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Media docena de personajes ligados a alguna famosa expresión

 

Media docena de personajes ligados a alguna famosa expresión

Nuestro lenguaje cotidiano está lleno de frases hechas que utilizamos para referirnos a mil y una situaciones. Muchas de ellas llevan implícitas el nombre o apodo de algún personaje; unas veces mitológico, otros inventados por el colectivo popular y en infinidad de ocasiones que existieron en realidad y que tras protagonizar algún hecho histórico o anecdótico quedaron vinculados a dicha expresión.

En el post de hoy os traigo media docena a de famosas expresiones en las que se menciona a algún personaje, con la intención de explicaros quiénes eran o si tuvieron algún papel destacado en la Historia.

 

Ser más feo que Picio‘Ser más feo que Picio’

Personaje creado por una leyenda popular que explica que, en la población granadina de Alhendín, fue condenado a muerte un zapatero, llamado Picio, quien recibió la noticia de su indulto pocas horas antes de su ejecución.

Según esta historia, fue tal la impresión que tuvo al recibir la noticia que perdió el cabello y se le quedó una expresión facial que lo convirtió en un tipo extremadamente feo. A partir de entonces se ha utilizado el nombre de éste personaje, en la expresión ‘Eres más feo que Picio’, con la que hacer referencia a la fealdad extrema.

 

Eso lo va a hacer Rita la cantaora‘Eso lo va a hacer Rita la cantaora’

Personaje de la que existen infinidad de expresiones como ‘Eso lo va a hacer Rita la cantaora’, ‘Va a ir Rita la cantaora’, ‘Te lo va a pagar Rita la cantaora’, ‘Que lo haga Rita’ o ‘Que trabaje Rita’ (entre otras muchísimas versiones en las que no consta la coletilla ‘la cantaora’).

Rita la cantaora en realidad se llamaba Rita Giménez García, nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) en 1859 y falleció en 1934, a la edad de 78 años. Tal y como apunta la coletilla que siempre acompañaba su nombre, Rita era cantaora de flamenco y actuó allá donde se le solicitó, haciendo funciones dobles cuando el cliente del tablao (o la fiesta privada para la que había sido contratada) lo solicitaba. Muchas fueron las ocasiones en las que otros compañeros se negaron a actuar por menos precio de lo estipulado, ofreciendo los servicios de Rita que era muy solícita para ello.

 

Ver menos que Pepe Leches‘Ver menos que Pepe Leches’

‘Pepe Leches’ es otro de esos personajes que no se sabe a ciencia cierta si ha surgido de una leyenda urbana o si existió realmente. Varios son los posibles orígenes para este tipo al que se le asocia con la miopía o ceguera parcial y cuyo nombre y mote se utiliza como clara referencia a aquel que no ve bien, pero un par los que lo localizan en determinadas poblaciones.

Una de ellas se refiere al personaje (evidentemente llamado Pepe) que trabajaba como repartidor de leche en la sevillana población de El Viso del Alcor durante el primer cuarto del siglo XX. Parece ser que padecía de cierta miopía que en cierta ocasión cayó a un pozo dándose lo que comúnmente se conoce como ‘una leche’. Desde entonces se asoció el nombre y mote con la poca visión.

Una segunda versión sobre este personaje lo traslada hasta Madrid e incluso le pone nombre y apellidos: José Fernández Albusac, guardia municipal del ayuntamiento de la capital de España (algunas fuentes indican que pertenecía al cuerpo de la Benemérita), algo miope y que era amigo de liarse a tortazos cada vez que había una confrontación callejera, todo ello hizo que se le conociera como ‘Pepe Leches’. Alrededor de éste existen numerosas anécdotas (la mayoría se ven claramente que son bulos) en las que se explican surrealistas situaciones en las que, debido a su mal carácter y pobreza de visión se metió en más de un embrollo.

 

Tiene más cojones que el caballo de Espartero‘Tiene más cojones que el caballo de Espartero’

Para hacer clara referencia a la valentía de una persona es común encontrarnos con la expresión ‘Tiene más cojones que el caballo de Espartero’.

Baldomero Espartero fue uno de los más famosos e insignes militares del siglo XIX, ocupando importantes cargos, entre ellos el de Presidente del Consejo de Ministros de España, Virrey de Navarra o Regente del Reino de España. Como homenaje a su persona se inauguró en 1886 (siete años después de su fallecimiento) una estatua que fue colocada en la madrileña calle de Alcalá, frente a la puerta que da acceso al Parque del Retiro. Dicho monumento (realizado por el escultor Pablo Gilbert) presentaba al caballo, sobre el que iba montado la estatua de Espartero, con unos grandes testículos, propiciando que, haciendo un símil con la valentía de la que se había caracterizado el militar y político, surgiese entre el pueblo un buen número de expresiones en las que se utilizaba los atributos testiculares del caballo de Espartero.

 

No ha venido ni el Tato‘No ha venido ni el Tato’

Muchas son las expresiones que podemos encontrarnos que nombran al Tato: ‘No ha venido ni el Tato’‘No está ni el Tato’‘No va a venir ni el Tato’

El Tato era el sobrenombre por el que era conocido un famoso torero llamado Antonio Sánchez, muy popular durante la segunda mitad del siglo XIX. Éste era asiduo a todo tipo de saraos y festejos, no habiendo evento al que no acudiese.

