Numerosas son las ocasiones en las que se utiliza la expresión ‘el regreso del hijo pródigo’ para referirse a alguien que ha estado ausente durante un tiempo y ha vuelto a su hogar. Pero el sentido que se le da en la locución al término ‘pródigo’ como referencia a un retorno es incorrecto.
El origen de la expresión ‘hijo pródigo’ lo encontramos en la parábola del Evangelio de Lucas (15. 1-3 / 11-32) en el que se relata como Jesús explicaba a sus discípulos (y a todo aquel que se le acercaba para escucharle) la historia de un hombre que tenía dos hijos y al que el menor le pidió que le diera su parte de la herencia. Así lo hizo el hombre y el joven se marchó, gastando y despilfarrando todo el capital recibido. Tiempo después, tras verse en la indigencia decidió volver junto a su padre y hermano. El progenitor lo recibió con los brazos abiertos, organizando un festejo para tal ocasión, algo que provocó que el primogénito se enfadase, ya que a él (que había permanecido todo ese tiempo junto al padre) nunca le organizó celebración alguna. La parábola acaba con la siguiente contestación por parte del padre:
[…]Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado[…]
Esta historia conocida como la ‘parábola del hijo pródigo’ es la que dio a conocer la mencionada expresión, pero tal y como indico al inicio del post, muchos son los que la utilizan para hacer referencia al acto del hijo que vuelve junto a su padre, pero en realidad el término ‘pródigo’ lo que significa es el que desperdicia (derrocha) y consume su hacienda (pertenencias, dinero) en gastos inútiles, sin medida ni razón, tal y como podemos encontrar en el Diccionario de la RAE.
Pero, este mismo diccionario, inexplicablemente se contradice al indicar en el significado que le da a la expresión ‘hijo pródigo’ que se trata del hijo que regresa al hogar paterno, después de haberlo abandonado durante un tiempo, tratando de independizarse, contradiciendo así a su propia acepción del término ‘pródigo’. Eso es así debido a que los académicos de la RAE han aceptado (incompresiblemente, según un buen número de expertos y lingüistas) el significado y uso incorrecto que se le ha dado a través de los años a la expresión.
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