El mundo medieval en ‘Juego de Tronos’: sexo, dragones, guerra y religión

Lena Headey, como Cersei Lannister, y Nikolaj Coster-Waldau, como Jaime Lannister, en otro pasaje de la séptima temporada de Juego de Tronos (MOVISTAR +)

Cuando faltan semanas para que los millones de seguidores de Juego de Tronos sacien su ansiedad con la esperada séptima temporada (del sexto libro de George R.R. Martin de la Canción de hielo y fuego en el que se basa la ficción televisiva parece que tardará aún más para desesperación de los lectores), nos llega un delicioso libro titulado Winter is coming. El mundo medieval en Juego de Tronos (traducción de Aurora Ballesteros Fernández, Desperta Ferro, 2017), de la doctora en literatura medieval del St John´s College de la Universidad de Oxford Carolyne Larrington.

Es éste un ameno volumen de referencias cruzadas entre el mundo medieval (y su cultura, literatura y creencias) y el mundo fantástico creado por Martin y los showrunners de la HBO -pues la autora analiza ambas indistintamente-. No entra en el juego descafeinado ya de qué aspectos medievales están históricamente bien retratados y cuáles no o si estas referencias con lo medieval son conscientes, premeditadas o si simplemente han llegado a los autores del imaginario medieval común.

Larrington simplemente juega a establecer paralelismos, algunos evidentes otros no tanto, porque como ella misma asegura «como la Tierra Media de Tolkien, Juego de Tronos y Canción de hielo y fuego construyen mundos de fantasía con ladrillos que nos resultan familiares, conocidos, al menos para los que somos medievalistas. Estos ladrillos se han cincelado a partir del pasado histórico e imaginario de la Edad Media».

Esos paralelismos son evidentes, y hasta reconocidos por los propios autores, como que la guerra que sacude Poniente es un trasunto de la Guerra de las Dos Rosas inglesa, que el Muro es una versión más espectacular del Muro de Adriano, que los temibles dothrakis guardan muchos paralelismos con los mongoles o la tumultuosa Braavos es un reflejo fantástico de la Venecia medieval o que la sangrienta Boda Roja, tiene precedentes peligrosamente cercanos en eventos medievales (la escocesas Cena Negra en 1440, y la masacre de Glencloe de 1692).

Larrington va más allá y compara la estructura militar de la Guardia de la Noche con el Temple y otras órdenes militares y ahonda en las concepciones políticas, sexuales, económicas y religiosas de Poniente y Essos con la Edad Media real. La autora se atreve, incluso, a aventurar un posible final a este universo de ficción por su paralelismo con un romance inglés del siglo XIII sobre Havelok, el danés.


El libro es una deliciosa prueba de lo bien que sienta mezclar cultura popular y alta divulgación, de lo divertido que es enseñar divirtiendo, pero sin perder el rigor. El libro cuenta igualmente, en esta época del terror al spoiler, con un simpático sistema de alerta (a través de cuervos, no podía ser de otra manera) para evitar destripamientos indeseados.

Prostíbulos desde el poder…

Si a alguien le sorprende que un alto cortesano como Peter Baelish, Meñique, sea el propietario de los más célebres burdeles de Desembarco del Rey y saque de ellos pingües beneficios, Larrington recuerda que el obispo de Winchester era «el propietario de la tierra donde se levantaban los más conocidos del Londres medieval, en Shouthwark (…). A las prostitutas locales se las solía conocer como ‘los gansos de Winchester'».

La Fe de los Siete no es tan ajena…

«En cierto sentido, la Fe de los Siete se parece mucho al catolicismo medieval«, explica Larrington. Sus sacerdotes (los septones) con voto de castidad y sus ritos, poco respetados y llenos de vicios que recuerdan a la «corrupta Iglesia bajo medieval». Incluso la reacción de esa creencia encarnada en Los Gorriones (que la autora especula que el nombre podría venir de una frase del evangelio de san Lucas) encarna uno de los «conflictos políticos más significativos de la Alta Edad Media»: el del de los derechos de la Iglesia con los del rey.

Guerra naval con aire bizantino…

Una de las batallas más recordadas del relato, la del Aguasnegras se resuelve gracias a dos elementos del plan de Tyrion: el fuego valyrio y una cadena de hierro. Resulta obvio que el fuego valyrio es una adaptación bastante directa del fuego griego desarrollado por químicos de Bizancio en el año 672 y que lo utilizarían contra barcos enemigos hasta el siglo XIII. La cadena podría estar inspirada en la que, también los bizantinos, utilizaban para cerrar el Cuerno de Oro frente a incursiones navales en Constantinopla.

¿Jinetes de dragones?…

Es verdad que en la concepción medieval era muy infrecuente oír relatos sobre jinetes de dragones… pero los había. La autora rescata al menos dos textos (un texto noruego del siglo XIII y unas de las versiones de las Carta del Preste Juan) que mencionan hombres que montan dragones… en la India.

¿Qué os ha parecido esta conexión entre historia y literatura fantástica?

¡Buenas lecturas!

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1 comentario

  1. Dice ser Sandra Roca

    Es increíble lo chula que es esta serie, me tiene enganchadísima. Todas las tramas mitad épicas, mitad fantásticas hacen que te plantees que humanidad al final nos movemos todos por unas mismas cosas realmente importantes en la vida aunque pasen los siglos o creemos unos protagonistas en mundos inventados, que son el amor, el sexo y el poder. En tiempos medievales tenían los burdeles, hoy los lugares aceptados donde encontrar todo tipo de placeres eróticos son los sex shop pero al final el instinto animal es el mismo 😛

    27 junio 2017 | 12:18

Los comentarios están cerrados.