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¿Sirve de algo poner una cuchara en una botella de cava para evitar que se escapen las burbujas?

¿Sirve de algo poner una cucharilla en una botella de cava para evitar que se escapen las burbujas?Este es uno más de los muchísimos mitos y costumbres que han llegado hasta nosotros, heredados directamente de generaciones pasadas.

Realmente hoy en día poner una cucharilla del revés dentro de una botella de champán, cava o cualquier vino espumoso, no sirve de nada, pero décadas atrás estaban convencidos de que sí y, aunque fuese de muy poquito, creían que algo hacía. Esta es la explicación del porqué…

Desde el mismo momento en que abrimos una botella el dióxido de carbono que contiene empieza a fugarse, pero hay algo que ayuda a ralentizar que se escapé el gas: el frío. Este es el motivo por el que es aconsejable mantener la botella bien fría en todo momento y suele servirse metida en una cubitera llena de hielo o agua muy fría (y ahí es donde debemos dejarla mientras no se haya consumido del todo). Si dejásemos la botella directamente sobre la mesa se calentaría y las burbujas se escaparían con muchísima más rapidez, pero al estar metida en frío la pérdida de gas es mucho más lenta.

Por eso, cuando no nos hemos terminado la botella y no queremos seguir bebiendo más en ese momento,  es muy aconsejable meter la botella directamente en la nevera, para que el frío haga su función de ralentizar que se escape el gas.

Evidentemente, el mejor remedio para que las burbujas no se escapen muy rápido es poniéndole un tapón hermético, pero no siempre tenemos uno a mano, por este motivo muchas son las personas que al guardar la botella, e incluso teniéndola sobre la mesa o metida en la cubitera, tienen la costumbre de colocar por la boca de la botella una cucharilla de metal del revés (normalmente de postre).

Como explicaba al inicio del post, este truco no es efectivo ni evita que se escapen las burbujas, pero hace muchos años, cuando los métodos de refrigeración no existían como hoy en día y no se tenía a mano una nevera o hielo para mantener fría la botella, estaban convencidos de que era útil hacerlo. Por aquel entonces lo que se hacía era colocar la cuchara (normalmente era de plata) para que el metal de la misma, como buen conductor del calor, extrajera éste del cuello de la botella y ayudase a que se mantuviera un poquito más fría (muy poco, evidentemente), ayudando a que no terminase de escapar todo el gas.

Ese es el motivo por el que hace muchos años se utilizaba este truco que hoy en día de nada sirve ya que en realidad lo que frena la fuga del carbónico es el frío y eso lo tenemos en el hielo o en el interior del frigorífico, tal y como se ha demostrado en múltiples experimentos científicos.

 

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Post publicado a raíz de una consulta realizada por Nely Fueyo en la página en Facebook de este blog
Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿Cuál es el origen del tenedor?

¿Cuál es el origen del tenedor?Es sorprendente ver cómo muchos de los utensilios de mesa, que utilizamos con asiduidad en nuestro día a día, fueron creados por la necesidad de ser usados. Por ejemplo, el cuchillo o la cuchara eran imprescindibles para poder cortar/matar y/o comer sopas, caldos o brebajes habiendo múltiples evidencias de su existencia  hace ya la friolera de 5.000 años (e incluso más).

Nuestros ancestros no precisaron el uso del tenedor ya que antiguamente era común comer (sin excepción de clases sociales ni rangos) cualquier alimento sólido con las manos o pinchando directamente con los afilados y bastos cuchillos, provocando éstos muchos accidentes y cortes involuntarios en la boca y encías.

La aparición del tenedor, como utensilio de mesa, no tuvo lugar hasta finales del siglo XI en el que una delicada princesa bizantina, llamada Teodora Ana Ducaina (hija del emperador Constantino X Ducas) se negó a tocar los alimentos, que debía ingerir, con sus delicados dedos.

La cándida Teodora mandó que se le fabricase algún tipo de artilugio con el que pinchar los alimentos y poder llevárselos a la boca sin tener que utilizar las manos ni el cuchillo para hacerlo. De ahí que apareciese un utensilio realizado de oro macizo (según explican algunas crónicas) y al que bautizaron con el nombre de fourchette (pincho) el cual estaba provisto de un par de púas.

Cabe destacar que el invento no tuvo éxito alguno, siendo denominado como ‘instrumento del diablo’ por la arcaica sociedad bizantina.  No sucedió así con la exquisita sociedad veneciana al trasladarse a vivir allí, en el año 1075, tras contraer matrimonio Teodora con Doménico Selvo, Gran Dux y máximo dirigente de la república veneciana.

En sus inicios, el fourchette tan solo era utilizado por la refinada clase alta, aunque su uso era escaso ya que la falta de costumbre provocó numerosos accidentes, algo que no ayudó a popularizar el invento y que no fue hasta bien entrado el siglo XVI en el que se trasladó y difundió su utilización en la selecta corte francesa, gran pionera de muchas modas de aquella época y que ayudó a la difusión y conocimiento popular del tenedor.

De ahí fue pasando de un país a otro a través de las diferentes casas reales y a su total popularización en los inicios del siglo XIX gracias a Thomas Coyat, un empedernido viajero británico que extendió el conocimiento de un gran número de costumbres europeas.

 

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