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El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Nuestra lengua es rica en expresiones, refranes y aforismos que tratan sobre cualquier tema y ocasión. Los tenemos dedicados a temas meteorológicos, a las diferentes estaciones del año, a los meses y los que mencionan personas, lugares y animales (por poner unos pocos ejemplos).

Entre toda la amalgama de expresiones que existen hay algunas muy concretas en las que en el enunciado se menciona a algún animal, pero que, curiosamente, poco o nada tienen que ver realmente con los animales, ya que muchas de ellas han acabado nombrándolos por la perversión del lenguaje oral que ha ido pasando de una generación a otra o simplemente porque ese vocablo ha sido creado por alguna jerga (como el de la germanía) que lo utilizaban metafóricamente para referirse a otra cosa sin que los demás se enteraran.

Montar un pollo

La forma original (y correcta) de la expresión es ‘montar un poyo’, aunque el diccionario de la RAE admite desde hace unos años que se escriba ‘montar un pollo’ a pesar de que la locución no se refiera a la cría se la gallina.

El poyo (pollo) al que hace referencia es al podio o pequeña tribuna portátil (que tenía que ser montada) sobre las que se subían oradores que llegaban a una plaza pública y desde la que hablaban a los presentes. Normalmente eran consignas políticas que atacaban a algún partido político o al gobierno, por lo que, a menudo, solía armarse algún que otro altercado entre los asistentes y el orador. Dicha tribuna portátil  era conocida popularmente como ‘poyo’, un término que proviene de la palabra en latín ‘pódium’ y cuyo significado es ‘podio’.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener la mosca detrás de la oreja

La mosca a la que se refiere la expresión (que viene a indicarnos el acto de estar alerta, atento o expectante ante una situación) no es al insecto, sino a la ‘mecha’ (también llamada llave de mecha o serpentín) con la que antiguamente se encendía el arcabuz (arma de fuego utilizada entre los siglos XV y XVII) para hacerlo disparar. El soldado portador de dicha arma, también conocido como arcabucero, se colocaba la mecha sobre la oreja (del mismo modo que algunos operarios pueden ponerse un lapicero o alguien llevar un cigarrillo) y se mantenía alerta y preparado ante un posible ataque. En caso de necesidad solo tenía que echar rápidamente mano de ella, encender el arma y disparar.

Llevarse el gato al agua

El gato de esta expresión es una forma metafórica de indicar cómo se dejaba al adversario tras un ejercicio de resistencia y fuerza (a cuatro patas, o lo que es lo mismo… a gatas) y que ya se practicaba en la Antigua Grecia.

En sus inicios, este ejercicio se realizaba en las instrucciones militares y con los años ha acabado convirtiéndose es el famoso juego llamado ‘tira y afloja’, el cual consiste en que dos grupos contrincantes tiran cada uno desde una extremidad, hasta tumbar/arrastrar unos a los otros.

En sus orígenes se realizaba teniendo un charco o rio de por medio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua. De ahí que quedasen a gatas.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aburrirse como una ostra

El origen de la expresión no debemos buscarlo en el comportamiento de este preciado molusco (el cual, evidentemente, no se sabe si se aburre o no) sino al apócope de la palabra ‘ostracismo’, que era el término con que era conocido el destierro que se practicaba antiguamente la Antigua Grecia y al que se sometía a aquellos individuos que eran considerados como un ‘elemento peligroso para la comunidad’, teniendo que abandonar Atenas y permanecer exiliados y alejados de cualquier contacto con otras personas durante un tiempo (semanas, meses, años…). Ese destierro obligatorio los condenaba a estar lejos de la familia y vivir en soledad, y en consecuencia al aburrimiento, lo que dio origen a la expresión ‘aburrirse como un ostracista’, que, con el tiempo acabó en el apócope de ostra.

La palabra ostracismo no proviene de ‘ostra’ sino de óstrakon que es el modo al que se le llamaba a la concha de cerámica en la que se escribía el nombre de la persona a la que se quería desterrar.

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Aflojar la mosca

Nuevamente nos encontramos con otra expresión que utiliza el término ‘mosca’ y que no se refiere al insecto ni a una mecha (como la de la expresión ‘Tener la mosca detrás de la oreja’), sino que este fue un vocablo inventado y utilizado entre los pícaros y ladronzuelos del conocido como ‘Siglo de Oro’ (siglos XVI y XVII) para referirse al dinero con la intención de solo entenderse entre ellos.

