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¿De dónde surge el mito de que los bebés los trae una cigüeña desde París?

Todos lo hemos dicho o escuchado en alguna ocasión aquella frase típica de que los bebés vienen de París y los trae una cigüeña. Una respuesta que se da a los más pequeños cuando se interesan por saber de dónde vienen los niños (sobre todo cuando llega un hermanito nuevo a casa).

¿De dónde surge el mito de que los bebés los trae una cigüeña desde París?

En realidad, esta recurrente contestación, es una mezcla de diferentes historias, cuentos y leyendas que desde hace muchos siglos se han ido explicando en las diferentes culturas y países y que ha llegado hasta nuestros días en esta forma.

Si nos ponemos a bucear por la red o en libros antiguos podremos encontrar que cada autor nos explica una versión u origen diferente e incluso algunos con detalles en común.

Lo primero que debemos hacer es separar cigüeña y París, ya que ambas cosas se explicaban por separado y con el tiempo acabó unificadas y explicándose en la misma historia.

Por un lado tenemos la milenaria creencia de muchos pueblos y culturas que veía a las cigüeñas como un ave sagrada y que traía suerte y prosperidad. Nuestros antepasados se dieron cuenta de que con la entrada de la primavera regresaban las cigüeñas de su migración y  ¿De dónde surge el mito de que los bebés los trae una cigüeña desde París?con ellas traían los días de más luz y calor, época en la que era tradición celebrar los enlaces matrimoniales por aquel entonces y que, tras la noche de bodas, muchas esposas quedaban embarazadas.

También se fijaron que una de las principales cosas que hacían las cigüeñas, tras su regreso, era hacer su nido en el punto más alto que encontraban (normalmente una torre o campanario) y allí ponían sus huevos y tenían a sus crías, a las que alimentaban y cuidaban con esmero.

Podemos encontrar que tanto en la mitología griega, romana, germana o escandinava hay múltiples referencias a las cigüeñas como un pájaro de buenaventura y prosperidad.

Todo ello hizo que con el tiempo se tuviera el convencimiento de que el regreso de las cigüeñas y noticia de la llegada de un bebé estuviesen relacionas.

Fue a partir de ahí que muchos autores escribieran cuentos y relatos en los que se explicaba que la dicha a una familia llegaba a través de un recién nacido que había sido llevado por una cigüeña. Entre ellos encontramos a Hans Christian Andersen quien, en 1838, publicó un relato corto titulado ‘Las cigüeñas’  y que hacía referencia al mito de que estas eran las portadoras de bebés (aunque ese no era en lo que se centraba dicha historia, que realmente era algo cruel, como otros cuentos de este célebre autor danés).

Hoy en día se nos representa la cigüeña portando un bebé que va cómodamente tumbado o envuelto en una especie de sábana, pero antiguamente se tenía el convencimiento de que los recién nacidos eran agarrados por el pescuezo y transportados por estas aves directamente con el pico. Esto llevó a denominar como ‘mordisco de cigüeña’ a los ‘hemangiomas cervicales’ (Nevus flammeus nuchae), una mancha rojiza que aparece en la nuca de algunos recién nacidos y que suele desaparecer antes de haber cumplido el primer año de vida en el 95 % de los casos.

Sobre la creencia de que los niños vienen de París también se juntan varias historias y creencias.

Por un lado está la costumbre que surgió, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, de ir a la capital francesa en el viaje de ‘Luna de miel’, el cual se convirtió en el principal destino de los recién casados y de ahí que se la denomine ‘la ciudad del amor’ (evidentemente de aquellas parejas que, económicamente, se lo podían permitir). Muchas eran las recién casadas que regresaban habiendo quedado embarazadas, por lo que rápidamente surgió el dicho de que ‘traían un bebé de París’.

También nos encontramos con una antiquísima leyenda que se hizo muy popular varios siglos atrás y que explicaba la historia de un humilde matrimonio de Alsacia (noreste de Francia) cuyo mayor deseo era tener un hijo y que un año recibieron la visita de una pareja de cigüeñas que construyeron su nido en la salida de la chimenea de su hogar; el esposo, al subir hasta allí para ver por qué el humo de la chimenea no tiraba hacia arriba, encontró a un recién nacido que había sido dejado por las aves. Este relato (con numerosísimas variantes) se hizo muy célebre en la Edad Media y, según parece, era común explicar que los bebés provenían de Alsacia.

Muchos son los que opinan que con el tiempo se cambió la localidad de Alsacia por la de París, aunque la mayoría de los expertos señalan que son orígenes diferentes y que es más que probable que el origen real sea el que he explicado un par de párrafos más arriba y que tenía que ver con el viaje realizado por los recién casados a la capital de Francia.

