Un viaje hacia las huellas del pasado: el museo de la batalla de las Navas de Tolosa

El pasado miércoles pude unirme a un viaje de periodistas organizado por la Diputación de Jaén y Ediciones B para visitar el Museo de la batalla de las Navas de Tolosa en compañía de Sebastián Roa, autor de la reciente (y muy recomendable) Las cadenas del destino (Ediciones B), conclusión de su Trilogía Almohade sobre la que entrevisté a su autor hace unas semanas.

Así que, bien temprano, nos reunimos en Madrid un grupito de periodistas y blogueros especializados en libros, historia o viajes con Roa y su editora, Lucía Luengo, y partimos hacia la provincia de Jaén.

El museo está situado en pleno Parque Nacional de Despeñaperros, en uno de los extremos del terreno donde, según las crónicas de uno de los participantes en la batalla el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, tuvo lugar la confrontación. Sin duda, una de las dos o tres batallas más importantes de la historia de esta Península Ibérica que habitamos.

Allí nos encontramos, con Pablo Lozano, incansable agitador histórico-cultural de la provincia, director del museo y, entre otras cosas, del Certamen Internacional de novela histórica de Úbeda. Lozano nos adelantó algunas actividades que están preparando en el museo en materia de recreación y arqueología experimental de las que os hablaré más adelante aquí.

A pesar del frío (mucho), la organización del museo nos tenía preparada una pequeña ruta senderista por el campo de batalla. Con Lucía, nuestra guía en esa actividad, recorrimos las colinas donde se situaron los campamentos de los ejércitos musulmanes y cristianos y los aproximadamente tres kilómetros que los separaban y donde tuvieron lugar los movimientos militares. Aunque las repoblaciones forestales del siglo XX han cambiado esencialmente el paisaje de la zona y la gélida temperatura del día hacían difícil recuperar sensaciones de aquel sangriento 16 de julio 1212, sí que pudimos ‘sentir’ las distancias, las cuestas, el terreno donde miles de hombres dejaron allí la vida. Y de paso descubrimos algunas riquezas vegetales y paisajísticas de la zona.

Como tenía fresca la lectura de Las cadenas del destino (y al autor allí), resultó fácil recordar y revivir las distintas cargas de los tres reyes cristianos (Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra), movimientos y confrontaciones de aquel día. Las emociones y sensaciones que el autor ha plasmado en su recreación de la batalla, clímax de su última novela.

Por la tarde, tras un experiencia gastronómica inspirada en la célebre batalla en el Mesón Despeñaperros en Santa Elena, visitamos el museo en sí.

Esta instalación, inaugurada en 2012 para conmemorar el octavo centenario del hecho histórico, es un centro de interpretación de la batalla y no un museo con piezas arqueológicas, ya que no se han hecho, de momento, excavaciones en profundidad en la zona. La instalación cumple con nota su misión: didáctica, muy visual y apoyada en contenidos audiovisuales y digitales, da un completa panorámica de la época, los protagonistas, la forma de hacer la guerra, el desarrollo de la jornada, la influencia posterior de la batalla y una puesta en relación de toda esa historia con el paisaje que el visitante tiene delante hoy en día.

Es sin duda, una experiencia interesante, comprensible y entretenida para una excursión de esas que a los amantes de la historia nos gusta hacer en pos de las huellas del pasado.

No puedo terminar esta entrada sin agradecer a Ediciones B y a Lucía Luengo, su editora de histórica, y a la Diputación de Jaén la organización e invitación a esta actividad. Y a todo el equipo del Museo de la batalla de las Navas de Tolosa, encabezado por Pablo Lozano y seguido por todo el equipo, Damián, Lucía, Pilar y Sebastián, el buen trato, las explicaciones y dedicación.

¡Buenas lecturas y, en este caso, buenos viajes!

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1 comentario

  1. Dice ser Ignotis parentibus

    Si esa batalla fue en 1212 poco puede haber en el museo de ella. Lanzas y cacharros de hierro, algo de cerámica lo latón pero… poco mas.

    23 enero 2017 | 17:14

Los comentarios están cerrados.