Al dinero lo llamaban ‘mosca’, ya que éste lo conseguían como el que atrapa una mosca al vuelo (en clara referencia al insecto), quedando esas monedas bien sujetas en el puño del ladronzuelo. A la hora de repartir el botín con sus compinches se debía aflojar la mosca (abrir el puño para que los demás cogieran su parte).

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

 

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Aquí hay gato encerrado

Sin dejar el Siglo de Oro ni a los pícaros ladrones, la expresión ‘aquí hay gato encerrado’ no hace referencia a minino alguno sino a la bolsa o talego en el que en esa época se guardaba el dinero.

Ese saquito con las monedas solía guardarse entre las ropas con el fin de no ser robado, pero la víctima que estaba en el punto de mira de los rateros era observado para ver si llevaba y dónde se lo metía, por lo que la consigna que se daban entre sí los ladrones era diciendo que había allí había ‘gato encerrado’ o, lo que es lo mismo, una bolsa escondida con dinero.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener vista de lince

En realidad la expresión debería ser ‘tener vista de Linceo’ y en su origen hacía referencia a un personaje de la mitología griega conocido por tener una vista prodigiosa (que alcanzaba hasta lo inimaginable y que incluso podía atravesar los objetos). Linceo fue uno de los argonautas que junto a Jason fueron a la búsqueda del ‘vellocino de oro’.

Con el tiempo la expresión cambió a ‘tener vista de lince’ y muchos fueron lo que creyeron que la locución provenía del felino, debido a que este animal también se le otorgaba una prodigiosa vista (de hecho el lince se llama así por Linceo).

Sudar como un cerdo

Los cerdos no sudan (al carecer de glándulas sudoríparas) y por tanto la locución no puede referirse al animal.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animalesEn realidad esta expresión la recibimos del inglés y es una traducción literal de su ‘Sweating Like A Pig!’ (¡sudar como un cerdo!), pero el cerdo al que se refiere la expresión anglosajona no es el animal sino el ‘pig iron’ (lo que en nuestra lengua se conoce como ‘arrabio’, que es el producto resultante de la fundición del hierro en un alto horno).

Los ingleses le dieron el nombre de ‘pig iron’ debido a que cuando el mineral era convertido en hierro líquido (fundiéndolo a temperaturas extremas) era pasado a unos moldes donde debía enfriarse sin ser movido. Ese molde recibía el nombre de ‘pigs’ debido a que recordaba por su forma  a las mamas de una cerda. Se sabía que ya estaba lo suficientemente frío para poder ser trasladado cuando se creaba una capa de rocío (sudor) sobre la placa: sweat pig (cerda sudorosa).

De ahí surgió la expresión ‘Sweating Like A Pig’ que nosotros tradujimos como ‘sudar como un cerdo’ (o una cerda) pero que nada tiene que ver con el animal o su transpiración y sí con el molde donde se deja enfriar el hierro fundido.

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

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Fuentes de las imágenes: Leonard Bentley (Fickr)ocesaronada / captura Youtube / Wikimedia commons / pixabay / Wikimedia commons / fifasoccerblog / ariescbautista

Etimologías curiosas: Cuando algunas expresiones no significan lo que creemos

Etimologías Curiosas: Cuando algunas expresiones no significan lo que creemos

Desde que inicié mi andadura en el blog ‘Ya está el listo que todo lo sabe’, en enero de 2006, muchas son las curiosidades con las que me he encontrado, descubriendo y aprendiendo un sinfín de orígenes etimológicos de términos y expresiones de uso cotidiano. Una de las cosas más fascinantes fue el llegar a descubrir significados diferentes para algunas de ellas y, sobre todo, la procedencia de un buen puñado que era totalmente diferente al que creía o esperaba.

Como en todos los trabajos, el de buscar el origen y porqué de curiosidades tiene sus riesgos, pues un pequeño despiste puede llevarte a una conclusión errónea y, por lo tanto, a meter la pata.

