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¿De dónde surge la expresión ‘dar un sablazo’?

Conocemos como ‘dar un sablazo’ al acto de sacarle dinero a otra persona a través de la verborrea, habilidad para convencerlo y fingida promesa de que se lo devolverá. Normalmente suele tratarse de una cantidad importante de dinero. También es usada esta expresión cuando queremos referirnos al hecho de que en algún establecimiento nos han cobrado más de lo que esperábamos (‘menudo sablazo me han metido’).

¿De dónde surge la expresión ‘dar un sablazo’?

La locución proviene del término ‘sable’ (arma blanca semejante a la espada) y al hábil uso que tenían de esta quienes la utilizaban, quienes podían desarmar al contrincante (por ejemplo en un combate de esgrima) con un solo y astuto movimiento.

De ahí que se hiciera la analogía entre el arte de usar el sable y la habilidad para sacar el dinero a los demás a través de la palabrería.

Quienes disponían de tal facilidad para conseguirlo eran conocidos como ‘sablistas’ y el acto que realizaban era ‘sablear’ o un ‘sablazo’.

 

 

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¿De dónde surge la famosa expresión en catalán ‘Salut i força al canut!’?

Existe un popular saludo y brindis en catalán que dice «Salut i força al canut!» el cual podemos traducir literalmente como «¡Salud y fuerza en el canuto!». Lo curioso de esta expresión es que muchas son las personas que la utilizan dándole un carácter sexual al mismo, ya que esa fuerza al canuto a la que se refieren no es otra que la vigorosidad en el miembro viril (o sea, una buena erección).

¿De dónde surge la famosa expresión en catalán ‘Salut i força al canut!’?

Pero esto es algo erróneo y totalmente alejado del sentido original de la locución, que ya hace varios siglos atrás era utilizada por los campesinos (conocidos en Cataluña como payeses) y personas del entorno rural.

El ‘canut’ al que se refiere la expresión no es otra cosa que una especie de cilindro que antiguamente se llevaba atado a la cintura y en el que se guardaban las monedas. El término `força’ en catalán no solo se utiliza para referirse a la fuerza sino también es un sinónimo de ‘mucho’.

El decir Salut i força al canut! no era otra cosa que desear a la otra persona que tuviera una buena salud y que no le faltase el dinero dentro del canuto de monedas.

Existe una variante del saludo que es mucho más explícita en cuanto al sentido del deseo: «Salut i pessetes i el demés a fer punyetes» (Salud y pesetas y lo demás a hacer puñetas).

 

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

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¿De dónde proviene la expresión ‘Estar a dos velas’?

Cuando alguien está falto o justo de recursos económicos (o sea, que no tiene ni un céntimo) suele decirse que está ‘a dos velas’ y de unos cuantos años a esta parte se le ha dado una nueva acepción para referirse a aquella persona que lleva tiempo sin tener una relación sentimental/sexual.

¿De dónde proviene la expresión ‘Estar a dos velas’?

El origen del modismo está más que discutido, no poniéndose de acuerdo los expertos en etimología sobre cuál es la verdadera procedencia de la locución.

Por una parte encontramos a quienes defienden el origen de la expresión ofrecido por el filólogo gaditano José María Sbarbi (1834-1910) quien además también era sacerdote e indicó en su famoso diccionario de locuciones que ‘estar a dos velas’ provenía del acto de dejar la iglesia a oscuras tras finalizar la celebración de la misa, quedando únicamente iluminado el altar mayor por dos velas, lo que hacía que aquel templo quedara con un aspecto desangelado  y de pobreza.

En la red se puede encontrar numerosas páginas que dan como origen a la expresión una hipótesis defendida por el lexicógrafo navarro José María Iribarren (1906-1971) que situaba la procedencia del modismo en las timbas de cartas. Según Iribarren, antiguamente quien tenía la banca en la partida solía iluminarse con una vela a cada lado. En el momento en que un jugador tenía una buena racha, comenzaba a ganar y, por tanto, las monedas de esa banca a disminuir, ésta se quedaba sin dinero entre las dos velas. Una explicación que parece algo pilada por los pelos y que un gran número de etimólogos no defienden.

