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¿Por qué cuando nos ponemos nerviosos se nos suele secar la boca?

Una de las sensaciones más desagradables que puedes experimentar cuando tratas de dar una charla ante un auditorio (aparte de quedarte en blanco) es notar que la boca se te va quedando seca, lo cual provoca que cueste cada vez más pronunciar adecuadamente, hasta que recurrimos a un botellín de agua (que debemos tener estratégicamente controlado) y tras dar un sorbo todo vuelve a la normalidad.

¿Por qué cuando nos ponemos nerviosos se nos suele secar la boca?

El hecho de que se nos ocurra es debido al momento de nerviosismo por el que, algunas personas, pasamos en el momento de estar y hablar frente al público (personalmente, por muchos años que lleve dedicándome a la divulgación, en todos los eventos en los que he participado me ha sucedido) y el responsable directo de la sequedad bucal es nuestro cerebro o, mejor dicho, las áreas del mismo (frontales e hipocampo) que se activan en momentos de estrés o ansiedad, lo cual afecta directamente a las glándula salivales y provoca que estas no hagan su correcta función de producir el líquido acuoso (saliva) que permite mantener la boca hidratada (y que ayuda a tragar los alimentos ingeridos a la hora de comer).

Ante un estado de estrés o nerviosismo nuestro cerebro se pone alerta, aunque sin detectar si por lo que estamos pasando realmente es por un momento de peligro o no. Así que pone toda su atención en preparar nuestro organismo para liberarnos de ese instante de angustia y, entre otras cosas, contrae los vasos sanguíneos que riegan las mencionadas glándulas salivales las cuales no expelen saliva hacia nuestra boca.

Curiosamente, el notar que la boca se nos está secando provoca que nuestro grado de nerviosismo vaya en aumento, lo cual empeora la cosa. De ahí que sea conveniente tener bien localizado algún vaso o botellín de agua (o llevarlo en la mano en el momento de dar la charla). Incluso algunos oradores experimentados aconsejan llevar algunos granos de sal en un bolsillo e introducírselos en la boca en el momento en el que se note la sequedad, ya que el cloruro sódico ayuda a que se activen las glándulas salivales.

El ‘síndrome de la boca seca’ también conocido como Xerostomia’, término que procede de los vocablos griegos ‘xeros’ (seco) y ‘stoma’ (boca).

 

 

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¿Cuál es el origen de la expresión ‘Bailarle el agua a alguien’?

Se utiliza expresiones como ‘Bailar el agua’ o ‘Bailarle el agua a alguien’ para referirse al hecho de halagar y adular a una persona (lo que hoy en día diríamos como ‘hacerle la pelota’).

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Bailarle el agua a alguien’?

El origen de este tipo de locuciones proviene del hecho de que, en los días calurosos de verano, las personas del servicio al ver llegar a sus amos a la casa refrescaban ésta echando agua en el suelo y paredes (evidentemente en una época en la que no existían los ventiladores ni el aire acondicionado).

De ese modo el ambiente se refrescaba y era una forma de hacer que los señores de la casa se sintieran a gusto y satisfechos.

El hecho de lanzar el agua sobre esas superficies hacía que ésta, al chocar contra las baldosas y los azulejos, resbalase y saltase dando la sensación de que estuviera bailando.

No se sabe a ciencia cierta en qué momento de originó pero existen varias evidencias escritas de inicios del siglo XVII en la que se menciona dicha expresión. Entre ellas en el capítulo IV de la segunda parte de ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha’ de Miguel de Cervantes en la que Sancho Panza le dice al bachiller Sansón Carrasco (en referencia a su amo Don qujote):

[…]Pero, sobre todo, aviso a mi señor que si me ha de llevar consigo, ha de ser con condición que él se lo ha de batallar todo, y que yo no he de estar obligado a otra cosa que a mirar por su persona en lo que tocare a su limpieza y a su regalo; que en esto yo le bailaré el agua delante; pero pensar que tengo de poner mano a la espada, aunque sea contra villanos malandrines de hacha y capellina, es pensar en lo escusado.[…]

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Bailarle el agua a alguien’?

