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¿Por qué movemos los brazos al andar?

Si alguna vez has tratado de caminar con los brazos quietos, probablemente hayas notado que te sientes incómodo y antinatural, y muchas son las personas que se preguntan la razón por la que, de manera instintiva y automática, movemos los brazos al caminar.

¿Por qué movemos los brazos al andar?

Algunos científicos sugieren que el balanceo de los brazos es una reliquia evolutiva sin ningún propósito evidente, heredada de nuestros ancestros cuadrúpedos.

Pero la explicación científica que puede estar más cerca de la respuesta es la que dio en 2009 un equipo de investigadores formado por miembros de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) y de la Universidad de Tecnología de Delft (Países Bajos) quienes decidieron estudiar el movimiento de los brazos al caminar para determinar su función exacta.

Los investigadores construyeron un modelo mecánico para analizar las dinámicas del movimiento del brazo y también reclutaron a 10 voluntarios para caminar con diferentes patrones de oscilación de brazos. Los resultados fueron sorprendentes: mantener los brazos quietos mientras se anda requiere un 12% más de energía metabólica que si se mueven. Además, andar con oscilación opuesta a la habitual, moviendo el brazo derecho con el pie izquierdo y el izquierdo con el pie derecho, resultó en un aumento del 26% en el gasto de energía.

Según los investigadores, coordinar las piernas con los brazos al caminar hace que se gaste un doce por ciento menos de energía metabólica. Mover los brazos también contrarresta el movimiento de giro o tuerca que crea el cuerpo al mover las piernas por un camino recto y suaviza el movimiento de andar, reduciendo el gasto de energía de los músculos de las piernas.

Así que la próxima vez que te preguntes por qué mueves los brazos al caminar, ya sabes la respuesta: es para ahorrar energía y hacer que caminar sea más fácil.

 

 

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Fuente de la imagen: publicdomainpictures

¿Por qué salir a caminar nos ayuda a pensar?

¿Por qué salir a caminar nos ayuda a pensar?

Tiempo atrás os traía al blog la curiosa anécdota de cómo el poeta Wallace Stevens encontraba la inspiración mientras daba largos paseos, en los que iba anotando en trozos de papel todo lo que se le iba ocurriendo mientras caminaba.

Y es que está demostrado que el echar a caminar, cuando uno necesita tener una idea, es uno  de los más efectivos métodos para conseguir que las musas de la inspiración vengan a visitarnos.

Yo mismo puedo dar fe de que así es (al menos en mi caso). Diariamente me paso un gran número de horas sentado frente al ordenador o consultando infinidad de libros donde encontrar información con la que escribir los posts que publico en los diferentes blogs en los que trabajo, para mi próximo libro, las charlas que imparto o mis colaboraciones radiofónicas. Hay momentos en el que la actividad es tal que acabo bloqueándome y soy incapaz de escribir dos párrafos seguidos sin que me quede en blanco. Es cuando decido levantarme de la silla y comienzo a caminar de un lado para el otro del pasillo o salgo a dar un paseo por los alrededores de mi casa.

Y la verdad es que es mano de santo, tras unos minutos caminando comienzan a fluir las ideas y palabras que hace tan solo un instante era incapaz de encontrar.

Todo se debe a los cambios que experimenta nuestro organismo en el momento que nos levantamos de la silla y echamos a caminar. Solo por el hecho de andar un poco nuestro corazón comienza a bombear más rápido, enviando mucha más sangre  a nuestro diferentes órganos (entre ellos el cerebro) y permitiendo que llegue oxígeno con mayor frecuencia. Esto provoca que los procesos mentales se realicen con mayor agilidad y más eficazmente.

En un estudio realizado por la Universidad de Stanford, los investigadores  Marily Oppezzo y Daniel Schwartz sometieron a 176 voluntarios a diferentes pruebas, determinando la eficacia de caminar a la hora de conseguir que las ideas fluyan y podamos pensar mucho mejor mientras andamos.

Da lo mismo si lo hacemos en nuestra propia habitación, yendo pasillo arriba y abajo (como es mi caso en algunas ocasiones), si andamos sobre una cinta, por la calle o en el campo… nuestro corazón bombea más rápido y nuestro cerebro recibe más sangre y oxigeno, una combinación perfecta para inspirarnos.

Eso sí, el estudio señala que esos paseos son muy beneficiosos a la hora de intentar ser creativos y tener diversas ideas o puntos de vista, pero no lo es tanto a la hora de tener que concentrarnos para encontrar una solución concreta, una única y especifica respuesta, debido a que los paseos favorecen a nuestra creatividad pero nos dispersan de la concentración.

También nuestra creatividad puede ir en aumento cuanto más atractivo es el entorno que elegimos para dar el paseo, no siendo lo mismo caminar sobre la cinta en casa que hacerlo en el campo.

 

 

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Fuentes de consulta: cookingideas / stanford / newyorker
Fuente de la imagen: Feans (Flickr)