También hay quien indica que, probablemente, provenga del mundo náutico, de aquellas embarcaciones pequeñas y modestas (de personas con pocos recursos económicos) que tan solo tenían un par de velas.

Por último, encontramos una de las posibles explicaciones que puedan estar más cerca del verdadero origen (y muy próximo al supuesto defendido por José María Sbarbi) y es el que lo sitúa en los velatorios. Dependiendo del poder adquisitivo del fallecido la capilla ardiente tiene más pomposidad y el cadáver es rodeado por un mayor número de velas. El hecho de que un fallecido tan solo tuviera una vela a cada lado del féretro era un claro síntoma de la pobreza o ruina de éste.

 

 

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¿Cómo comprobaban antiguamente si una moneda era falsa?

Desde la antigüedad se ha estado acuñando monedas a base de metales como el oro, plata (o una aleación de ambos), cobre, bronce, vellón (aleación de cobre y plata) e incluso con aleaciones de níquel o plomo. Aquellos metales que no eran nobles solían ser bañados con alguna capa de oro o plata.

¿Cómo comprobaban antiguamente si una moneda era falsa?

Esto se ha estado llevando a la práctica desde la invención de la moneda como objeto de pago en transacciones comerciales (antes se usó la sal, piedras, el trueque de productos o animales…).

Pero llegó un momento en el que el acuñar monedas se convirtió en algo que casi cualquier persona con un poco de habilidad podía hacer y empezaron a aparecer piezas de dinero que realmente no tenían el valor que se les asignaba, debido a que se realizaban con metales baratos (como el níquel, plomo, cobre o bronce) y después eran bañados por oro o plata para hacerlas pasar por monedas de mayor valor.

Una de las tácticas utilizadas desde la antigüedad por los comerciantes para comprobar si se trataba de una moneda falsa con lo que le habían pagado (y que hoy en día todavía hay quien hace uso de ello, incluso en el mundo de la joyería) era usando lo que comúnmente se conoce como ‘piedra de toque’.

Ésta consistía en una piedra similar al mármol con la que se rayaba la moneda sospechosa y posteriormente se le añadía una gota de ácido nítrico, un potente líquido corrosivo. Si la moneda estaba acuñada con metal noble no ocurría absolutamente nada, pero si se había realizado con aleaciones de metales de baja calidad, la muesca que se le había hecho con la piedra de toque se ponía de color oscuro.

La muesca realizada con la piedra de toque también servía para ver el color interior de la moneda y comprobar con algunas muestras que se tenía a que metal o aleación correspondía.

Evidentemente existían otros métodos para detectar las monedas falsas, como podía ser midiéndolas, comprobando el peso, pegándoles un mordisco (si se doblaba o dejaba marcas profundos los dientes era señal de su falsedad) e incluso haciéndolas caer sobre una superficie (como un mármol) y dependiendo del sonido y rebote que pegase se podía averiguar.

 

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Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoro

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoro

Solemos tener asociado el concepto de inodoro con el de bacterias, suciedad y posibilidad de contraer alguna infección (evidentemente, cuando éste está en un establecimiento público) y por tal motivo tomamos todas las precauciones posibles para que ninguna parte de nuestro cuerpo toque o roce en él.

Pero no solemos ser conscientes que son muchas las ocasiones en que esos servicios en establecimientos públicos suelen ser limpiados y desinfectados a conciencia varias veces a lo largo del día pudiendo ser incluso mucho más higiénico que algunos de los objetos que a diario tocamos y que, verdaderamente, sí tienen una gran cantidad de bacterias que podrían ser altamente perjudiciales para nuestra salud.

