En esta ocasión, David Rodríguez –@muyhistoria– nos trae una novela negra ambientada en la Sevilla de las últimas tres décadas y que está basada en un buen puñado de hechos reales protagonizados por José Martínez Rey, quien fuera Jefe de Protección Civil de la ciudad hispalense desde 1981.
La novela, titulada ‘Sevilla, Delta 11’, cuenta con una serie de factores que le dan el máximo de credibilidad: la mayoría de las situaciones narradas ocurrieron realmente, José Martínez Rey existe en verdad y, además, David Rodríguez ha contado para escribir el libro con la inestimable y valiosísima co-autoría de José Abraham –@JabrahamOficial– (famoso compositor musical autor de grandes éxitos de David Bisbal, Bustamante o Chenoa) hijo del protagonista de la novela que ha aportado una gran cantidad de datos esenciales para dar veracidad a lo relatado, además de fotografías pertenecientes al archivo personal José Martínez Rey.
La novela está escrita en primera persona y es el propio José Martínez quien va relatando lo que va ocurriendo a lo largo de sus 180 páginas (que se hacen cortas). Cabe destacar que el término ‘Delta 11’ es el nombre en clave por el que se conoce al protagonista.
Las intoxicaciones mortales de la Macarena; la amenaza terrorista durante el Mundial de Fútbol de 1982; la visita del papa Juan Pablo II a Sevilla; el crimen del niño, de cuatro años de edad, Pablo Rojas Montoya o el asesinato del concejal del Partido Popular, en el ayuntamiento de Sevilla, Alberto Jiménez-Becerril, a manos de ETA, son unos cuantos de los casos con los que José Martínez Rey (Delta 11) se tuvo que enfrentar en una Sevilla que, a lo largo de esos 30 años estaba en pleno proceso de modernización para dejar de ser una ciudad sombría y marginal y convertirse en una de las capitales más importantes de Europa.
Desde hace tiempo lleva compartiéndose por las redes sociales una imagen junto a un texto que se ha viralizado y en la que se advierte que el ‘Black Friday’ se originó a mediados del siglo XIX cuando los comerciantes de esclavos los vendían rebajados el día siguiente de Acción de Gracias.
Este meme no es nuevo pues cada año, al llegar la segunda quincena del mes de noviembre, vuelve a reaparecer y compartirse masivamente. Sois muchos los seguidores de este blog (y de mis redes sociales) que me habéis hecho llegar vuestras consultas sobre qué hay de cierto en esta explicación, motivo por el que publico este post, a pesar de que ya han pasado varios días desde el Black Friday.
Hay constancias de que un par de décadas antes de la irrupción de las redes sociales esta leyenda urbana ya se compartía oralmente, aunque no se sabe a ciencia cierta dónde ni quién la originó.
Pero fue a partir de 2010 cuando, en su versión en inglés, comenzó a ser compartida esta información por las primeras RRSS pero sobre todo a través de correos email, aunque no llegó a tener una gran repercusión hasta el año 2014 en el que dos personajes estadounidenses, muy populares a nivel mundial, lo publicaron en sus respectivas redes:
Por una parte el jugador de baloncesto de la NBA, J.R. Smith, adjuntó en su cuenta de Instagram (teamswish) el 25 de noviembre de 2014, una imagen con el texto que indicaba aquel oscuro origen del Black Friday (aunque totalmente erróneo).
La publicación de J.R. Smith obtuvo en unas pocas horas miles de ‘me gusta’ y muchos fueron sus seguidores que decidieron a hacer pantallazo de la misma y compartirla en sus propios perfiles, por lo que el efecto altavoz hizo que este bulo se multiplicase llegara a cientos de miles de estadounidenses, siendo una de esas personas la famosa cantante Toni Braxton, quien al día siguiente lo compartía en su página de Facebook con una repercusión millonaria de seguidores.
La publicación realizada por J.R. Smith fue borrada un tiempo después, al ser advertido de que la información compartida se trataba de un ‘fake’. Sin embargo la de Toni Braxton todavía sigue visible y ya ha sido compartida (a día de hoy) más de 400.000 veces.
