Un clásico de novela histórica al mes: ‘El hijo de César’, de John Williams, la humanidad del emperador

augustoEn los últimos años John Williams (Clarksville, Texas, EE UU, 1922; Arkansas, 1994) se ha puesto de moda en nuestro país con la recuperación de sus novelas Stoner y Butcher´s Crossing. Más desapercibida ha pasado esta novela que os traigo hoy El hijo de César (recuperada por Ediciones Pàmies en 2008 y reeditada este 2016, traducción de Christine Montoleone), una novela histórica de 1972 que mereció el National Book Award.

Es ésta una novela que, en forma de fragmentos de cartas y otros textos, recorre la vida del joven Octavio Augusto y su lucha por llegar al poder y consolidarse como primer emperador de Roma. Hasta aquí, nada original, pues recuerda en estructura a Los idus de marzo, de Thorton Wilder, y el asunto ha sido narrado por novelistas hasta la saciedad. Tampoco el autor arriesga en el relato de lo histórico y se ciñe a la versión más conocida. ¿Qué la hace, pues, especial y merecedora de entrar en este espacio de un clásico de novela histórica al mes?

el-hijo-de-cesar-ficha7Para mí, francamente, la profunda humanidad que exuda la obra.

Los personajes históricos aparecen en toda su grandeza y en toda su debilidad. Hablan de ellos y de lo que tienen que hacer por alcanzar sus objetivos con naturalidad, sin falsedad, sin trampa ni acartonamiento.

Entre todos, sobre sale el personaje de Octavio, retratado desde dentro y desde fuera, que va ganando en complejidad y empatía según avanzan las páginas. A veces, extremadamente frío, otras infinitamente doloroso.

Y es aquí, donde Williams demuestra maestría, donde nos sojuzga y fascina. Porque hace de los personajes históricos, vistos en esculturas de mármol, carne y emociones. Y es ahí, donde la libertad de la literatura mata a la Historia (como ya hicieran con los Adrianos y Claudios) y donde la novela histórica se vuelve peligrosa porque no volvemos a ver a esos personajes con los ojos de los historiadores, sino con los de los poetas y los escritores.

Si no lo creéis así, leed y disfrutad de esta novela. Y recrearos sobre todo, en los pasajes que desnudan la relación entre el Augusto y su hija Julia, con mucha diferencia, lo mejor de la novela.

¡Buenas lecturas!

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