Meter la pata

Y hablando de ‘meter la pata’ esta es una de esas frases hechas, y de uso muy común por parte de muchísima gente, cuyo origen etimológico nos guarda una pequeña sorpresa, debido a que la mayoría de nosotros estábamos convencidos de que la ‘pata’ a la que se refiere la expresión era la extremidad de un animal. Pero no, nada tiene que ver con fiera alguna, sino que el protagonista del dicho es nada más y nada menos que el mismísimo ‘diablo’, ya que resulta que en sus orígenes, la expresión era era ‘mentar a Pateta’(nombrar al diablo) y no ‘meter la pata’ tal y como la conocemos y decimos actualmente. Desde bien antiguo el término ‘Pateta’ se utilizó para referirse al diablo, tal y como recoge el Diccionario de la RAE.

Mentar a Pateta era síntoma de mala suerte, de llamar al infortunio, siendo muy popular y ampliamente utilizado, por lo que sufrió una lógica transformación con el transcurrir de los años debido al boca a boca y popularización en el lenguaje cotidiano, cambiando el original ‘mentar’ por ‘meter’ y a ‘Pateta’ por la ya mencionada ‘pata’.

De ahí que cuando ‘metemos la pata’ en algo (o sea, cometemos una torpeza inoportuna) ésta no es más que una travesura realizada por el mismo diablo, quien se está inmiscuyendo en nuestros asuntos.

Tener la mosca detrás de la oreja

Etimologías Curiosas: Cuando algunas expresiones no significan lo que creemosPero esta no es la única expresión cuyo significado u origen es diferente al que se le da habitualmente. Otra de esas frases hechas y de gran arraigo popular con una etimología curiosa es ‘tener la mosca detrás de la oreja’, que vendría a indicarnos el acto de estar alerta, atento o expectante ante una situación.

Y al igual que la anterior frase, muchos son los que daban por seguro que la ‘mosca’ del dicho algo tenía que ver con el reino animal, pero no es así, ya que en este caso la mosca no es un insecto que revolotea y nos molesta con su zumbido alrededor de nuestro pabellón auditivo, sino que se trata de una ‘mecha’ (también llamada llave de mechaserpentín) con la que antiguamente se encendía el arcabuz (arma de fuego anterior al mosquete) para hacerlo disparar. El soldado portador de dicha arma, también conocido como arcabucero, se colocaba la mecha sobre la oreja (del mismo modo que algunos operarios pueden ponerse un lapicero o alguien llevar un cigarrillo) y se mantenía alerta y preparado ante un posible ataque. En caso de necesidad solo tenía que echar rápidamente mano de ella, encender el arma y disparar.

Llevarse el gato al agua

Y como no hay dos sin tres, otra famosísima expresión de la lengua española que tiene a un animal (o eso parece) como protagonista es la de ‘llevarse el gato al agua’, que, al igual que las otras dos frases, nada tiene que ver con un felino al que hay que meter en remojo.

El gato de este dicho es una forma metafórica de indicar cómo se dejaba al adversario tras un ejercicio de resistencia y fuerza (a cuatro patas, o lo que es lo mismo… a gatas) y que ya se practicaba en la Antigua Grecia. En sus inicios, este ejercicio se realizaba en las instrucciones militares y con los años ha acabado convirtiéndose es el famoso juego llamado ‘tira y afloja’, el cual consiste en que dos grupos contrincantes tiran cada uno desde una extremidad, hasta tumbar/arrastrar unos a los otros.

En sus orígenes se realizaba teniendo un charco o rio de por medio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua. De ahí que quedasen a gatas.

Pedante

Etimologías Curiosas Cuando algunas expresiones no significan lo que creemosDejando los animales atrás, también podemos encontrarnos con otras expresiones y términos con etimologías curiosas, que con el transcurrir del tiempo se ha modificado su sentido. Un ejemplo claro es la palabra ‘pedante’ la cual se utiliza para referirnos a una persona ‘engreída y que hace alarde inoportuno de sus conocimientos’, tal y como nos indica la RAE.

Pero en sus orígenes ese no era su verdadero significado ni tenía esa connotación negativa, todo lo contrario. Pedante era como se le llamaba antiguamente a los maestros que enseñaban a domicilio, yendo a los hogares de los propios niños a enseñarles, entre otras cosas, la gramática. Dicha palabra que servía para referirse a ese tipo de maestro pasó a tener la connotación negativa por una sencilla razón: muchos eran los maestros que se ofrecían para ir a dar las lecciones a los hogares y pocas las casas a las que ir, por lo que las pruebas para acceder a dicho trabajo, que realizaban los señores que querían contratar a un profesor que fuese a enseñar a sus hijos, eran muy estrictas y selectivas.

