Un Sherlock Holmes para la Hispania romana

Cicerón pronuncia su discurso contra Catilina, por el pintor neorrenacentista y escultor italiano Cesare Maccari (WIKIPEDIA)

«La idea era fabricar un Sherlock Holmes en época romana», me dice el escritor Teo Palacios ( Dos Hermanas, 1970) al preguntarle sobre su última novela, Muerte y cenizas (Edhasa, 2017), que ya os recomendé para el último día del Libro. No había escrito el autor sevillano nada parecido en sus novelas anteriores pero asegura que la escritura de esta novela le resultó «cómoda, me salió fácil»: mezclar lo policíaco con lo histórico.

Cuando uno escucha hablar de mezcla entre el mundo de la antigua Roma y el género detectivesco es imposible no pensar en Lindsey Davis o Steven Saylor, pero Palacios se zafa de esa influencia. «Si los hubiera leído, me habrían marcado quisiera o no; pero no los he leído» asegura «y no tengo elementos para saber si se parece lo que he hecho en Muerte y cenizas a lo que hacen ellos». Confiesa que empezó (y no lo acabó) La plata de Britania y no le «enganchó», aunque reconoce que era «una buena novela». Él se reconoce lector de novela histórica y de policíaco clásico tipo Agatha Christie o Connan Doyle.


No soy un investigador, ¡me pones un asesino delante y me mata 42 veces antes de darme cuenta!


Lo cierto es que, con o sin referencias, algo de Muerte y cenizas recuerda a Davis: el uso del humor, el costumbrismo, el peso de la vida personal y familiar del investigador… Y resulta un acierto. Palacios nos presenta a un abogado de Hispalis, en tiempos del emperador Nerón, que se verá en vuelto en una serie de misterios que, obviamente, tendrá que resolver.

Como ya contó en XX Siglos en el artículo que escribió hace un tiempo (Cómo escribir una novela de detectives en la antigua Roma) lo difícil fue «cuadrar las piezas del rompecabezas». «Yo no soy un investigador, ¡me pones un asesino delante y me mata 42 veces antes de darme cuenta!», confiesa, pero asegura que una vez resuelto ese dilema, todo fue fácil.

«Y me lo pasé bien escribiéndola», confiesa. «El hecho de que la novela sea sólo de ambientación histórica relaja la tarea de documentación, que no tiene que ser tan profunda, pero que debe dar color», explica.


Si soy presidente del Gobierno y puedo dar trabajo a mi cuñado, ¿quién no lo haría? Es políticamente incorrecto, pero una cosa es lo que deberíamos hacer y otra es lo que podemos hacer. Otra cosa es lo de Rato y compañía, que mientras salían en la tele diciendo que había que combatir el fraude preparaba una organización criminal para enriquecerse


Le pregunto entonces como creó a Gayo, el abogado de Hispalis que ejerce de detective en esta historia. «En la antigua Roma no había detectives, ¿y quién hacía esa labor? Con mi agente, que es abogada, le decía, ¿y si es abogado? Y así nació Gayo», responde. «No había otra opción, si queríamos que fuera un Sherlock Holmes de la época, tenía que estar por encima de la plebe y tener una capacidad y situación específica«, explica, a la vez que, quizá, lo más difícil en este asunto fue «pensar como lo haría él».

Y ese personaje se moverá con un estupenda galería de personajes (su esposa Marcia, una esclava ajena de la que se enamora, el patriarca de los Trajano o el gladiador sex-symbol Léntulo) y varios misterios encadenados que le harán visitar desde las villas de la aristocracia hasta los barrios de peor fama de la ciudad. Todo ello con un buen manejo de la intriga y un sentido del humor bastante logrado.


El mundo romano era tan enorme, en tamaño y en duración, que nunca nos cansaremos de él


Eso sí, Palacios reconoce que «el ser humano es ser humano desde que dejamos de ser cromagnones. Las pasiones son las mismas ahora que hace 2000 años». Y eso también lleva a tener una idea sobre la corrupción, que algo de eso también hay en Muerte y cenizas: «Qué queríamos ayer y queremos hoy: vivir mejor. Y si hay que defraudar y pagar bajo mano para que el acueducto llegue a mi casa, pues pago. Y no tiene arreglo, porque lo peor es que yo lo entiendo. Si soy presidente del Gobierno y puedo dar trabajo a mi cuñado, ¿quién no lo haría? Es políticamente incorrecto, pero una cosa es lo que deberíamos hacer y otra es lo que podemos hacer. Otra cosa es lo de Rato y compañía, que mientras salían en la tele diciendo que había que combatir el fraude preparaba una organización criminal para enriquecerse».

Teo, ¿y no nos cansaremos alguna vez de escribir y leer sobre los romanos?, le pregunto. «El mundo romano era tan enorme, en tamaño y en duración, que nunca nos cansaremos de él«, responde seguro este autor en su primera incursión en una época que, según él, antes de ponerse le daba un cierto «miedo y respeto».

Lo dice convencido eso de que «nunca nos cansaremos» del mundo romano porque ya tiene firmada una segunda novela de Gayo («con los mismos personajes, pero con un caso diferente y un cambio de ciudad»), aunque no será su siguiente obra publicada. Antes regresará al Siglo de Oro que ya trató en El trono de barro (Edhasa, 2015), pero repetirá la fórmula de mezclar ficción histórica e investigación.

Así que, mezclando, pero siempre Palacios pegado al género histórico. «Llegué a la novela histórica leyendo a Ivanhoe, El corsario negro, La flecha negra, clásicos de novela de aventuras históricas… Y desde entonces me gustó. Y al final escribes lo que te gusta. Y quieres leer lo que no encuentras, y como no lo encuentras, lo acabas por escribir tu«. No es mala filosofía.

¡Buenas lecturas!

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