y en algunos casos hasta el doble o triple) a los señores feudales propietarios de las tierras. Después llegó la ‘Restauración Absolutista’ (1814-1820), con el regreso del nefasto rey Fernando VII, le siguió el ‘Trienio Liberal’ (1820-1823) y nuevamente otro periodo funesto con una segunda etapa de absolutismo (1823-1833). Y fue precisamente durante esa década ominosa en la que los señores feudales comenzaron a reclamar a los campesinos todos los impuestos impagados desde 1812.
Hasta las propiedades se presentaban los recaudadores de tributos, acompañados en la mayoría de veces por miembros del ejército, y con el libro de ‘cabrevaciones’ (o ‘cabreos’) exigiendo el pago de lo adeudado en todos aquellos años.
Como podréis imaginar el enfado de los campesinos fue descomunal y de ahí que los términos ‘cabreo’ o ‘cabrearse’ comenzasen a utilizarse como sinónimos de enojarse y/o enfurecerse y que nada tiene que ver con las cabras (animal).
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Fuentes de consulta: RAE / ireneu / etimologias.dechile
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Alfred López 28 de junio de 2017
Estamos acostumbrados a utilizar a expresión ‘hacer la pelota’ (y sus múltiples variantes) para indicar que alguien está adulando a otra persona con unos claros fines interesados para conseguir algo o ganarse los favores de éste (dinero, un ascenso, un día de fiesta…).
Es bastante común encontrar en todas las oficinas o puestos de trabajo a alguien que adula desproporcionadamente a su superior y al que comúnmente se le conoce como pelota.
Lo curioso es el origen de la acción de hacer la pelota y que derivó en la expresión, ya que proviene de los ambientes de la prostitución callejera.
Antiguamente las prostitutas también eran conocidas con el término ‘pelota’ (y así lo recoge aún hoy en día el Diccionario de la RAE en su 8ª acepción), No se sabe a ciencia cierta por qué se les llamaba así, aunque parece ser que era porque las prostitutas iban pasando de mano en mano de los diferentes clientes.
Cuando una de estas ‘pelotas’ andaba a la búsqueda de un cliente adulaba a los viandantes que por allí pasaban, esperando que sus palabras lo convenciera y poder hacer un servicio sexual a cambio de unas monedas. También sabían que cuanto mayor fuera la lisonja que le hicieran, mayor sería el estado de satisfacción del usuario de sus servicios y mejor la retribución.
De ahí que al acto de adular a alguien, con intención de conseguir algo, acabara siendo denominado como ‘hacer la pelota’ en clara referencia a lo que hacían las prostitutas (pelotas) con los clientes.
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Alfred López 22 de junio de 2016
Ídolos hay muchos, ya sea una persona que se dedique a cantar, a la interpretación, a tener un canal en Youtube, practicar algún deporte o incluso a la política. Son personajes que atraen a un gran número de seguidores que los admiraran con devoción y exaltación.
El término ‘ídolo’ llegó al castellano desde el latín ‘idōlum’ y a éste del griego ‘eídōlon’ (εἴδωλον) y su significado original era ‘imagen’. Y era precisamente las imágenes de deidades y líderes de la época (en sus formas de estatua, efigie u otros objetos de culto) lo que se adoraba e idolatraba en la antigüedad del mismo modo que hoy en día se hace con las ‘imágenes religiosas’.
Se pasó de idolatrar efigies a adorar personas físicas, dándole el mismo término para ambas cosas.
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