La universalización de internet hizo que alguien decidiera traducir el texto al español (en otros idiomas también se puede encontrar) y que se haya compartido ampliamente durante estos dos últimos años, aunque hay que reconocer que actualmente está batiendo récords de viralización y muchísimos son los internautas que se están creyendo a pies juntillas esa absurda explicación sobre la venta de esclavos a bajo precio el día después de Acción de Gracias (a algún que otro medio de comunicación importante le han colado el bulo y se ha hecho eco).
Cabe destacar que no hay ni un solo documento histórico que acredite ese erróneo origen del Black Friday y prácticamente la totalidad de historiadores y expertos (salvo alguna excepción, como suele ocurrir) apuntan a otros motivos el origen, tal y como os explicaba en el post ¿Cuál es el origen del ‘Black Friday’?
Puedes visionar esta curiosidad publicada en mi canal de Youtube https://www.youtube.com/c/AlfredLopez
Te invito a visitarlo, suscribirte, darle a ‘me gusta’ y compartir en tus redes sociales.
A lo largo de la Historia cada cultura, pueblo y religión ha tenido una manera propia de expiar sus pecados o echar la culpa a algo o alguien de las desgracias y penurias que padecían.
Había quien hacia responsables a unos dioses concretos (ciertas deidades encomendadas a llevar el infortunio), también quien usaba animales como forma de expiación (por ejemplo la ceremonia del rito judío que consistía en elegir un macho cabrío –chivo- que era llevado al desierto, apedrearlo y abandonarlo con el fin de que pagase por los pecados cometidos por el pueblo… de ahí nació el término ‘Chivo expiatorio’).
La manera que tenían en la Antigua Grecia de purgar sus pecados y hacer a alguien responsable de todas las penurias y calamidades que habían ocurrido a lo largo del año era conocido como ‘Pharmakos’ y consistía en escoger a ciudadanos a los que se les culpaba de todas sus desgracias (aunque no tuvieran nada que ver con ello).
Dicho sacrificio tenía lugar durante las ‘Targelias’, festividades atenienses en honor a las deidades Apolo y Artemisa, que se celebraban los días sexto y séptimo del mes de Targelión, en el calendario ateniense (hacia finales de mayo en el calendario gregoriano por el que nos regimos actualmente).
Las personas escogidas para ser sacrificadas en el Pharmakos solía ser un hombre y una mujer (a veces varios individuos de un mismo sexo) y el criterio para escoger quién sería el elegido podía ser arbitrariamente alguien con alguna malformación, delincuentes que tenían alguna pena pendiente por cumplir e incluso algunos que ya habían cumplido con la justicia (algo así como ‘echar el muerto a otro‘).
Estas personas eran expulsadas de la ‘polis’ (ciudad) y, dependiendo de la gravedad de la desgracia por la que se le hacía responsable (una plaga, terremoto, invasión, hambre…) se le enviaba al ostracismo durante un tiempo o incluso se le podía sacrificar (ya fuera a pedradas, fustigándoles los genitales hasta hacerles morir o mediante el linchamiento).
El término griego Pharmakos significaba literalmente ‘remedio’ (aunque también tenía otros muchos significados como: veneno, antídoto, droga… de ahí que los medicamentos también se les llame ‘fármacos’).
Este es un breve post para explicaros lo feliz y emocionado que me siento tras haber ganado el blog “Ya está el listo que todo lo sabe” el Premio Bitácoras 2016 al Mejor Blog de Arte y Cultura.
El pasado viernes 25 de noviembre tuvo lugar en CaixaFórum de Madrid la XII Ceremonia de entrega de Premios Bitácorasque anualmente premia el trabajo realizado en los blogs de diferentes temáticas de habla hispana.
La competencia era dura ya que los otros dos blogs que llegaron a la final en mi categoría son dos grandes páginas: Generación GHIBLI y Hablando con letras.
Ahora me toca seguir trabajando para traeros los curiosos posts a los que os tengo acostumbrados, desde enero de 2006 que llevo escribiendo en él, y demostrar, a aquellos nuevos lectores que se acerquen al blog a partir de ahora, por qué el jurado decidió que esta página merecía llevarse el Premio Bitácoras 2016 en la categoría del Mejor Blog de Arte y Cultura.