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroPosiblemente, una de las cosas que más riesgo nos podría ocasionar es el dinero. Las monedas y billetes que a diario manejamos, con las que pagamos y nos devuelven el cambio han pasado (en la inmensa mayoría de casos) por miles de manos diferentes antes de llegar a nosotros. Manos que pueden estar sucias por infinidad de motivos e incluso haber pasado –antes de llegar a nosotros- por las manos de alguna persona enferma (incluso aquejada de cualquier patología infecciosa). De ahí que no sea nada aconsejable el ir toqueteando el dinero que llevamos en los bolsillos y debemos procurar lavarnos las manos después de haberlo tocado. Afortunadamente, hoy en día son muchos los comercios que tienen a una persona manejando el dinero diferente a la que sirve la comida o alimentos, aunque todavía hay lugares donde lo realiza el mismo trabajador.

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroPero no solo el dinero en metálico es un foco de bacterias, también lo son los cajeros automáticos a los que acudimos a sacarlo. Estos aparatos dispensan billetes día y noche, muchos suelen estar a la intemperie y al alcance de cualquier tipo de persona que toca el teclado o la pantalla para introducir la clave y la operación que desea realizar, convirtiéndose en un peligroso cultivo bacteriológico.

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroOtro elemento de uso cotidiano y en el que podemos encontrarnos con un gran número de bacterias son los carritos del supermercado. Son tocados y llevados por infinidad de personas, pero no solo la barra con la que se empuja está llena de esos indeseables microorganismos, sino la cesta donde depositamos los alimentos que después vamos a ingerir. Muchos son los progenitores que acuden a realizar la compra con sus hijos y lo más cómodo para ellos es colocar al pequeño dentro de la cesta, sin tener presente que los zapatos de éstos están sucios (pudiendo haber pisado cualquier desperdicio) y cuyas suelas tocan la parte donde después irá depositada la compra. También cabe destacar que en algunas ocasiones queda abandonado algún tipo de resto alimentario en el carro (por ejemplo una hoja de lechuga) y que puede acabar descomponiéndose allí durante varios días sin ser retirado ni limpiado, sobre todo en las grandes superficies en los que hay cientos de carros dispersados por un área muy grande y no son limpiados a diario.

Pero no todos los peligros bacteriológicos están fuera de nuestro hogar. En nuestra propia casa hay tres que se podrían llevar la palma:

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroEl mando a distancia. Un objeto que es utilizado a diario por todos los miembros de la familia (o personas que convivan en la misma casa), sin mirar si uno tiene las manos limpias, lo usa mientras está comiendo e incluso estando enfermo (que es uno de los momento en los que más tiempo se mira más la tele desde la cama o el sofá). Tampoco nos preocupamos demasiado si se nos cae al suelo o nuestra mascota lo lame… no solemos limpiarlo al momento, sino que le damos con el paño de tanto en tanto, cuando toca quitar el polvo. También debemos tener en cuenta los mandos a distancia que utilizamos cuando nos alojamos en un hotel, los cuales no siempre están limpios y desinfectados como otros objetos de la habitación (sobre todo aquellos mandos que están depositados en la recepción y que no son limpiados a diario en el momento que lo hace el servicio de habitaciones).

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroLa tabla de cortar los alimentos que tenemos en la cocina es otro importantísimo foco de bacterias si no tomamos las adecuadas precauciones. Muchas son las personas que tras usarlo solo le pasan un paño húmedo o bajo el chorro del grifo, pero que no lo limpian en profundidad y a conciencia. En ocasiones quedan pequeñísimos rastros de alimentos que acaban descomponiéndose. Esto es posible porque se quedan dentro de pequeños cortes que se ha hecho en la superficie de la tabla con el uso continuado. Es recomendable que, tras cada uso de la tabla, se deje sumergido en remojo con unas gotas de detergente –a poder ser bacteriológico e incluso lejía- y después frotar o rascar la superficie. Aclarar y secar bien antes de guardar (para que no aparezca moho).