 

 

El coño de la Bernarda‘El coño de la Bernarda’

La Bernarda es otro de esos personajes de los que no se sabe realmente si existió o es fruto de folclore popular.

Hay quien la ubica en la granadina población de Atarfe, en el siglo XVI, señalando que se trataba de una santera que conseguía curar las dolencias de aquellos que introducían la mano en su vagina.

También hay quien indica que efectivamente era santera, pero que vivía en los alrededores de Sierra Morena (en la parte que da a la provincia de Ciudad Real) y en lugar de curar personas sanaba animales.

Entre las otras múltiples identidades que se le atribuyen a la Bernarda está la de ser hija de un rey musulmán llamado Aben Humeya e incluso una prostituta que se trasladó hasta Marruecos para ganar dinero dando placer a los soldados españoles allí destinados en la famosa Guerra del Rif (que tuvo lugar entre 1911 y 1927).

 

 

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Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons / gentedejerez / Paul Stevenson (Flickr) / Wikimedia commons / gestauro.blogspot.com  / Wikimedia commons

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Ver menos que Pepe Leches’?

¿Cuál es el origen de la expresión 'Ver menos que Pepe Leches'?

¿Quién de nosotros no ha dicho u oído alguna vez la expresión «Ves menos que Pepe Leches»?

Pero realmente ¿quién fue Pepe Leches?.

El origen es bastante incierto y navegando por la red he encontrado varias versiones, de las cuales os traigo aquí las que más predominan. Elegid aquella versión que más os convenza y que creáis que puede ser la más acertada.

Según el sociólogo español Amando de Miguel, en un artículo en la web Libertad Digital dice que el tal Pepe era:

«…un lechero de El Viso del Alcor (Sevilla) que vivió a principios del siglo XX. Iba un día infausto por el campo y se cayó en un pozo ciego que estaba sin labrar, o sea, sin brocal y se pegó una “leche”…»

En la web Español sin Fronteras se preguntan que ¿Quién fue Pepe Leches?:

«Seguramente nadie; uno de tantos personajes proverbiales, que como Abundio, Jaimito, Juan o Perico son depositarios en la lengua coloquial de todo tipo de taras y defectos. Lo que sí parece claro es que leches hace referencia a los golpes que el pobre hombre se daba a causa de su escasa vista».

La última versión, para mi la más divertida, es la que he encontrado en la web tarso.com, en la que su autor, Juan Cuesta Monteagudo, nos trae un estudio que encontró en una «Gaceta Óptica» y fue realizado por Pedro Malo sobre el origen de Pepe Leches. En este más que curioso artículo nos dice que el famoso dicho se originó en la persona de:

José Fernández Albusac, hijo de José y Crescencia, natural de Leganés y de profesión guardia municipal del Ayuntamiento de Madrid, es descrito como varón de estatura media y carácter avinagrado. Parece que tenía la mano ruda a la hora de dirimir confrontaciones callejeras, lo que le proporcionó el sobrenombre de «Pepe Leches», pues así denominaban las bofetadas las clases bajas de aquel tiempo. Su salud era buena si se exceptúa una afección de la vista conocida por «ojos tiernos», que enrojecía los párpados y hacía lagrimear los suyos, por otro lado, tremendamente miopes, no corregidos con lentes para no deshonrar el uniforme. Cuando «soltaba una leche», en expresión barriobajera, no había seguridad de que la recibiese el culpable, pero, como él decía, «ninguno es totalmente inocente cuando dos se pelean». El guardia Fernández – «Pepe Leches» -sentía cierta inclinación a lo agropecuario, que unida a las sospechas sobre la relación de su esposa con el cabo a cuyas órdenes estaba, le indujeron a ingresar en la Guardia Civil recién creada, en la seguridad de que iría destinado a un pueblo, donde sería alguien respetado, podría criar cerdos y gallinas y estaría lejos del cabo seductor. La mundología y penetración en las altas esferas que proporciona el ejercer de guardia municipal en la Corte le aconsejaron ir directamente a la cabeza de la Benemérita y, así, aprovechando la presencia del duque de Ahumada en una fiesta benéfica donde le habían enviado para dar servicio, quiso mostrarse en toda su arrogancia, en la seguridad de que unas simples palabritas le ahorrarían los enojosos trámites requeridos para el ingreso en tan prestigioso Cuerpo. Orientado hacia el grupo en que se hallaba el duque, se acercó lanzando una ardiente soflama sobre su espíritu justiciero y abnegación patriótica, pero su escasa visión hizo que el discurso se lo dirigiera a una niña vestida de gitana, hija de los anfitriones, a quien confundió con Ahumada, que con gran regocijo presenció la escena y convenció a Fernández, con el mayor tacto, acerca de la imposibilidad de aceptarle en la Guardia Civil, que requeriría vista de lince. El guardia Fernández – «Pepe Leches» – murió años después atropellado por una carroza fúnebre cuando creía topar con su sobrina, según dedujeron los testigos del accidente, que le oyeron exclamar: «¡Pero qué bestia eres, Manuela!». En el duelo, su áspera condición se tradujo en la más absoluta falta de las alabanzas acostumbradas en tales casos. Unicamente el cabo de quien tanto sospechó se atrevió a decir: «Pobre Fernández, con la letra tan buena que tenía».

 

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Fuentes consultadas: tarsowikipedialibertaddigitalespanolsinfronteras
Fuente de la imagen: Wikimedia commons