Aquí puedes ver el vídeo del momento en el que me entregaron el premio y la entrevista que me realizaron en el momento posterior.
El pasado sábado 15 de octubre tuve la ocasión de dar una charla TEDx invitado por la organización de Andorra la Vella.
El TEDx consiste en un evento donde una serie de conferenciantes comparten sus ideas, vivencias, experiencias y todo aquello que creen que puede ser de interés para el público en general y se realiza en diferentes localidades (cada población es libre de organizar su propio TEDx acogiéndose a unas normas que sirven para todos).
En mi caso fui invitado por Pilar Zuñiga (@PilarZ), una de las organizadoras del evento en Andorra la Vella, quien llevaba más de un año detrás de mí para que diera una conferencia TEDxAnd (@TEDxAnd)y hasta este año no hemos podido cuadrar agendas.
Mi charla llevaba por título ‘Las líneas rojas de la sociabilidad’ y en ella quise hacer un rápido recorrido (18 minutos no da para mucho cuando hay tantas cosas que explicar) sobre las redes sociales, los límites que a veces traspasamos sin darnos cuenta al publicar según qué contenidos o como son otros los que pueden llegar a invadir nuestra intimidad espiando nuestros perfiles sociales (tal y como hacen muchas empresas de Recursos Humanos a la hora de investigar la vida de los candidatos a un empleo).
Os adjunto el vídeo de mi intervención, espero que lo disfrutéis y compartáis.
Estamos acostumbrados a que una flor desprenda una agradable fragancia y, de hecho, la mayoría de las más importantes empresas perfumeras utilizan la esencia de infinidad de flores para realizar sus colonias y perfumes.
Sin embargo hay una peculiar planta que al florecer el efluvio que desprende no es nada agradable y su olor es semejante al de un cadáver en estado de descomposición.
Su nombre es ‘Amorphophallus titanum’, aunque es comúnmente conocida como ‘flor cadáver’, y cuenta con unas cuantas peculiaridades que la convierten en una planta singular: una es sus grandes dimensiones, ya que puede llegar a alcanzar los tres metros de altura y un peso de hasta 75 kilos (que ha hecho que muchas personas la señalen como ‘la flor más grande del mundo’). Su morfología también es llamativa, ya que tiene forma fálica.
Es una planta que puede llegar a vivir hasta cuarenta años, pero su floración puede llegar a tardar, desde que germina, alrededor de una década y media y tan solo se produce unas pocas veces en todo el tiempo de vida (aunque se han dado casos aislados en los que el plazo de tiempo ha sido muchísimo más corto).
El tiempo en que permanecen abiertas es de alrededor de doce horas, se produce a partir del atardecer y durante la noche, lo que convierte a la Amorphophallus titanum en todo un espectáculo a la hora de florecer concentrando a miles de personas que acuden a los jardines botánicos en la que hay algún ejemplar (tan solo hay poco más de un centenar ‘flores cadáveres’ en alguno de estos vergeles).
El motivo por el que la flor cadáver desprende ese desagradable olor es con el fin de atraer insectos (sobre todo moscas y escarabajos carroñeros) durante el periodo de polinización. La propia planta puede provocar que su tallo aumente su temperatura y libere los fétidos aromas que puede llegar hasta varios kilómetros de distancia, atrayendo así a los insectos polinizadores.
Conocemos como lunar a la mancha, en forma de pequeña protuberancia, que aparece en el rostro u otra parte del cuerpo y que se produce por una acumulación de pigmento (melanina) en la piel.
Por otro lado, las pecas son aquellas manchas (sin relieve y planas por completo) que suelen salir repartidas por todas las partes del cuerpo (muy común en cara, brazos y hombros) y que aumentan generalmente por efecto del sol, también producido por un incremento de melanina (pigmento que se encarga de oscurecer nuestra piel, cabello…).
Aunque a algunas personas les puedan aparecer desde el nacimiento, tanto lunares como pecas, lo más común es que unas y otras salgan con los años.
Según al ‘fototipo de piel’ que tenga cada individuo tendrá más posibilidad de que le aparezcan pecas o no, sobre todo si están dentro del fototipo I (Pelirrojos, de piel muy blanca) II (Rubios, de piel blanca) o III (Castaños, de piel clara).