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroPor último, en esta lista con media docena de objetos con bacterias, nos encontramos con el teclado del ordenador. Al igual que ocurre con el anteriormente mencionado mando a distancia, el teclado del ordenador es un foco de microorganismos y que utilizamos a menudo sin tener presente si nos hemos lavado las manos correctamente e incluso habiendo comido algo mientras lo usamos, dejando algunos restos. Evidentemente el riesgo del teclado de nuestra casa es ínfimamente pequeño al lado de los que se encuentran en lugares públicos, como puede ser en un cibercafé, locutorio o el hall de un hotel donde son usados por docenas de personas diferentes.

 

 

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¿Sabías que solemos utilizar incorrectamente el término ‘Dinero negro’?

¿Sabías que solemos utilizar incorrectamente el término ‘Dinero negro’?

Habitualmente se utiliza el término ‘dinero negro’ para referirnos a aquellas ganancias que se obtienen de forma ilícita de actividades ilegales y que queda fuera del control del fisco y las autoridades (por ejemplo a través de la droga, prostitución, extorsión, estafa, robo, juego ilegal, corrupción…).

Pero también es muy común utilizar generalizadamente ese mismo término para señalar aquel dinero que a pesar de haberse ganado de una manera lícita y a través de un trabajo remunerado (e incluso por la venta de algún bien, como puede ser, por ejemplo, un gran número de productos que se comercializan –compra/venta- a través de famosas aplicaciones de internet) y no ha sido declarado a la Hacienda Pública.

Pero en este caso esa denominación de dinero negro está mal aplicada, debido a que existe un término explicito con el que referirse a los dividendos ganados lícitamente pero que quedan fuera del control del fisco: ‘dinero gris’. Éste se obtiene a través de la realización de trabajos que no se cobran mediante factura y/o nómina o, como menciono en el párrafo anterior, es conseguido a través de la venta efectuada entre particulares, el cual no suele declararse y queda fuera del control de Hacienda.

Eso sí, aunque en ambos casos (dinero negro y dinero gris) el objetivo final de los infractores/evasores es hacer que el dinero quede fuera del control de Hacienda y no pagar impuestos por él, debemos diferenciar claramente que uno proviene de actividades ilegales (dinero negro) y el otro se ha ganado dentro de la legalidad aunque se ha escondido al fisco (dinero gris).

A veces podemos encontrar quien se refiere al dinero gris como ‘dinero en B’ o ‘dinero B’, debido a que éste suele ser anotado en una contabilidad paralela llamada comúnmente ‘caja B’.

Para aquellas ganancias que obtenemos de manera legítima y por las que tributamos legalmente puede utilizarse el término ‘dinero blanco’.

 

 

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¿De dónde proviene llamar ‘pasta’ al dinero?

¿De dónde proviene llamar ‘pasta’ al dinero?

Muchas son las personas que, de forma coloquial, utilizan el término ‘pasta’ para referirse al dinero y a pesar de que se cree erróneamente que dicho vocablo se trata de un modismo creado entre los jóvenes si los que tenéis más edad os ponéis a pensar seguro que os acordáis que hace muchos años ya se decía de ese modo y con idéntico sentido.

Y es que el hecho de llamar pasta al dinero viene de muy lejos, debido a que antiguamente se le otorgó el nombre de pasta a la porción de metal que era fundido y estaba sin labrar (trabajar) como el oro, plata, cobre, níquel…

Como bien sabréis, antiguamente las monedas no se realizaban industrialmente con máquinas (como en la actualidad) sino que eran hechas de forma artesanal y utilizando metal fundido (la mencionada pasta) con el que se acuñaban, de ahí que al dinero se le acabase llamando de forma coloquial pasta.

 

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¿Por qué no se puede imprimir más dinero cuando se necesita para pagar las deudas?

¿Por qué no se puede imprimir más dinero cuando se necesita para pagar las deudas?

Creo que esta es una de las cuestiones que más veces me han planteado, cada vez que he estado hablando con alguien sobre la crisis y el endeudamiento de un país. Y es que es muy frecuente mencionar estos conceptos y que el interlocutor me pregunte ¿y por qué el Estado no imprime más dinero para pagar las deudas? ¿por qué el banco central de cada país no imprime la cantidad que necesita en billetes de 500 euros para hacer frente a sus deudas?

