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El origen del nombre de los diferentes tamaños de botellas de vino

Comúnmente las botellas de vino o cualquier espumoso (cava, champán), suelen ser de 75 centilitros. A pesar de que esa medida es la estándar, en los comercios y algunos establecimientos de hostelería podemos encontrarnos con botellas de diferentes tamaños (más grandes y más pequeñas) y cada una tiene un nombre:

El origen del nombre de los diferentes tamaños de botellas de vino

Benjamín. Se trata de las botellas más pequeñas, cuya capacidad es de 18,7 centilitros, lo que equivale a un cuarto de la botella estándar, la medida exacta para servir una copa. También podemos encontrar que se denomina piccolo o split. El término benjamín proviene de un nombre bíblico.

Chopine. Un cuarto de litro o 25 centilitros. Es una medida poco común y a veces se ofrece como recuerdo en algún evento, no solo con vino, sino también de aceite. El término proviene del francés y este, a su vez, lo recibió del alemán schopen, cuyo significado escucharada’. Es curioso que el chopine en Francia se consideraba una medida equivalente a una  pinta de cerveza (algo más de 400 mililitros).

Demi. Las botellas cuya capacidad es de 37,5 centilitros son conocidas de este modo y también como  media botella, debido a que equivale a la mitad de la estándar. El término demi proviene del francés y significa ‘mitad’.

Jennie. Nombre que se le da a algunas botellas de medio litro (poco comunes) en las que se embotellan vinos dulces o generosos. Según indican algunas fuentes, la denominación proviene de un tipo de aguardiente que se embotellaba en Gales.

Clavelin. Extraña medida de 62 centilitros en el que se embotellaba el vino procedente de los viñeros de Jura (en el este de Francia). Parece ser que el 38 % del vino amarillo elaborado se perdía por evaporación natural, por lo que de cada litro quedaban esos 62 centilitros. La denominación clavelin proviene del apellido de la familia, que, en el siglo xviii, le encargó a una fábrica de vidrio de La Vieille-Loye que les fabricaran botellas de 0,62 litros para embotellar su preciado vino amarillo.

Estándar. Medida común del embotellado de vinos, espumosos y bebidas espirituosas. Son 75 centilitros, tal y como explico en la cabecera de la página.

Litro. Curiosamente una medida muy poco común para embotellar ese tipo de bebidas.

Mágnum. Tiene una capacidad de 1,5 litros. Su nombre proviene del latín y significa ‘grande’.

Marie Jeanne. Botella con capacidad de 2,25 litros, equivalente a tres botellas estándar y muy común en Francia para embotellar coñac o vino de Burdeos. Posiblemente reciba tal denominación en homenaje a  Juana de Arco.

Doble mágnum. Tres litros, cuatro botellas estándar y el doble de la botella mágnum, de ahí su nombre.  Curiosamente, en la región de la Borgoña esta medida se conoce como jeroboam (nombre de dos reyes de Israel)

Rehoboam. Cuatro litros y medio o seis botellas estándar. La denominación la recibe en honor al rey de Judá Roboam.

Matusalén. Nombre que reciben las botellas de 6 litros (equivalente a 8 de tamaño estándar). En Burdeos es conocido como imperial. La denominación matusalén hace referencia a uno de los patriarcas bíblicos.

Salmanazar. Nueve litros o 12 botellas de 75 centilitros. Corresponde al nombre del rey asirio que deportó las tribus de Israel. En algunos lugares esta medida también es denominada mordechai, por el nombre de un personaje del Antiguo Testamento.

Dame-jeanne o damajuana. Nombre recibido por una especie de garrafa de diez litros de capacidad en la que se embotellaba el vino de la Provenza. Parece ser que recibía dicha denominación de la reina Juana I de Nápoles, quien, según cuenta la leyenda, se refugió un día de tormenta en el taller de un maestro botellero; este le permitió a la monarca que soplase un recipiente y, gracias a su gran capacidad pulmonar, consiguió hacer, de un soplido, una botella de diez litros.

