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¿Cuál es el origen del término ‘titubear’?

¿Cuál es el origen del término ‘titubear’?

Se utiliza el verbo ‘titubear’ (titubeo) para indicar el estado de duda momentánea a la hora de hablar (llegando a balbucear) o de tomar una decisión.

Etimológicamente proviene del latín titubāre y era utilizado para hacer referencia a los movimientos y oscilaciones que hacían algunas edificaciones que estaban a punto de caerse o derruirse. También era usado para señalar a aquel que andaba torpemente, con movimientos extraños, sin estabilidad ni firmeza (por ejemplo las personas ebrias).

Del latín titubāre pasó inicialmente al castellano titubar (con idéntico significado) y las primeras referencias de su uso en algún escrito son del siglo XI.

Fue incorporado al Diccionario de Autoridades de 1739 ya en la forma ‘titubear’, dándole tres acepciones:

  • Perder la estabilidad y firmeza, amenazando ruina. Dícese comúnmente de los edificios, y fábricas, y algunos dicen titubar.
  • Vale también tropezar, ò detenerse en la pronunciación de las voces.
  • Metaphoricamente vale dudar en algún punto, ò materia, no determinar, ù [v.284] resolver en ella, vacilar con inconstancia en sus extremos.

 

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Fuente de la imagen: pxhere

El curioso y religioso origen de la expresión ‘Poner en entredicho’

El curioso y religioso origen de la expresión ‘Poner en entredicho’

Se utiliza la expresión ‘poner en entredicho’ (o estar/quedar) para hacer referencia de una persona a la que, por algún motivo, cae una duda sobre su honor, honradez o respetabilidad.

Para encontrar el origen de la expresión debemos trasladarnos hasta un antiquísimo procedimiento jurídico conocido como interdicto que consistía en un juicio breve y por vía rápida en el que se resolvía provisionalmente una reclamación por daño inminente o por alguna posesión.

El interdicto, igualmente llamado entredicho (del latín interdictus), también se aplicó a través del ‘derecho canónico’ y consistía en una práctica eclesiástica por la que se prohibía/censuraba a alguna persona o lugar determinado a hacer uso de los santos oficios y/o sacramentos.

Se ponía a alguien en entredicho cuando cometía un acto de herejía, atentaba o difamaba contra algún miembro de la Iglesia Católica, celebraba oficios sin haber sido ordenado sacerdote, contraía matrimonio habiendo sido ordenado sacerdote o pertenecía a una comunidad como monja, incitaba a la desobediencia eclesiástica y un largo etcétera de motivos que eran puestos a consideración por las jerarquías eclesiásticas encargadas de velar por la moral y correcta conducta de los parroquianos.

El entredicho era considerado un ‘castigo provisional’, pero no una excomunión definitiva, por lo cual durante el periodo del mismo esa persona no podía formar parte de la congregación religiosa o recibir los santos sacramentos (exceptuando el bautismo en un recién nacido o recibir la eucaristía en el lecho de muerte, que no extremaunción).

El hecho de que una persona fuese puesta en entredicho hacía que ésta quedase señalada frente a la comunidad en la que vivía y un vestigio de la misma quedase ligada a ella perpetuamente, de ahí que con los años se utilizase expresiones como ‘estar/quedar/poner en entredicho’ para referirse a la duda existente sobre la honorabilidad de alguien.

 

 

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Fuentes de consulta: RAE / wordreference / etimologias.dechile / ‘Diccionario teolójico, canónico, jurídico’ de Justo Donoso / vatican
Fuente de la imagen: Lachlan Lardy (Flickr)