Por el contrario, un lunar puede aparecer en cualquier tipo de piel y éste está calificado como ‘neoplasia’ o tumorcillo benigno (aunque en casos de continua exposición al sol u otras radiaciones ultravioletas puede suponer algún riesgo a largo plazo). No se deben confundir los lunares con las verrugas de las que se diferencian fácilmente por el aspecto (las verrugas son lesiones cutáneas a consecuencia del virus del papiloma humano).
El motivo de que a las pecas se les llame de ese modo proviene etimológicamente del término en latín ‘piccare’ que significa ‘picar’, ya que antiguamente este tipo de manchas recordaban al rastro que quedaba en la piel cuando era ‘picado’ con un objeto punzante.
Por su parte, los lunares reciben tal denominación debido a que, también en la antigüedad, se tenía el convencimiento de que aparecían debido al influjo que tenía la Luna sobre la piel. Hay quien también defiende la hipótesis de que se llaman de tal modo porque al ser redondeadas y con relieve recordaban al satélite natural de la Tierra que se observaba al mirar hacia el firmamento.
Una de las obras de mayor relevancia del artista renacentista Miguel Ángel Buonarroti es sin lugar a dudas la escultura del Moisés que se encuentra expuesta en la iglesia San Pietro in Vincoli de Roma.
Una de las particularidades de esta magnífica obra realizada entre los años 1513 y 1515 son los dos cuernos que asoman por encima de la cabeza del hombre que lideró la liberación de los esclavos en Egipto. ¿Por qué el genio florentino le colocaría semejantes apéndices sobre la cabeza? Muy sencillo, por un garrafal error de traducción realizado once siglos antes por Jerónimo de Estridón.
Resulta que en el año 382 el papa Damaso I encargó a Jerónimo que realizase una traducción al latín de la Biblia del hebreo original. Ésta debía ser hecha en un lenguaje que fuese entendido por el vulgo (el pueblo llano), de ahí que el resultado final de la versión resultante fuese identificada como la Biblia Vulgata.
El problema era que el religioso apenas tenía idea de hebreo y, a pesar de trasladarse a Belén para perfeccionar el idioma, cometió algunos fallos garrafales a la hora de traducir algunos pasajes, entre ellos el que relata cuando Moisés bajó del Monte Sinaí portando las tablas en las que se encontraban los Diez Mandamientos y en el que unos resplandecientes rayos de luz brotaban de su frente.
La palabra en hebreo con la que se refería a los rayos de luz es karan pero el perfecto desconocimiento del idioma por parte de Jerónimo hizo que éste confundiera tal término por el de keren cuyo significado es, efectivamente, cuernos. Por lo tanto Moisés, por obra y gracia de Jerónimo de Estridón pasó de tener un rayo de luz brotando de su frente a dos cuernos.
Este error de traducción llevó a que todos aquellos que conocieron posteriormente la historia de Moisés a través de la Vulgata creyesen que así era y muchas obras pictóricas y esculturas posteriores fueron realizadas con esos cuernos (entre ellas la mencionada de Miguel Ángel) y sin embargo aquellos artistas que utilizaron la Biblia en hebreo para documentarse le pusieron unos rayos de luz.
Cada vez son más los comercios que disponen de venta a través de internet y el porcentaje de usuarios que adquieren habitualmente algún artículo a través de la red (ya sea en tiendas online o aplicaciones de venta entre particulares) ha alcanzado el 70%.
Antes de la irrupción de internet había dos modos de comprar desde casa: la famosa ‘teletienda’, infocomerciales que comenzaron sus emisiones en EEUU a principios de la década de 1950 (aunque su boom fue a partir de 1984 y a España llegaron con la televisión privada en 1990) y la venta por catálogo, otro de los medios más populares de comprar productos sin tener que acudir a ningún comercio.
La venta por catálogo tiene una antigüedad de casi un siglo y medio (fue inventada en 1872) y se le ocurrió a Aaron Montgomery Ward, un comercial que se dedicaba a viajar por todos los Estados Unidos para abastecer de productos a los comercios de las principales poblaciones.
