En el año 1530, en su «Tratado sobre la urbanidad en la infancia», Erasmo de Rotterdam, aconseja:
“Vuélvete cuando escupas, para que tu saliva no moje a nadie, y si cae algo purulento en el suelo debe ser pisado una y otra vez, para que no produzca náuseas a nadie”.
Y también:
“Si no puedes tragar un pedazo de comida, vuélvete discretamente y échalo en alguna parte”.