Ello provocaba que cada aspirante al puesto fuese altamente preparado y dispuesto a saber más que el otro, por lo que esa rivalidad entre candidatos hacía que sobresaliesen aquellos más resabidos y listos, siendo los elegidos para el empleo de pedante, por lo que con el tiempo se comenzó a utilizar este término para referirse al tipo de personas engreídas y que hacen un excesivo alarde de erudición y/o sabiduría (la tengan o no).

Darle margaritas a los cerdos

La famosa expresión ‘darle margaritas a los cerdos’ también tiene una peculiaridad debido a un error de traducción. Dicha frase, cuyo origen es una cita bíblica (Mateo, 7:6), se utilizaba para explicar cómo se pueden desperdiciar cosas buenas en personas que no lo merecen.

En realidad, hubo un error de traducción al castellano, ya que la palabra original no era margarita sino la griega margaron, cuya traducción literal es perla.

Es en ese error donde se origina el uso en la lengua española de dicha expresión y de ahí que se popularizase como ‘darle margaritas a los cerdos’, en lugar de la más acertada ‘darle perlas a los cerdos’, mucho más ajustada al significado original, pues, desde luego, es un mayor desperdicio.

La expresión se popularizó de tal forma que muchas fueron las personas que utilizaban el término ‘margarita’ para referirse a las perlas, algo que hizo que con los años la propia RAE acabase admitiendo ambas palabras como sinónimas.

Cabe destacar que el mencionado ‘margaron’ es también el término que el químico francés Hyppolyte Mège-Mouriès utilizó en 1869 para dar nombre a su invento: ‘la margarina’, debido al color nacarado de dicho producto, que le recordaba al de una ‘perla’.

Etimologías Curiosas: Cuando algunas expresiones no significan lo que creemos

 

Fuentes de las imágenes: pixabay ocesaronada / pixabay Wikimedia commons /
Parte de este artículo fue publicado en enero de 2014 como colaboración del proyecto examtime

¿Sabías que la expresión ‘tener la mosca detrás de la oreja’ no tiene nada que ver con el insecto?

Cuando alguien está atento a algo que puede suceder y no quiere que le pille desprevenido, se suele utilizar la expresión “tener la mosca detrás de la oreja”, aunque podemos encontrar la variante (también válida) “estar con la mosca detrás de la oreja”.

Muchos son los que señalan como origen de la expresión al molesto zumbido que causa una mosca cuando anda revoloteando a nuestro alrededor y activamos el estado de alerta para poder darle caza.

Pero lejos de la creencia popular que vinculaba al insecto con el dicho, en realidad nada tiene que ver.

La ‘mosca’ a la que se refiere la expresión es la ‘mecha’ (también llamada llave de mechaserpentín) que se  utilizaba antiguamente  para encender el arcabuz y hacerlo disparar. El soldado portador de dicha arma, también conocido como arcabucero, tras usar y apagar la mecha, se la colocaba sobre la oreja (del mismo modo que algunos operarios pueden ponerse un lapicero o alguien lleva un cigarrillo).

El colocarse ahí la ‘mosca’ le ayudaba a tenerla fácilmente localizada en caso de necesidad y echar rápidamente mano de ella; de ese gesto viene la connotación de que se aplicase al hecho de estar atento y/o prevenido.

Así que ya sabéis… la próxima vez que estéis con la mosca detrás de la oreja no penséis en el insecto, sino en los mosqueteros.

 

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Fuentes de consulta: ‘Lexicografía y enseñanza de la lengua española’, Juan Antonio Moya Corral – Marcin Sosiński / ‘Hablar bien no cuesta tanto’, Pancracio Celdrán Gomariz
Fuente de la imagen: aireandome

“Grandes y pequeños inventos españoles” (I)

España ha sido siempre un país prolífico en inventos. Aquí os traigo la primera parte de una lista con unos cuantos de esos “Grandes y pequeños inventos españoles”.