Varios son los factores por los que no se realiza (y sobre todo no es recomendable hacerlo) pero, para explicároslo de una manera muy sencilla y rápida, uno de los principales es que cuanto más papel moneda (dinero) es expedido por un país menor es el valor de éste, debido a la ‘hiperinflación’ que ello provocaría y, por tanto, la deuda todavía sería mayor.

La cantidad de dinero en circulación en cualquier país está estrechamente vinculado con la oferta y la demanda y necesidades del país, pero el hecho de que se imprima más cantidad no quiere decir que se vaya a ser más rico, porque ese dinero de más haría perder el valor del conjunto. De ahí que esté vigilado y controlado por los diferentes bancos centrales y organismos económicos la cantidad de dinero en circulación (otro de los motivos por el que es también tan perseguida la evasión de capitales hacia el extranjero o paraísos fiscales).

En el caso de Europa es el Banco Central Europeo el encargado de autorizar la impresión de nuevas series de billetes. Normalmente cada país lo hace en función a la cantidad de billetes (y monedas, evidentemente) que necesita ir renovando y quitando de circulación por deterioro. Pero siempre es equivalente: tanto retiro y tanto imprimo nuevo.

En un país con exceso de papel moneda en circulación se perjudicaría seriamente a la economía del mismo (devaluación respecto a la divisa de los países vecinos) y debido a que a cuanto más dinero tuvieran los ciudadanos más gastarían en compras. Posiblemente estaréis pensando que esto no es malo del todo, pero sí lo es, porque al igual que el estancamiento económico genera crisis, la venta por encima de lo previsto provocaría que el género escasease y, por tanto, tuvieran que subir los precios de los productos de manera exagerada (ley de la oferta y la demanda) por lo que ¿quién estaría dispuesto a pagar por una barra de pan, por ejemplo, 200 euros?

Niños alemanes jugando con fajos de billetes de marcos durante la República de Weimar (Pinterest)

Niños alemanes jugando con fajos de billetes de marcos durante la República de Weimar (Pinterest)

Se utiliza como ejemplo práctico, cuando se plantea esta cuestión, el caso ocurrido en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, en el periodo conocido como República de Weimar, en el que el endeudamiento del país, tras el conflicto bélico, provocó una profunda crisis económica, la impresión masiva de papel moneda y la devaluación de la misma.

A partir de mediados de 1922 los precios se dispararon y, por seguir con el ejemplo del pan, la barra pasó de costar apenas 1 marco a tener que pagar por una alrededor de dos cientos mil millones de marcos (sí, habéis leído bien: 200.000.000.000).

Llegó incluso a haber un momento en el que el papel utilizado en cada billete tenía un valor muy superior al que marcaba en el mismo y salía más barato quemarlo para encender la chimenea que comprar leña o carbón.

Todo esto es el motivo por el que un país no puede ni debe imprimir más dinero cuando lo necesita para pagar sus deudas. Hay otros mecanismos para financiar la deuda y/o aplazarla para que no perjudique a la economía de un país y este no acabe en la ruina total.

 

 

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El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Nuestra lengua es rica en expresiones, refranes y aforismos que tratan sobre cualquier tema y ocasión. Los tenemos dedicados a temas meteorológicos, a las diferentes estaciones del año, a los meses y los que mencionan personas, lugares y animales (por poner unos pocos ejemplos).

Entre toda la amalgama de expresiones que existen hay algunas muy concretas en las que en el enunciado se menciona a algún animal, pero que, curiosamente, poco o nada tienen que ver realmente con los animales, ya que muchas de ellas han acabado nombrándolos por la perversión del lenguaje oral que ha ido pasando de una generación a otra o simplemente porque ese vocablo ha sido creado por alguna jerga (como el de la germanía) que lo utilizaban metafóricamente para referirse a otra cosa sin que los demás se enteraran.