En esa misma época encontramos que el famoso lexicógrafo Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española, publicado en el año 1611, incorporó dicha expresión, en la forma ‘Bailar el agua delante’, con la siguiente acepción:

[…]Bailar el agua delante es servir con gran diligencia y prontitud, está tomada esta manera de hablar de las criadas que en tiempos de verano, cuando sus amos vienen de fuera refrescan las piezas, y los patines con mucha destreza, y el agua va saltando por los ladrillos y azulejos, que parece baila[…]

 

 

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Destripando mitos: la orina no alivia la picadura de una medusa

Destripando mitos: la orina no alivia la picadura de una medusa

En septiembre de 1997 (hace ya la friolera de 20 años) se emitía el primer capítulo de la cuarta temporada de la serie ‘Friends’, posiblemente la mejor sitcom que se ha emitido por televisión y que mejores resultados de audiencia ha tenido. Llevaba por título ‘El de la medusa’ y la trama se sitúa en que durante la estancia en la playa Mónica ha sufrido la picadura de una medusa y para mitigar el dolor Chadler orinó en ella, debido a que habían visto en Discovery Channel que era un remedio eficaz (al pie de este post tenéis un vídeo de YouTube con la mencionada escena).

Pero este famoso y conocido remedio no surgió de la mencionada serie (a pesar de que la mayoría de su millonaria audiencia así lo creyera y decidiera seguir el consejo a partir de entonces), sino que se trata de una costumbre que prevalece desde hace muchísimo tiempo (siglos) y que hemos heredado de los entornos más rurales, en los que antiguamente se le atribuía una serie de propiedades altamente curativas a la orina y que en realidad no era tan eficaz ni servía para todo (tal y como nuestros antepasado creían).

El hecho de orinar sobre la picadura de una medusa en realidad no sirve para nada y, según en qué ocasiones, incluso podría ser hasta contraproducente hacerlo (además de antihigiénico).

Por un lado hay que indicar que en la mayoría de los casos las medusas no pican, sino que el dolor nos lo produce el simple hecho de haber rozado nuestra piel con uno de sus tentáculos, los cuales van cargados de veneno que al contacto con la piel humana se convierte en tóxico.

El orinar sobre la herirá (que se localiza alrededor de la parte que ha entrado en contacto con el tentáculo y que produce un fuerte dolor y picor muy semejante a un quemazón) puede llegar a provocar que, al mezclarse con la toxina que la medusa ha dejado en nuestra piel, haga una reacción química que empeore y aumente el dolor.

Otra de las cosas que no debemos hacer es echar agua dulce ya que ésta puede provocar que los nematocistos adheridos a la piel, tras la picadura o roce de la medusa, liberen más tóxico, por eso es muy importante intentar quitar todo tipo de resto de tentáculos que pueda haber quedado pegado en nuestra piel, pero no debe realizarse frotando con un paño o con lo dedos sino intentar hacerlo con la ayuda de unas pinzas.

Tras haber recibido la picadura de una medusa lo primero que hay que hacer es salir del mar (con el fin de evitar un shock anafiláctico que podría provocarnos un ahogamiento). El siguiente paso será limpiar la herida con suero salino o en su defecto agua de mar (nunca agua dulce) y aplicar un poco de frío a través de hielo, el cual debe estar envuelto en un paño (jamás en contacto directo con nuestra piel).

Afortunadamente la presencia de personal de socorro en las playas es cada vez más numeroso y la rápida intervención de un socorrista puede mitigar en gran medida el dolor.

 

 

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Fuentes de consulta: scientificamerican / livescience / socorrismo.com / mapama.gob.es
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¿Es cierto que los koalas no necesitan beber agua?

¿Es cierto que los koalas no necesitan beber agua?

El koala es un simpático y pequeño mamífero marsupial originario de Australia y que es común verlo viviendo en soledad subido en una rama.

La mayor parte de su tiempo la pasan durmiendo y las pocas horas que están despiertos (alrededor de cuatro horas al día) las aprovechan para comer hojas de eucalipto (que es de lo que se basa generalmente su dieta alimenticia), aunque a falta de este árbol pueden comer hojas de otras especies.

Comúnmente se dice que los koalas no necesitan beber agua para subsistir, pero esta es una afirmación correcta solo en parte.