Baltasar. Este nombre de uno de los tres Reyes Magos va para la botella de 12 litros (16 de 0,75 centilitros de capacidad).

Nabucodonosor. Famoso gobernante de Babilonia que da nombre a las botellas de 15 litros (20 botellas estándar).

Melchor. Otro de los Reyes Magos que dio nombre a una botella de vino, en este caso las que tienen 18 litros de capacidad (equivalentes a 24 normales). Cabe destacar que en la Borgoña esta medida recibe el nombre del rey de Israel Salomón.

Melquisedec. Rey de Salem, este personaje bíblico da nombre a las botellas de 30 litros (40 estándares), cuyo peso supera los 50 kilos.

 

 

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¿Cuál es el origen del champán?

Durante mucho tiempo se le estuvo llamando champán (o champagne) a cierto tipo de vino espumoso (tal y como lo describe el Diccionario de la RAE), sin tener en cuenta su lugar de origen. Pero a principios de la década de los años 70, a partir del momento en el que se pusieron en marcha los Consejos de Regulación de Origen, éste nombre quedó sólo para el que se elaboraba en la región de Champagne-Ardenne, en el norte de Francia, obligando a tener que cambiar su denominación al resto de productores de  espumosos del otro lado de las fronteras galas; en este caso en España pasó a ser denominado como cava (siendo el elaborado en Cataluña el más célebre, aunque no el único del país).

¿Cuál es el origen del champán?

El origen del champán proviene de mediados del siglo XVII, cuando hacia 1657 (algún historiador indica que en 1660) un monje benedictino llamado Dom Pierre Pérignon estaba al cargo del cuidado de la bodega en la que fermentaba el vino elaborado en el convento.

Según cuenta la leyenda más extendida, al bueno de Pierre le dio por probar uno de esos caldos cuando todavía estaba en fermentación, notando que algo le explotaba en el paladar (las burbujas) y se apresuró a llamar a sus compañeros para que probasen esa delicia que le hacía estar bebiendo las estrellas. Parece ser que ese fue el momento en el que se descubrió lo que ha llegado hasta nosotros como el método champenoise.

Muchas han sido las empresas que desde entonces se dedicaron a la elaboración de champán, siendo una de las más famosas a nivel internacional la marca que homenajeaba a su descubridor Dom Pérignon, que comenzó a comercializar su preciado producto un 4 de agosto de 1936.

 

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Portada Vuelve el listo que todo lo sabe

 

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¿Por qué las botellas de vino y cava tienen una capacidad de 75 centilitros?

¿Por qué las botellas de vino y cava tienen una capacidad de 75 centilitros?

Días atrás, mientras estábamos disfrutando de una comida entre amigos, a la hora de los postres el camarero nos obsequió con una botella de cava y uno de los comensales presentes se percató de que su capacidad era de 75 centilitros (la misma cantidad que las botellas de vino que todavía estaban por allí). Evidentemente el siguiente paso fue preguntarme a mí por qué el vino y cava se embotella en esa medida y no en botellas de un litro.

Pues bien, no se sabe a ciencia cierta la verdadera razón, ya que dependiendo a qué fuente o experto le consultes te responderá una cosa distinta (de las varias hipótesis que existen).

Por una parte encontramos que esa cantidad de vino es la que se estipuló que era la adecuada para ser consumida diariamente por una persona durante la hora del almuerzo (sobre todo pensando en los obreros que debían de continuar trabajando después de comer). Si se sobrepasaba los 75cl en una sola ingesta ya era peligroso (tal y como se pensaba años atrás, evidentemente).

Otros defienden que se hizo porque 75cl es la cantidad exacta que cabe en seis copas de vino.

También hay quien asegura que fue tras adoptarse en el siglo XIX la unidad de medida en el Reino Unido del conocido como ‘galón imperial’ el cual equivalía a 4 litros y medio (o lo que es lo mismo 450 centilitros). Cuando los vinicultores franceses empezaron a comerciar con los ingleses vieron que éstos les pedían las cantidades en galones y como debían exportarlo en cajas donde cabían seis botellas decidieron hacer los envases de 75cl que daba como resultado un galón imperial -el que se usa en Gran Bretaña- 6x75cl= 450cl (algunas fuentes apuntan que eran cajas de 12 botellas, por tanto de dos galones).