Montar un pollo

La forma original (y correcta) de la expresión es ‘montar un poyo’, aunque el diccionario de la RAE admite desde hace unos años que se escriba ‘montar un pollo’ a pesar de que la locución no se refiera a la cría se la gallina.

El poyo (pollo) al que hace referencia es al podio o pequeña tribuna portátil (que tenía que ser montada) sobre las que se subían oradores que llegaban a una plaza pública y desde la que hablaban a los presentes. Normalmente eran consignas políticas que atacaban a algún partido político o al gobierno, por lo que, a menudo, solía armarse algún que otro altercado entre los asistentes y el orador. Dicha tribuna portátil  era conocida popularmente como ‘poyo’, un término que proviene de la palabra en latín ‘pódium’ y cuyo significado es ‘podio’.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener la mosca detrás de la oreja

La mosca a la que se refiere la expresión (que viene a indicarnos el acto de estar alerta, atento o expectante ante una situación) no es al insecto, sino a la ‘mecha’ (también llamada llave de mecha o serpentín) con la que antiguamente se encendía el arcabuz (arma de fuego utilizada entre los siglos XV y XVII) para hacerlo disparar. El soldado portador de dicha arma, también conocido como arcabucero, se colocaba la mecha sobre la oreja (del mismo modo que algunos operarios pueden ponerse un lapicero o alguien llevar un cigarrillo) y se mantenía alerta y preparado ante un posible ataque. En caso de necesidad solo tenía que echar rápidamente mano de ella, encender el arma y disparar.

Llevarse el gato al agua

El gato de esta expresión es una forma metafórica de indicar cómo se dejaba al adversario tras un ejercicio de resistencia y fuerza (a cuatro patas, o lo que es lo mismo… a gatas) y que ya se practicaba en la Antigua Grecia.

En sus inicios, este ejercicio se realizaba en las instrucciones militares y con los años ha acabado convirtiéndose es el famoso juego llamado ‘tira y afloja’, el cual consiste en que dos grupos contrincantes tiran cada uno desde una extremidad, hasta tumbar/arrastrar unos a los otros.

En sus orígenes se realizaba teniendo un charco o rio de por medio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua. De ahí que quedasen a gatas.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aburrirse como una ostra

El origen de la expresión no debemos buscarlo en el comportamiento de este preciado molusco (el cual, evidentemente, no se sabe si se aburre o no) sino al apócope de la palabra ‘ostracismo’, que era el término con que era conocido el destierro que se practicaba antiguamente la Antigua Grecia y al que se sometía a aquellos individuos que eran considerados como un ‘elemento peligroso para la comunidad’, teniendo que abandonar Atenas y permanecer exiliados y alejados de cualquier contacto con otras personas durante un tiempo (semanas, meses, años…). Ese destierro obligatorio los condenaba a estar lejos de la familia y vivir en soledad, y en consecuencia al aburrimiento, lo que dio origen a la expresión ‘aburrirse como un ostracista’, que, con el tiempo acabó en el apócope de ostra.

La palabra ostracismo no proviene de ‘ostra’ sino de óstrakon que es el modo al que se le llamaba a la concha de cerámica en la que se escribía el nombre de la persona a la que se quería desterrar.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aflojar la mosca

Nuevamente nos encontramos con otra expresión que utiliza el término ‘mosca’ y que no se refiere al insecto ni a una mecha (como la de la expresión ‘Tener la mosca detrás de la oreja’), sino que este fue un vocablo inventado y utilizado entre los pícaros y ladronzuelos del conocido como ‘Siglo de Oro’ (siglos XVI y XVII) para referirse al dinero con la intención de solo entenderse entre ellos.

Al dinero lo llamaban ‘mosca’, ya que éste lo conseguían como el que atrapa una mosca al vuelo (en clara referencia al insecto), quedando esas monedas bien sujetas en el puño del ladronzuelo. A la hora de repartir el botín con sus compinches se debía aflojar la mosca (abrir el puño para que los demás cogieran su parte).