 

 

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Post realizado como respuesta a una consulta que me han hecho llegar desde el legendario programa radiofónico ‘La nit dels ignorants 3.0’ de Catalunya Ràdio a través de Twiter

Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons (1) / pixabay / Wikimedia comons (2)

¿De dónde procede la expresión ‘El que no llora, no mama’?

¿De dónde procede la expresión ‘El que no llora, no mama’?A través del apartado de contacto, Ramón I. Sanz me hace llegar un correo en el que me consulta sobre la procedencia y significado de la expresión ‘El que no llora, no mama’.

La procedencia de la expresión ‘El que no llora, no mama’ debemos buscarla en los niños pequeños que todavía no hablan (sobre todo los bebés) y que reclaman su comida (el mamar la leche del pecho materno o biberón) a través del llanto.

Llorando es como se comunican y a través del los diferentes tonos del llanto los padres pueden distinguir si lo que tiene es hambre, sueño o alguna molestia o dolor.  Por lo tanto, si un bebé no llorase cuando tiene hambre no podría recibir su ración de alimento.

Este es el motivo que dio origen a esta famosa expresión, que también podemos encontrarla en la forma de ‘quien no llora, no mama’ y que se utiliza comúnmente para indicar que si se quiere lograr algo, hay que pretenderlo e, incluso, solicitarlo repetidas veces o despertando la compasión; tal y como indica el Centro Virtual Cervantes.

Pero esta expresión no es exclusiva de nuestra lengua, encontrándonos que en otros idiomas también tiene sus propias analogías:

En inglés suele decirse: The squeaking wheel gets the grease’ (La rueda que chirría recibe la grasa); en francés: ‘Qui ne demande rien, n’a rien’ (Quien no pregunta, no tiene nada); alemán: ‘Wer nichts verlangt, bekommt auch nichts’ (El que nada pide, nada recibe); euskera: ‘Arran mihi gabea ugarrak jan’ (El cencerro sin badajo lo come la roña).

En los idiomas italiano: ‘Chi non piange, non poppa; portugués: ‘Quem não chora, não mama’; catalá: ‘Qui no plora, no mama’ y gallego: ‘O que non chora non mama’ tiene el mismo significado y se dice de la misma forma.

En algunos países hispanoamericanos lo encontramos en la forma: ‘Guagua que no llora, no mama siendo ‘guagua’ una forma cariñosa de referirse al bebé/niño (no confundir con el autobús, también llamado así).

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas expresiones

 

Fuente de la imagen: clipartbest

¿Por qué se usa el color azul para los niños y el rosa para las niñas?

Sara G. me hace llegar una consulta vía e-mail en la que me pregunta «¿Por qué se usa el color azul para los niños y el rosa para las niñas?»
Versiones sobre el porqué hay varias. Por un lado, en el libro «El mundo y sus porqués» de Selecciones Reader’s Digest nos dice:

Los investigadores afirman que en la Inglaterra anglosajona de los siglos V y VI, los bebés varones eran más apreciados que las niñas. Según una creencia general, espíritus malignos omnipresentes visitarían la cuna y dañarían o se llevarían al bebé si éste era niño. El azul, color poderoso porque proviene del cielo, ahuyentaría a estas fuerzas maléficas.
En esa época, las niñas carecían de un color protector. Más tarde, en Alemania, una leyenda sostenía que las niñas provenían de una rosa color de rosa, y se acostumbraba vestir a las niñas de ese color. Tal costumbre se mezcló con la británica de vestir a los varones de color azul y se difundió a otros países del mundo occidental.

En un reportaje de TV3 llamado Colors en Sèrie daban la siguiente explicación:

Hasta el siglo pasado, el azul siempre había sido un color femenino mientras que el rojo masculino. Prueba de ello es que la Virgen siempre viste con un velo azul y Jesús crucificado se tapa con un velo rojo.
Azul son Venus y la Luna (astros femeninos), mientras que Marte (astro masculino) es rojo. A finales del siglo XIX los colores pastel se pusieron de moda (rosa y azul). Cuando la moda paso, se considero a estos colores infantiles, así que se empezó a vestir a los niños de rosa y a las niñas de azul pastel.
No fue hasta el siglo XX durante la primera Guerra Mundial que se asoció el azul al hombre. El motivo fue que los marines americanos iban con chaquetas azules (azul marino). Los carteles que ensalzaban el heroísmo de los marines poblaban todas la paredes. Se puso de moda vestir a los niños de «marineritos». En pocos años los colores se intercambiaron y, por esto, hoy en día los niños son azules y las niñas rosas.
Otro tema es el príncipe azul. El nombre de príncipe azul proviene de una época donde el bronceado se consideraba del populacho. Así, los príncipes y nobles tenían la piel tan blanca que se les veían las venas azules.