Gracias a la gran cantidad de agua que posee el eucalipto (se calcula que este tipo de árboles pueden llegar a consumir más de veinte litros de agua al día), al alimentarse el koala de sus hojas cubre de este modo y en gran medida la cantidad de líquido elemento que necesitaría para subsistir.

El hecho de tener poca actividad (y por ende un consumo de energía mínimo), además de poseer un metabolismo lento, hace que precise de poca agua, por eso las koalas hembras no suelen necesitar beber agua adicionalmente.

Pero en los koalas machos la cosa cambia un poco, porque sí que suele necesitar algo más de agua de la que las propias hojas le proporcionan, por lo que beben el líquido que sale tras arañar el tronco del eucalipto.

Cada vez es más común ver a un koala bebiendo agua y ello es debido a la subida de temperatura consecuencia del cambio climático.

 

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Fuentes de consulta: nationalgeographic / The University of Sydney / cienciaenfurecida / koalainfo
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La insalubre costumbre de beber agua de un vaso que lleva varios días en la mesita de noche

La insalubre costumbre de beber agua de un vaso que lleva varios días en la mesita de noche

Posiblemente, la mayoría de vosotros tiene la costumbre de tener un vaso de agua en la mesita del dormitorio del que bebe durante la noche cuando le entra sed. Este es uno de los actos que más personas repiten cada noche, pero muy pocas de ellas son las que cambian el recipiente o su contenido a diario.

Suele dejarse el mismo vaso durante varias noches seguidas y muchas son las ocasiones en las que el agua es la misma o se va rellenando una vez tras otra echándole agua que se mezcla con la que ya contenía.

En esta repetida e insalubre costumbre es donde se encuentra el verdadero motivo de algunos casos en los que hayamos podido enfermar levemente, tenido ocasionalmente fiebre o haber padecido alguna gripe intestinal.

El hecho de utilizar el mismo vaso un día tras otro y además aprovechar el mismo líquido hace que ese recipiente se convierta en un perfecto lugar donde crearse un cultivo de bacterias y microorganismos que posteriormente ingerimos a la hora de beber.

Además debemos tener en cuenta que ese vaso suele estar descubierto (muy pocas personas colocan un platito o algo que haga de tapa), por lo que todo lo que está pululando por el ambiente de la alcoba puede ir a caer ahí dentro (sin mencionar las veces que tosemos, estornudamos o lo hace la persona con la que compartimos cama). Todo eso sin tener en cuenta que muchas son las parejas que beben de un mismo vaso (motivo por el que el riesgo es doble) e infinidad de factores (algunos de higiene bucodental) que pueden hacer que continuamente las bacterias vayan a parar al vaso, entren en contacto con el agua y acaben convirtiéndose (como ya he comentado en el párrafo anterior), en un cultivo de bacterias de donde podría surgir alguna infección -tras ingerirlo- que acabaría provocándonos una enfermedad.

Es aconsejable que se utilice el mismo vaso como máximo cinco días seguidos (mejor si se cambia a diario), pero siempre tirando el líquido de la noche anterior y rellenando de nueva agua cada jornada.

 

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El inconveniente de ducharse con agua muy fría cuando hace mucho calor

El inconveniente de ducharse con agua muy fría cuando hace mucho calor

Muchas son las personas que, cuando aprieta el calor, se dan una ducha de agua extremadamente fría con el fin de refrescarse. Pero esta práctica que es tan común en realidad no es nada aconsejable realizarla.

Como ya he explicado en otras ocasiones en el blog, nuestro cuerpo es homeotermo o, lo que es lo mismo, tiene la capacidad de autorregular la temperatura del organismo con el fin de que nuestros órganos internos puedan mantenerse a una temperatura constante de 37 grados; que es la temperatura óptima para funcionar perfectamente: cuando hace frío y baja de esa temperatura se contraen y relajan, rápida y repetidamente, algunos de nuestros músculos (la típica ‘tiritera’) con el fin de entrar en calor o si por el contrario lo que hace es mucha calor provoca la sudoración con intención de refrescar el organismo.

Por tal motivo, al darnos una ducha con el agua excesivamente fría lo que provocamos es que nuestro organismo descienda de golpe la temperatura y que, por si solo, éste intente recuperar los 37 grados a los que debe estar los órganos internos y haga que en cuestión de minutos (después de esa ducha de agua fría) estemos de nuevo sudando: se ha puesto en marcha nuestro regulador interno de temperatura.