La Grapadora En 1920 se fundó en Éibar (Guipúzcoa) una sociedad denominada “El Casco” , cuya inicial actividad se centró en la producción de revólveres, destinados principalmente a la exportación. A partir de 1929, la crisis económica mundial obligó a “El Casco” a reconvertirse, lo que hizo que, a mediados de los años treinta, sus socios fundadores lanzaran al mercado la grapadora, diseñada por ellos mismos (Juan Solozábal y Juan Olive).

El Afilalápices El afilalápices llegó en 1945, creado por Ignacio Urresti. El primer modelo de éste tenía un peso de algo menos de kilo y medio, y parece una mezcla entre un molinillo de café y una cámara fotográfica de visor vertical.

La Bota La Bota es originaría de Navarra. Es un recipiente flexible, de piel de cabra, que permite conservar el vino, llevarlo consigo y beberlo cuando a uno le apetezca echándoselo directamente al gaznate.

El Porrón El porrón es originario de Cataluña, y se utilizaba para servir el vino en la mesa. De vidrio o cerámica, aún hoy se emplea como objeto más o menos decorativo o tradicional. Su nombre proviene de una variedad de pato buceador, cuya forma es semejante a la del porrón.

El Botijo El botijo es una pieza de alfarería cuya utilidad es mantener fresca el agua, mediante su evaporación en la arcilla porosa de que está fabricado.

El Submarino En 1859, el catalán Narcis Monturiol diseñó y construyó un buque sumergible impulsado manualmente. Pero esto no suponía ventaja alguna, hasta que, cinco años más tarde, incorporó a su nave un sistema de propulsión de vapor, el primero de la historia. También tiene mucha importancia la innovación de Isaac Peral , nacido en Cartagena en 1851. Su carrera profesional se inició en la Marina, aunque también ostentó el título de ingeniero. Sólo vivió cuarenta y cuatro años (pues lo mató un tumor cerebral), pero en ese tiempo tuvo oportunidad de introducir una invención que revolucionaría el mundo de la navegación: un buque submarino impulsado por energía eléctrica. La idea se centraba en diseñar y construir una nave de guerra, cuyo principal objetivo era poder disparar torpedos sin ser vista, protegida bajo la superficie de las aguas. Así, el proyecto se inició en Cádiz en 1887. En menos de un año, el submarino fue botado con éxito. Fabricado en acero, sus características técnicas comprendían un peso de casi ochenta toneladas, autonomía de casi cuatrocientas millas náuticas (más de setecientos kilómetros), una eslora de veintidós metros, sistemas de inmersión y propulsión eléctricos, doble hélice, un tubo lanzatorpedos y capacidad para dos de estos ingenios, cuyo alcance se cifraba en unos doscientos metros. Por desgracia, la Marina española no juzgó el proyecto lo bastante interesante, y rechazó la construcción en serie del submarino de Peral. Además de este revolucionario invento, Isaac Peral fue padre de otras innovaciones, como el acumulador eléctrico que incorporaba el submarino, un tipo de ametralladora accionada por electricidad y un proyector lumínico.

El Cóctel Molotov Curiosamente, el nombre de este cóctel es ruso, se desarrolló tal y como ha llegado hasta hoy en Finlandia en 1939, y fue inventado, en una variedad algo distinta, por el ejército republicano español, que lo utilizó durante la Guerra Civil . El cóctel español no es estrictamente un cóctel Molotov, aunque es similar y anterior al que crearon y utilizaron los finlandeses en su guerra de invierno contra la URSS. Molotov (que significa “martillo” en ruso) era el apodo del revolucionario, periodista y político Viacheslav Mijáilovich Skriabin , y su nombre ha quedado indisolublemente ligado al cóctel por ser responsable de la producción en masa de esta arma durante la Segunda Guerra Mundial . Su utilidad principal es la guerrilla urbana y el ataque con pocos medios a fuerzas superiores, propiciadas por su facilidad de elaboración.

El Autogiro El ingeniero Juan de la Cierva inventó y construyó este tipo de aeronave en la década de 1920. El invento consiste en el fuselaje de un avión convencional, que dispone de una hélice frontal y un motor, y por encima del conjunto un rotor libre, que gira con la presión del aire generada durante el impulso horizontal del aparato, creando sustentación vertical. De este modo, el autogiro es capaz de prescindir de alas, o emplear unas muy simples. Un inicial problema con el que se enfrentó La Cierva consistió en superar la inercia de rotación que inducía el rotor (hoy evitada en los helicópteros mediante un pequeño rotor de cola o dos rotores contrarrotantes). Esta particularidad del rotor del autogiro, propiciada por girar siempre en un mismo sentido, la venció el ingeniero mediante un sistema de articulación que permitía al rotor inclinarse según las necesidades del vuelo. Además, este método permite maniobrar el aparato sin timones de dirección ni alerones.