Pero el posible origen que más personas defienden es el que indica que en los orígenes de hacer las botellas de vidrio a base del método del soplado, la capacidad pulmonar media de uno de esos artesanos era aproximadamente de 80cl y se optó por hacerlas de 75cl para dar un pequeño margen (hoy en día se realizan en cadena, pero antiguamente las botellas eran hechas una por una).

Cabe destacar que hay constancia de botellas de mayor tamaño en décadas posteriores y que la regularización en Europa se realizó a mediados de los años 1970 y posteriormente, a finales de esa década, se adoptó en otros continentes (aunque en lugar de indicar 75cl en algunos países –como EEUU o Australia- pone 750ml).

 

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Fuentes de consulta: wineintro / historiasdelaciencia / wallafaces / quora / vivancoculturadevino
Fuente de la imagen: Alfred López

¿Sabías que por el dibujo que hay en la base del corcho puedes saber qué tipo de cava estás bebiendo?

¿Sabías que por el dibujo que hay en la base del corcho puedes saber qué tipo de cava estás bebiendo?

Normalmente, a la hora de comprar una botella de cava o que nos la sirvan en un restaurante, nos fijamos en qué tipo es: Cava, Cava Reserva o Cava Gran Reserva (dependiendo del tiempo de crianza) y dentro de éstos la variedad a la que pertenece, según la cantidad de gramos de azúcar por litro que se le ha añadido al final del proceso de elaboración: Brut, Brut Nauture, Extra, Extra Seco, Seco, Semiseco y Dulce.

En la inmensa mayoría de ocasiones esa es toda la información que consultamos directamente de la etiqueta. Ahí también podremos encontrar todo tipo de info referente a la variedad de uva utilizada.

Pero no todos los cavas son ni saben igual y mucho menos algunos ‘vinos espumosos’ que en ocasiones nos sirven y/o venden como tal.

Para averiguar realmente qué tipo de elaboración ha tenido el espumoso que nos vamos a beber tan solo tenemos que observar, una vez descorchado, la base del tapón y dependiendo del dibujo que nos encontremos lo sabremos.

En la mayoría de corchos aparece una estrella de cuatro puntas (de 7 mm), lo cual nos está indicando que efectivamente se trata de cava y que ha sido elaborado respetando el método champagnoise.

Pero si lo que encontramos no es la mencionada estrella sino un rectángulo (de 7×2 milímetros) entonces nos hallamos frente a un espumoso que ha sido fermentado directamente en la botella.

Cuando es un círculo (de 7 mm de diámetro) lo que aparece, entonces se trata de ‘Granvas’, nombre que recibe el vino espumoso cuya segunda fermentación ha sido realizada en un depósito de cierre hermético, durante al menos tres semanas, y que posteriormente se transvasa a botellas para su comercialización.

Por último, si lo que hay dibujado en la base del corcho es un triángulo equilátero (7 milímetros por lado) de lo que se trata es de un vino espumoso, de calidad media y al que se le ha añadido el gas carbónico de forma artificial.

¿Sabías que por el dibujo que hay en la base del corcho puedes saber qué tipo de cava estás bebiendo? (tipos de corchos)

 

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Fuentes de consulta: institutdelcava / Consejo Regulador del Cava / diccionariogastronomico / protocolo.org / vinosalacarta
Fuente de las imágenes:  Wikimedia commons

¿Cuál es el origen de bautizar un barco estrellando una botella de champán?

¿Cuál es el origen de bautizar un barco estrellando una botella de champán?

Desde la antigüedad siempre se ha hecho algún tipo de ceremonia a la hora de inaugurar un barco y echarlo a navegar (lo que comúnmente se conoce como ‘hacer la botadura’).

Desde sacrificios de animales, pasando por grandes festines y celebraciones en honor a sus deidades fueron las formas en que civilizaciones como la romana, griega o egipcia (entre otras) realizaban los bautizos de sus embarcaciones.