El hecho de ponernos de nuevo a sudar provoca que gastemos energía y necesitemos hidratarnos, aprovechando algunas personas para dar un buen trago a una bebida (agua, cerveza, refresco) que está excesivamente helada… otro error, ya que volvemos al mismo punto que la vez anterior (refrescarnos con algo excesivamente frío para, a continuación, volver a sudar).

Por tal motivo, los especialistas recomiendan que en caso de tener mucha calor lo que debemos hacer es ducharnos con agua que esté a una temperatura ambiente, al igual que si bebemos procurar que no esté excesivamente fría (muchos son las culturas en las que se tiene por costumbre beber infusiones muy calientes con el fin de combatir el calor).

También cabe destacar la peligrosidad que hay de introducirse de golpe en el agua (piscina, rio, playa…) tras haber estado largo tiempo expuesto al sol, pues al estar alta la temperatura de nuestro cuerpo y la del agua baja podríamos sufrir un ‘sincope cardiaco’ y si encima estamos recién comidos hay alguna pequeña posibilidad de sufrir un ‘síncope de hidrocución’ (el corte de digestión del que tanto nos avisaban nuestras madres cuando éramos pequeños) aunque, evidentemente, la probabilidad de que esto último nos suceda es infinitamente menor al temor que nos infundían nuestros mayores.

 

 

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Un puñado de curiosidades sobre la historia del orinal

Un puñado de curiosidades sobre el orinalEl orinal, ya prácticamente en desuso entre los adultos hoy en día, ha venido utilizándose desde la antigüedad, existiendo evidencias sobre su uso por parte de los guerreros de Xian en China y de los egipcios en la XIX dinastía.

A lo largo de los siglos ha ido cambiando de nombre (bacinilla, cuña, perico, dompedro, bacín … ), forma y materiales (cerámica, estaño, hierro, bronce, loza, plástico), llegando a convertirse en ocasiones en una verdadera obra de arte o elemento de ostentación por estar hecho de un material noble como la plata e incluso el oro, como es el caso del perteneciente al emperador Heliogabalo.

En la Roma clásica se fabricaban en bronce y se denominaba matula o matella formando parte del mobiliario. A partir del siglo XVII comenzaron a ser realizados en gres y porcelana.

Durante una época fue costumbre colocar un ojo pintado en el fondo del orinal, con la inscripción «¡Te veo!» o «¡Lo que he de ver!».

Tiene su origen en el vaciado de los orinales hacia la vía pública expresiones como ‘¡agua va!’ o ‘¡aguas!’ cuando en las casas no había un sistema de cañerías y el contenido de los orines era lanzado a la calle; muchas veces sin fijarse si pasaba por allí algún transeúnte. Teóricamente había que hacerlo a unas horas determinadas y avisar de lo que se iba a realizar (con el mencionado grito de ¡agua va!) pero no todo el mundo cumplía con este requisito. En la actualidad esta expresión se utiliza para avisar de que vamos a realizar una acción y así prevenir a los demás de sus posibles consecuencias. Del acto de avisar al lanzar a la calle los orines también se originó el gritar la palabra ‘¡agua!’ para avisar de la presencia de la policía, tal y como os expliqué tiempo atrás en otro post.

En Ciudad Rodrigo, en la provincia de Salamanca, se ubica el Museo del Orinal, que recoge aproximadamente unas 1.320 piezas procedentes de 27 países diferentes, fabricados con todo tipo de materiales como barro, hojalata, madera, cristal, oro o plata. El más antiguo de los ejemplares es un bacín islámico del siglo XIII hecho de barro y adornado con pinceladas de óxido de cobalto. El ejemplar más pequeño tiene el tamaño de un garbanzo y está hecho por un joyero suizo en platino y el más grande, de barro, mide 45 centímetros de altura y es originario de la misma Ciudad Rodrigo.

 

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Ya está a la venta la edición de bolsillo del libro ‘Ya está el listo que todo lo sabe’

 

Curiosidad que forma parte del libro “Ya está el listo que todo lo sabe” (366 curiosidades para descubrir el porqué de las cosas cada día) de Alfred López publicado por Editorial Léeme Libros.
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¿Sabías que no es sangre lo que sale de un filete de carne medio crudo?