Pero el señor Montgomery se dio cuenta que había una importantísima parte de la población que no tenía acceso a los productos que él suministraba a los comercios: los agricultores y todo aquel que vivía en zonas rurales (por aquella época un porcentaje muy elevado de estadounidenses).
El motivo de que quienes vivían en el entorno rural no adquiriese apenas productos manufacturados era debido a las elevadas comisiones que se llevaban los intermediarios que servían a los comerciantes más el margen de beneficio que éstos le aplicaban, provocando que el precio final fuera en algunos casos muy alejado de lo que se podían permitir pagar.
Por tal motivo Aaron Montgomery Ward ideó un método de venta que eliminase a varios intermediarios y que fuese directamente desde su punto de venta en Chicago hasta los compradores.
Alquiló un almacén y adquirió un extenso lote de productos (que al comprarlos al mayor le salió por un precio bastante bajo), después mandó imprimir varios cientos de copias de una hoja en la que aparecían los 163 productos que tenía a la venta y los distribuyó entre varias cooperativas agrícolas.
Los compradores debían marcar qué productos querían adquirir (entre los que se encontraban ropa, sombreros, calzado, herramientas, enceres de cocina, armas de fuego…) y enviar la hoja por correo. En cuestión de unas semanas les llegaba a su domicilio (en los casos de viviendas más alejadas se enviaba a la estación de ferrocarril más próxima).
Así fue como en cuestión de pocos años la venta por catálogo de Aarón Montgomery Ward se convirtió en todo un éxito y en solo una década aquella única hoja con 163 productos se había convertido en un libro de 240 páginas y más de diez mil productos diferentes.
En despegue total de este tipo de venta por catálogo llegó a partir de 1913 cuando se puso en funcionamiento el servicio de paquetería postal (Parcel Post) que llevaba, a través de la compañía de Correos, al domicilio de los ciudadanos paquetes de hasta 50 libras de peso (aproximadamente 22 kilos), por lo que ya no tenían que desplazarse hasta la estación de ferrocarril.
Ya iniciado el siglo XX varias eran las empresas que se dedicaban a la venta por catálogo en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido. y a lo largo de la mayor parte del siglo se convirtió en el modo favorito para comprar de millones de usuarios que no podían (o no les gustaba) desplazarse a los comercios. Durante largo tiempo convivió con la teletienda (que se convirtió en una gran competencia), pero la aparición del comercio online es lo que, en los últimos años se ha llevado la mayor parte del mercado.
La empresa Montgomery Ward todavía existe, adaptándose a los nuevos tiempos y es uno de los negocios líderes de la venta por internet, aunque todavía hay personas que prefieren seguir recibiendo el catálogo en sus hogares y realizar sus compras de ese modo.
En los entornos más refinados y dedicados a la moda, protocolo y buen uso de la etiqueta, es habitual escuchar el término ‘Árbitro de la elegancia’ para referirse a una persona distinguida, ‘savoir faire’, buen gusto, elegante y con gran estilo social (hay quien en el lenguaje de nuestros días podría calificar de ‘Trend’ o ‘Trendy’ –que marca tendencia en la moda-).
Pero el término ‘Árbitro de la elegancia’ no es algo que haya surgido en las últimas décadas (ni tan siquiera últimos siglos) sino que es una locución que originalmente tiene cerca de dos mil años (proviene de la Antigua Roma) siendo el propio emperador Nerón quien otorgó el cargo de ‘Arbiter elegantiae’ a Cayo Petronio, político y escritor (su obra más conocida es ‘El Satiricón’) que ya en su época marcó tendencia y distinción en su forma de vestir las togas y quien era un gran amante de disfrutar de los placeres que la vida le ofrecía, acudiendo elegantemente ataviado a cuantos actos sociales era invitado.
El de Arbiter elegantiae era un cargo que podríamos equiparar con el de ‘consejero de elegancia y estilo’ y el cometido de Petronio fue el de asesorar e indicar en la corte de Nerón cómo había que comportarse socialmente, así como qué ropas vestir para cada ocasión (evidentemente, aunque la vestimenta básica en tiempos de la Antigua Roma eran las togas, existían diversos tipos y modos de llevarlas).