Apenas 90 páginas para poner patas arriba la historia: ‘La oposición’

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«Hace un par de veranos escribí, en clara sintonía con las tesis de Alfonso Mateo-Sagasta en este precioso librito, que la historia, lejos de ser una ciencia, es un género literario y como tal no se rige por principios de verdad científica, sino por criterios de belleza artística», escribe Luis Alberto de Cuenca en el prólogo de La oposición, de Alfonso Mateo-Sagasta (Reino de Cordelia, 2016).

Sí, hoy no os traigo ni novela histórica ni ensayo histórico, sino una novela brevísima (no llega a las 90 páginas) que, en tan escaso espacio, utiliza el tenso examen de un opositor frente al tribunal que debe evaluar si el protagonista debe obtener plaza en la universidad para exponer toda su teoría sobre la historia y, vaya, ponerla patas arriba. En 90 páginas. Toda una novela de ideas.

Mateo-Sagasta, autor de, como os dije, una de las mejores novelas históricas españolas del siglo XXI, es historiador y reputado novelista y sabe de lo que habla ( se agradecen las recomendaciones bibliográficas del final sobre el tema). Su opositor rebate a sus clásicos examinadores la idea tradicional de historia: ésta es una narración y como tal debe ser tomada. Lo hace de manera entretenida y tensa: unas decenas de páginas bien urdidas, llenas de ejemplos históricos y razonamientos, en forma de un tenso diálogo casi teatral.

¿Cómo defiende estas ideas? Os dejo al opositor de la novela, que él lo contará mejor que yo…

Yo no niego el pasado. Sería absurdo. Pero el pasado comprende todo lo que ha sucedido, resulta inabarcable e incomprensible. De él guardamos un enorme caudal de datos y aún más secretos. El pasado existió, ya lo creo. Lo que niego es la Historia, que es la interpretación de esos datos, el relato oficial en forma de perfecta cadena de causas y efectos que hacen que veamos el pasado como un cuento.

(…)

Que la Historia no exista no quiere decir que no sea necesaria. Las personas necesitamos creer que nuestro presente tiene una lógica, contar con un pasado que explique nuestro lugar en el mundo.

Como su protagonista, el autor se disfraza de hábil provocador para poner en solfa la definición tradicional de historia y discutirla. Y lo hace -no podía ser de otra manera- en un ejercicio de ficción sobre esta cuestión con su punto de discusión bizantina, que cierra con una maravillosa reflexión sobre la historia y su relación con el futuro que deseamos. Decía que la discute como disciplina, pero también es un ejercicio de amor a la historia.

Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo, en el todo o en partes, pero hay que reconocer que para poder debatir, discutir y entrar al trapo, gustan textos como estos. Seguro que os hará pensar sobre el asunto.

¡Buenas lecturas!

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1 comentario

  1. Dice ser definición

    cuando era pequeño tuve que estudiar historia (hoy me alegro) de manera memorística, fundamentalmente, pero además explicada en su entorno.

    Luego aprendí una definición de historia que todavía apunto algunas veces. A saber, la historia es la sucesión de sucesos sucedidos sucesivamente.

    14 febrero 2017 | 12:26

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