¿Sabías que no es sangre lo que sale de tu filete de carne medio crudo?

Posiblemente te has encontrado alguna ocasión en que te han servido (o a alguien de tu alrededor) un filete de carne que estaba poco hecho y que estaba bañado por una cantidad de líquido rojo que había desprendido el cual recordaba a la sangre.

Para las personas a las que les gusta la carne cruda o poco hecha esto no suele ser ningún problema pero para las que la prefieren muy cocinada les puede llegar a ser realmente molesto e incluso dar asco. Pero debéis de estar tranquilos ya que en realidad ese líquido encarnado que ha asomado del filete no es sangre del animal sino agua.

La carne que consumimos es tejido muscular y como tal contiene una importante cantidad de agua. Cuando se procede a la matanza de un animal se deja desangrar a éste por completo (esa sangre es aprovechada para hacer embutidos como morcillas, chorizo o incluso para freír). Tan solo podemos encontrar que queda una pequeña cantidad de sangre acumulada en algunas vísceras, como los pulmones o el corazón.

Cuando las piezas de carne van a la carnicería (o comercio donde la vayan a vender) ya está desangrada por completo, pero sigue manteniendo el agua dentro de su tejido muscular. De no ser así esos filetes estarían duros como piedras; y así es como se ponen cuando se cocinan más de la cuenta, ya que pierden todo el líquido y por tanto la elasticidad y jugosidad (el conocido como ‘suela de zapato‘).

Y si no es sangre ¿por qué es de color rojo ese agua?:

Debido a una hemoproteína llamada mioglobina que contiene hierro y cuya función es almacenar oxígeno en las células musculares, esta proteína es la que se encarga de darle ese color rojo a la carne y acaba tiñendo también al agua del tejido muscular. Esta proteína es muy similar a la hemoglobina, la encargada de almacenar oxígeno en las células rojas de la sangre.

 

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Libros 'Ya está el listo que todo lo sabe' y 'Vuelve el listo que todo lo sabe' de Alfred López

Disfruta de las curiosidades de este blog también en formato papel y no te pierdas los libros “Ya está el listo que todo lo sabe” y “Vuelve el listo que todo lo sabe”, que pueden convertirse en un regalo ideal. Tienes más info en el siguiente enlace: http://bit.ly/librosdealfredlopez

 

 

 

 

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¿Qué hay de verdad en el consejo que indica que debemos beber ocho vasos de agua al día?

¿Qué hay de verdad en el consejo que indica que debemos beber ocho vasos de agua al día?

Numerosas son las publicaciones en las que a la hora de señalar la cantidad de agua que necesita diariamente nuestro organismo indican que debemos beber ocho vasos de agua al día (correspondiente a dos litros) y lo dejan como una norma a aplicar forzosamente.

Pero este consejo no es del todo correcto, debido a que debemos tener en cuenta muchos factores a la hora de hidratarnos y no todas las personas ni edades necesitan ingerir la misma cantidad de agua.

Beber agua es muy beneficioso para nuestro organismo. Gracias al agua que ingerimos podemos eliminar toxinas e hidratarnos, consiguiendo tener una piel mucho más tersa e incluso ayuda a evitar algunas cefaleas. Hasta ahí estamos de acuerdo.

Pero algo tan inocuo como puede parecer el agua también tiene sus riesgos cuando se abusa de ella y se bebe en exceso…

Por una parte hay que pensar que no es lo mismo aplicar esta norma, de los ocho vasos de agua diarios, al verano (y los días muy calurosos) que al invierno. También depende del lugar donde vivamos y la humedad ambiente que hay o si estamos haciendo deporte. Cada persona, lugar y situación requiere de una cantidad mayor o menor de líquido.

Algo que hemos de tener presente es que a lo largo del día vamos comiendo ciertos alimentos que de por sí ya llevan una importante cantidad de agua incorporada (hortalizas, frutas, lácteos, el pan fresco (pero no las tostadas), la pasta hervida y deshidratada, huevo, carne, pescado, marisco…). Si exprimiésemos todo eso que hemos ido ingiriendo al licuarlo comprobaríamos que lleva una considerable cantidad de líquido que bien podría sustituir a dos o tres de los vasos de agua aconsejados y, por lo tanto, ya no son dos litros (por poner la media) lo que necesitamos, sino 1,5 o incluso menos.

