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El curioso y religioso origen de la expresión ‘Poner en entredicho’

El curioso y religioso origen de la expresión ‘Poner en entredicho’

Se utiliza la expresión ‘poner en entredicho’ (o estar/quedar) para hacer referencia de una persona a la que, por algún motivo, cae una duda sobre su honor, honradez o respetabilidad.

Para encontrar el origen de la expresión debemos trasladarnos hasta un antiquísimo procedimiento jurídico conocido como interdicto que consistía en un juicio breve y por vía rápida en el que se resolvía provisionalmente una reclamación por daño inminente o por alguna posesión.

El interdicto, igualmente llamado entredicho (del latín interdictus), también se aplicó a través del ‘derecho canónico’ y consistía en una práctica eclesiástica por la que se prohibía/censuraba a alguna persona o lugar determinado a hacer uso de los santos oficios y/o sacramentos.

Se ponía a alguien en entredicho cuando cometía un acto de herejía, atentaba o difamaba contra algún miembro de la Iglesia Católica, celebraba oficios sin haber sido ordenado sacerdote, contraía matrimonio habiendo sido ordenado sacerdote o pertenecía a una comunidad como monja, incitaba a la desobediencia eclesiástica y un largo etcétera de motivos que eran puestos a consideración por las jerarquías eclesiásticas encargadas de velar por la moral y correcta conducta de los parroquianos.

El entredicho era considerado un ‘castigo provisional’, pero no una excomunión definitiva, por lo cual durante el periodo del mismo esa persona no podía formar parte de la congregación religiosa o recibir los santos sacramentos (exceptuando el bautismo en un recién nacido o recibir la eucaristía en el lecho de muerte, que no extremaunción).

El hecho de que una persona fuese puesta en entredicho hacía que ésta quedase señalada frente a la comunidad en la que vivía y un vestigio de la misma quedase ligada a ella perpetuamente, de ahí que con los años se utilizase expresiones como ‘estar/quedar/poner en entredicho’ para referirse a la duda existente sobre la honorabilidad de alguien.

 

 

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Fuentes de consulta: RAE / wordreference / etimologias.dechile / ‘Diccionario teolójico, canónico, jurídico’ de Justo Donoso / vatican
Fuente de la imagen: Lachlan Lardy (Flickr)

¿De dónde proviene la expresión ‘Calumnia, que algo queda’?

¿De dónde proviene la expresión ‘Calumnia, que algo queda’?

Hoy en día es sumamente fácil calumniar a alguien a través de la prensa amarilla o las redes sociales y crear toda una controversia alrededor de esa persona llegando a millones de internautas en un santiamén. El problema está cuando, tras haber hecho todas esas acusaciones falsas, al realizar una rectificación ésta ya no llega a toda esa gente a la que llegó la difamación, por lo que un rastro de duda sobre la honorabilidad del afectado queda pululando en el aire. Lamentablemente, la mayoría de ocasiones esos infundios se realizan de manera premeditada y con la intención de dañar la imagen de alguien.

A esta práctica se la conoce comúnmente como ‘Calumnia, que algo queda’. Como expresión llegó hasta nosotros a través del filósofo y escritor inglés Francis Bacon en su obra, de 1625, ‘De la dignidad y el crecimiento de la ciencia’ (De Dignitate et Argumentis Scientiarum) en la que aparece en la manera: ‘Calumniad con audacia; siempre quedará algo’.

Aunque en realidad, la expresión recogida por Bacon no era más que un antiquísimo dicho popular en latín: ‘Calumniare fortiter aliquid adhaerebit’ (La calumnia se adhieren fuertemente algo) que él había adaptado en su mencionado libro.

Posteriormente, en la obra de teatro ‘El barbero de Sevilla’ (también titulada ‘La precaución inútil’) que Pierre-Augustin de Beaumarchais escribió en 1775 aparecía en la forma ‘Calomniez, calomniez, il en reste toujours quelque chose’ (Calumnia, calumnia, siempre queda alguna cosa) y posteriormente, en 1810, la frase alcanzó el cenit de popularización tras ser incluida por el célebre compositor italiano Gioachino Rossini en su ópera ‘El barbero de Sevilla’ (basada en un libreto de Cesare Sterbini que a sus vez se basó en la obra de Beaumarchais) en la que la aria de la calumnia dice así:

La calunnia è un venticello,
un’auretta assai gentile
che insensibile, sottile,
leggermente, dolcemente
incomincia a sussurrar.

 

 

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Fuentes de consulta: Refranero Latino de Jesús Cantera Ortiz de Urbina / Diccionario de anécdotas, dichos, ilustraciones, locuciones y refranes de Rubén Gil / Del hecho al dicho de Gregorio Doval
Fuente de la imagen: densetsu-no-akira (deviantart)