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

 

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aquí hay gato encerrado

Sin dejar el Siglo de Oro ni a los pícaros ladrones, la expresión ‘aquí hay gato encerrado’ no hace referencia a minino alguno sino a la bolsa o talego en el que en esa época se guardaba el dinero.

Ese saquito con las monedas solía guardarse entre las ropas con el fin de no ser robado, pero la víctima que estaba en el punto de mira de los rateros era observado para ver si llevaba y dónde se lo metía, por lo que la consigna que se daban entre sí los ladrones era diciendo que había allí había ‘gato encerrado’ o, lo que es lo mismo, una bolsa escondida con dinero.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener vista de lince

En realidad la expresión debería ser ‘tener vista de Linceo’ y en su origen hacía referencia a un personaje de la mitología griega conocido por tener una vista prodigiosa (que alcanzaba hasta lo inimaginable y que incluso podía atravesar los objetos). Linceo fue uno de los argonautas que junto a Jason fueron a la búsqueda del ‘vellocino de oro’.

Con el tiempo la expresión cambió a ‘tener vista de lince’ y muchos fueron lo que creyeron que la locución provenía del felino, debido a que este animal también se le otorgaba una prodigiosa vista (de hecho el lince se llama así por Linceo).

Sudar como un cerdo

Los cerdos no sudan (al carecer de glándulas sudoríparas) y por tanto la locución no puede referirse al animal.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animalesEn realidad esta expresión la recibimos del inglés y es una traducción literal de su ‘Sweating Like A Pig!’ (¡sudar como un cerdo!), pero el cerdo al que se refiere la expresión anglosajona no es el animal sino el ‘pig iron’ (lo que en nuestra lengua se conoce como ‘arrabio’, que es el producto resultante de la fundición del hierro en un alto horno).

Los ingleses le dieron el nombre de ‘pig iron’ debido a que cuando el mineral era convertido en hierro líquido (fundiéndolo a temperaturas extremas) era pasado a unos moldes donde debía enfriarse sin ser movido. Ese molde recibía el nombre de ‘pigs’ debido a que recordaba por su forma  a las mamas de una cerda. Se sabía que ya estaba lo suficientemente frío para poder ser trasladado cuando se creaba una capa de rocío (sudor) sobre la placa: sweat pig (cerda sudorosa).

De ahí surgió la expresión ‘Sweating Like A Pig’ que nosotros tradujimos como ‘sudar como un cerdo’ (o una cerda) pero que nada tiene que ver con el animal o su transpiración y sí con el molde donde se deja enfriar el hierro fundido.

 

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¿De dónde surge la expresión ‘Aflojar la mosca’?

¿De dónde surge la expresión ‘Aflojar la mosca’?

La expresión ‘Aflojar la mosca’ es comúnmente utilizada, de forma informal, para indicar a alguien que debe pagar algo (ya sea una deuda, una ronda de copas entre amigos, la compra que ha realizado…).

Su origen lo encontramos en la época conocida como ‘Siglo de Oro’ (siglos XVI y XVII) en el que surgieron un gran número de vocablos entre los miembros de la germanía, pícaros y rufianes que tenían su propia jerga (vocabulario) para referirse a infinidad de cosas (sobre todo relacionadas con los actos delictivos) con el fin de entenderse solo entre ellos (un ejemplo es la expresión ‘hay gato encerrado’ y que hacía referencia a la bolsa de piel en la que se guardaba el dinero y se llevaba escondida entre la ropa).

Al dinero lo llamaban ‘mosca’, ya que éste lo conseguían como el que atrapa una mosca al vuelo (en clara referencia al insecto), quedando esas monedas bien sujetas en el puño del ladronzuelo. A la hora de repartir el botín con sus compinches debía aflojar la mosca (abrir el puño para que los demás cogieran su parte).

Muchos fueron los escritores de la época (Francisco de Quevedo es uno de ellos) a los que les gustaba utilizar en sus obras algunas de esas expresiones inventadas y utilizadas frecuentemente por los miembros de bandas de delincuentes.

 

 

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