Así que el consejo que indica que debemos beber ocho vasos de agua al día no hay que seguirlo a pies juntillas.

Evidentemente, en un día de mucho calor y con una humedad alta en la que estemos sudando abundantemente por todos nuestros poros es aconsejable que nos hidratemos bien y bebamos mucha más agua que cualquier otro día en el que la temperatura es más baja y que apenas transpiramos.

Pero no, no debéis preocuparos si además de lo que coméis (rico en agua) también os bebéis algún día (de forma excepcional) esos ocho vasos de agua mencionados e incluso alguno de más, porque no os va a pasar nada grave (si no lo tomáis como costumbre, evidentemente). Nuestro organismo es lo suficientemente sabio para saber cuándo tiene más líquido del que debería y lo expulsa a través de la orina y el sudor, pero tampoco es aconsejable forzar la maquinaria (sobre todo los riñones, encargados del filtrado)

Otra cosa a tener en cuenta es que beber mucho con el pretexto de sudar más no es nada bueno, porque podemos ocasionarle problemas a nuestras glándulas sudoríparas.

También es frecuente el error de pensar que bebiendo más agua y sudando más cantidad de líquido se pierde peso más fácilmente.

 

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¿Por qué cuando reutilizamos varias veces una misma botella de agua acaba sabiendo y oliendo mal?

¿Por qué cuando reutilizamos varias veces una misma botella de agua acaba sabiendo y oliendo mal?Las botellas de agua que se comercializan están destinada a un único uso para después deshacernos de ellas (depositándolas en el contenedor de reciclados de plásticos), pero es muy habitual volverlas a utilizar rellenándolas de nuevo con agua del grifo, de una fuente o incluso de otra botella mayor o garrafa.

Y muchas son las veces en las que tras haber rellenado una y otra vez comenzamos a apreciar que el agua que estamos bebiendo nos sabe diferente, incluso mal y que puede llegar a tener un olor que no termina de ser del todo agradable.

Este tipo de botellas están diseñadas para ser usada una sola vez (con el agua que viene envasada) y son muchos los motivos por los que se desaconseja totalmente realizar esta insalubre costumbre de reutilizarlas.

Las botellas de agua convencionales (como la que aparece en la fotografía que ilustra este post) están hechas de tereftalato de polietileno (PET) un plástico que aunque preserva la calidad del agua embotella (o refrescos si es el caso), una vez abierto va degradándose su calidad, pero de ahí a admitir que libera ciertas toxinas, como advierten algunas personas, es ir un poco lejos.

Y es que en realidad los mayores culpables de que ocurra somos nosotros mismos, siendo dos los factores principales que le dan ese mal olor o sabor al agua de una botella reutilizada. Por un lado la propia agua con la que rellenamos las botellas, la cual suele ser del grifo o de alguna fuente pública y contiene cloro; pero lo que más incide en el deterioro son nuestras bacterias. Aquellas que tenemos en nuestra boca, en la saliva (y ya no digo si compartimos la botella para ser bebida por varios), además de los gérmenes que tenemos en nuestros dedos, con los que tocamos infinidad de cosas y después usamos para desenroscar el tapón e incluso para ‘limpiar’ la boca de la botella tras haber bebido otra persona.

Todo ello va a parar al interior de esas reutilizadas botellas, convirtiéndose en un cultivo de bacterias que estropean el agua y, lo que es mucho peor, que acabamos ingiriéndolas a través del agua, con el consiguiente riesgo para nuestra salud.

Como consejo final, si necesitáis rellenar botellas con agua, procurad que sea en un envase fabricado con polietileno de alta densidad (HDPE), un plástico que soporta mucho mejor la reutilización (por ejemplo las fiambreras suelen estar realizadas de este material).

Para saber de qué plástico está hecho cada botella tan solo debéis girar el envase y fijaros en el triangulito que hay en la base, si aparece un 2 es que es de polietileno de alta densidad, si aparece un 1 es que es de tereftalato de polietileno.

Os recomiendo leer el post que publiqué en 2006 (en los inicios de este blog): ¿Qué significa el triángulo que hay en el fondo de los objetos de plástico?

 

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