El Arcabuz Fue el primer “cañón” portátil, aunque el vocablo arcabuz proviene del holandés, y significa “cañón de gancho”. Se inventó hacia 1450, siendo la primera vez que era posible para un solo hombre transportar y disparar un cañón. El que se tratara de un arma portátil no debe confundirse con que pudiera dispararse a pulso. Los primeros arcabuces disponían de un soporte, como las grandes ametralladoras actuales. La pólvora se cargaba por detrás de la bala, y el proceso era tan lento y complejo que se disponían alabarderos en torno a los arcabuceros para protegerlos en combate mientras efectuaban las recargas. Poco a poco, el arcabuz fue perfeccionándose y aligerándose, hasta que llegó a ser posible dispararlo apoyándolo en el hombro. Para la segunda mitad del siglo XVI, el arcabuz se transformó en el mosquete, cuyo disparo era más potente y efectivo.

El Chupa Chups Innovación sencilla donde las haya: un palo hincado en un caramelo. Pero el chupa chups supuso una revolución en el mundo de estas golosinas. Con el palito, los niños podían comerse el caramelo con menor riesgo de atragantarse o de mancharse. Eel personaje de la televisión llamado Kojak popularizó universalmente el chupa chups, que llegó incluso a consumirse en el consejo supremo del partido comunista chino. Corrían los años cincuenta y España empezaba a recuperarse del desastre de la Guerra Civil. En este marco, Enric Bernat , un empresario con visión y ambición, que provenía de una estirpe de confiteros cuyo abuelo fue el primero en fabricar caramelos en España, tuvo la idea feliz de ponerle el palito al caramelo. La primera de estas golosinas, con palo de madera, apareció en 1958, y se comercializó al precio de una peseta, lo que no era especialmente barato. La sociedad se denominó inicialmente Granja Asturias, S.A.; aunque pronto –en 1964–, y visto ya el éxito del producto, cambió a su nombre actual: Chupa Chups, S.A. La difusión mundial del chupa chups comenzó enseguida. En los años setenta se comercializaba en países como Estados Unidos, la Unión Soviética, Japón, Alemania, México o Australia. Hoy día, sus ventas llegan a ciento setenta países, es decir, prácticamente a todo el mundo.

La Fregona Este invento lo ideó un ingeniero y oficial del Ejército del Aire, llamado Manuel Jalón Corominas , en 1956. La primera fregona se probó con éxito en Zaragoza. Consistía en un palo de escoba que, en su parte inferior, disponía de un penacho de fajas de algodón (la mopa). Estas fajas se escurrían en un cubo con unos rodillos que se accionaban por medio de un pedal. A partir de entonces se fue perfeccionando hasta que en 1965 empezó a fabricarse en plástico y con la apariencia que a todos nos es familiar. Manuel Jalón llegó a exportar su invento a más de treinta países y las ventas alcanzaron los tres millones de unidades al año.

El Cigarrillo Aunque el tabaco es una planta originaría de America, y también lo es el modo básico de liar sus hojas en forma de “canutos”, o cigarros puros, el cigarrillo es un invento genuinamente español. Se debe a los mendigos de la ciudad de Sevilla, que en el siglo XVI empezaron a aprovechar los desperdicios del tabaco y a liarlos en finas hojas de papel de arroz. Pero no fue hasta 1825 cuando los cigarrillos empezaron a ser empaquetados y comercializados. Las primeras cajetillas manufacturadas iniciaron su venta en 1833, de la que data también el nombre de “cigarrillo”. La primera cajetilla comercial, de veinticinco unidades, tenía por nombre “Cigarrillos Superiores”. A partir de 1887, la venta de este producto estuvo monopolizada por la Compañía Arrendataria de Tabacos, antepasado de la famosa Tabacalera, ahora convertida en el grupo Altadis.

Más información sobre “Grandes y pequeños inventos españoles” AQUÍ (Pdf)