Según fue avanzando el tiempo cada país, cultura o religión tenía su propia manera de hacerlo. Unos rociando de agua bendita por todo el barco, otros realizando una misa y había quien simplemente daba un discurso pomposo.

En la Edad Media se puso de moda el ‘apadrinar’ los barcos con una personalidad relevante que hacía un brindis desde la borda de la embarcación utilizando para ello una copa de oro y piedras preciosas incrustadas.

Parece ser que en el año 1610, a Enrique Estuardo (príncipe de Gales y heredero al trono de Inglaterra y Escocia) que por aquel entonces contaba con 16 años (falleció dos años después a causa de la fiebre tifoidea) no se le ocurrió otra cosa que, tras el brindis de inauguración de una embarcación, lanzar la valiosísima copa hacía la muchedumbre que allí se encontraba. Algo que causó furor y que en siguientes ocasiones siguió haciéndose en otras botaduras (aquel que la atrapaba se quedaba con ella, algo que hizo que cada vez que se bautizaba un navío fuese un acto multitudinario).

Pero llegó un momento, a finales del siglo XVII, en el que el ritmo de construcción de barcos en Inglaterra era tan alto que no salía a cuenta el hecho de lanzar la copa (además de provocar numerosas peleas por ser quien la atrapaba), por lo que se volvió a la tradición de realizar simplemente un brindis.

La primera constancia que existe de la utilización de una botella y que ésta se rompiera sobre el casco de la embarcación en el momento del bautizo es del 21 de octubre de 1797 durante la botadura del USS Constitution (una de las primeras fragatas de la Armada de los Estados Unidos) en el puerto de Boston. Durante aquel acto, el capitán James Sever agarró una botella de vino de madeira y la estrelló contra el bauprés (el mástil horizontal colocado en la proa).

Parece ser que de aquí surgió el romper una botella de algún tipo de licor (lo más común vino o whisky). Este ritual se fue extendiendo por otros países, adoptando esta tradición.

Durante mucho tiempo la forma de romper la botella era agarrándola por el cuello (boca abajo) y golpear contra el casco. Pero hubo más de una ocasión en el que quienes apadrinaban los barcos eran niños o niñas de corta edad, adolescentes o mujeres que no tenían fuerza suficiente para lograr romper de un golpe la botella, por lo que se optó por atarla a una cinta (que salía de uno de los mástiles) y desde cierta distancia y cogiendo impulso se lanzaban contra la embarcación.

No fue hasta bien entrado el siglo XIX que no comenzó a usarse la tradicional botella de champán. Fue a partir del momento en el que esta bebida espumosa se había hecho muy popular entre las clases altas y el hecho de usar esta bebida para los actos de botadura le confería un aire aristocrático, además de glamuroso.

Desde entonces la mayoría de actos en los que se ha bautizado una nueva embarcación se ha realizado con champán (o cava en nuestro país).

Eso sí, en algunas ocasiones se han utilizado otro tipo de bebidas (sobre todo en aquellos lugares en los que se destilaba) como es el caso que tuvo lugar el 4 de julio de 2014 y en el que la reina Isabel II inauguró el portaaviones ‘HMS Queen Elizabeth’ y para la ocasión estrelló una botella de whisky escoces que se destilaba en la misma población en la que se realizó dicha botadura.

 

Lee y descubre en este blog otros post con curiosidades históricas

 

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¿Sirve de algo poner una cuchara en una botella de cava para evitar que se escapen las burbujas?

¿Sirve de algo poner una cucharilla en una botella de cava para evitar que se escapen las burbujas?Este es uno más de los muchísimos mitos y costumbres que han llegado hasta nosotros, heredados directamente de generaciones pasadas.

Realmente hoy en día poner una cucharilla del revés dentro de una botella de champán, cava o cualquier vino espumoso, no sirve de nada, pero décadas atrás estaban convencidos de que sí y, aunque fuese de muy poquito, creían que algo hacía. Esta es la explicación del porqué…

Desde el mismo momento en que abrimos una botella el dióxido de carbono que contiene empieza a fugarse, pero hay algo que ayuda a ralentizar que se escapé el gas: el frío. Este es el motivo por el que es aconsejable mantener la botella bien fría en todo momento y suele servirse metida en una cubitera llena de hielo o agua muy fría (y ahí es donde debemos dejarla mientras no se haya consumido del todo). Si dejásemos la botella directamente sobre la mesa se calentaría y las burbujas se escaparían con muchísima más rapidez, pero al estar metida en frío la pérdida de gas es mucho más lenta.

Por eso, cuando no nos hemos terminado la botella y no queremos seguir bebiendo más en ese momento,  es muy aconsejable meter la botella directamente en la nevera, para que el frío haga su función de ralentizar que se escape el gas.

Evidentemente, el mejor remedio para que las burbujas no se escapen muy rápido es poniéndole un tapón hermético, pero no siempre tenemos uno a mano, por este motivo muchas son las personas que al guardar la botella, e incluso teniéndola sobre la mesa o metida en la cubitera, tienen la costumbre de colocar por la boca de la botella una cucharilla de metal del revés (normalmente de postre).

Como explicaba al inicio del post, este truco no es efectivo ni evita que se escapen las burbujas, pero hace muchos años, cuando los métodos de refrigeración no existían como hoy en día y no se tenía a mano una nevera o hielo para mantener fría la botella, estaban convencidos de que era útil hacerlo. Por aquel entonces lo que se hacía era colocar la cuchara (normalmente era de plata) para que el metal de la misma, como buen conductor del calor, extrajera éste del cuello de la botella y ayudase a que se mantuviera un poquito más fría (muy poco, evidentemente), ayudando a que no terminase de escapar todo el gas.

Ese es el motivo por el que hace muchos años se utilizaba este truco que hoy en día de nada sirve ya que en realidad lo que frena la fuga del carbónico es el frío y eso lo tenemos en el hielo o en el interior del frigorífico, tal y como se ha demostrado en múltiples experimentos científicos.

 

Lee y descubre más historias como esta en el apartado ‘Destripando Mitos’

 

 

 

Post publicado a raíz de una consulta realizada por Nely Fueyo en la página en Facebook de este blog
Fuente de la imagen: Wikimedia commons

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Muchas son las veces en las que no sabíamos que existía un término concreto con el que llamar o definir a ciertas cosas. Y es que, en realidad, todo tiene un nombre pero en infinidad de ocasiones lo desconocemos, por eso en este post os voy a dar unos cuantos ejemplos de cosas, hechos y partes del cuerpo que tienen nombre y que seguramente la mayoría de vosotros desconocíais…

Luquete - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Luquete:

La rodaja de naranja o limón que se introduce en algunas bebidas

 

 

 

 

 

Lemniscata - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Lemniscata:

Nombre con el que se conoce al símbolo de infinito (curva plana similar a un ocho volteado)

 

 

 

Jeme - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Jeme:

Es una unidad de medida. Si separamos el máximo posible los dedos índice y pulgar, un jeme es la distancia que queda entre ambos

 

 

 

 

Petricor - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Petricor:

Es el característico olor de la lluvia cuando cae sobre una superficie seca

 

 

 

 

Trago - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Trago:

Es la prominencia de la oreja que está situada delante del conducto auditivo

 

 

 

 

Filtrum - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Filtrum:

El surco que tenemos situado entre nuestra nariz y el labio superior

 

Vagido - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Vagido:

Es el llanto o gemido de un recién nacido

 

 

 

 

Artejo - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Artejo:

Los nudillos de los dedos

 

 

 

Hallux - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Hallux:

Dedo gordo del pie

 

 

 

 

Recazo - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Recazo:

La parte del cuchillo que no corta (la opuesta al filo)

 

 

Agrafe - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Agrafe:

Nombre que se le da a las grapas y piezas metálicas utilizadas para sujetar el cierre de las botellas

 

 

Escrupulillo - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Escrupulillo:

La bolita que hay dentro de un cascabel para que suene

 

 

 

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