Este San Valentín, apostamos por la novela romántica histórica: «La esencia de lo romántico por antonomasia está en otras épocas»

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Fotograma de la serie Outlander, basada en las novelas de Diana Gabaldon.

Llega San Valentín y en este blog, no podía ser menos, no voy a dejar pasar la fecha sin más. No porque sea una fecha que me encante o desprecie (que la verdad, ni lo uno ni lo otro), sino porque creo que da para hacer una pequeña (y creo que justa) reivindicación por la novela romántica histórica. ¿Por qué? Porque aunque no sea lector de ese subgénero, sé que tiene millares de lectores y, esto me lo han confesado dos editores, sus buenas ventas han mantenido a flote importantes sellos en estos tiempos turbulentos. Así que si miles de personas leen estas novelas y a las editoriales les gusta… ¿a qué viene ese mala prensa, ese desprecio? ¿por qué pocas veces se cita a este subgénero cuando se habla de novela histórica y sí al thriller histórico por ejemplo? ¿Hay novelas malas? ¿Hay clichés? Pues como en todos los géneros, me temo. No creo que nadie lo quiera reivindicar como alta literatura, pero el  mismo respeto (guste o no) que otros géneros populares tampoco es algo tan descabellado… San Valentín mediante, hoy hablo de novela romántica con ambientación histórica.

Lo primero, no es el chica más popular del momento, pero tampoco es la prima tonta. «No creo que la novela romántica histórica esté de moda ahora, pero siempre tiene un público fiel«, explica María Eugenia Rivera, directora editorial del sello Harlequin, de Harper Collins Iberia.


Las historias románticas ambientadas en el siglo XIX, en el imperio romano o en la Edad Media siguen gustando mucho, tanto que diría que son una apuesta segura


«El histórico es uno de los muchos géneros de las novelas románticas y sin duda, junto a la contemporánea y la paranormal, uno de los más clásicos y que más lectoras tiene en España», me cuenta Andrea Tommasini, jefe de prensa de Terciopelo, el sello romántico de Roca Editorial. «En los últimos meses quizá las editoriales están apostando por ambientaciones más cercanas y actuales, gracias al éxito de autoras como Megan Maxwell o Noelia Amarillo. De todas maneras eso no quita que historias ambientadas en siglo XIX, en el imperio romano o en la Edad Media, sigan gustando mucho,tanto que diría que son una apuesta segura».

«La esencia de lo romántico por antonomasia está en otras épocas. Los valores que acompañan al amor en sentido clásico, tales como el honor, el sentido del deber, la nobleza… siempre han estado relacionados con siglos pasados. Por alguna razón, hoy día tenemos la sensación de que ese tipo de valores se han diluido en la sociedad actual», explica Elena Garquin, escritora con tres novelas románticas con ambientación histórica en su haber (Tuareg, La heredera y Casualmente Valentina, todas en Phoebe).

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«La Historia nos fascina por desconocida, porque no estábamos allí, quizá por eso también nos gusta leer historias de amor, porque nosotros, aunque nos enamoramos igual, lo más probable es que nuestras vivencias no sean tan épicas y no estemos nunca en una situación de vida o muerte para salvar a la persona que amamos«, añade Anna Casanovas, autora con recorrido en el género, 18 novelas románticas en las que ha tocado todos los palos, incluido el histórico.

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¿Qué buscamos? Que la historia no caiga en el aburrimiento y que esté bien ambientada


Está claro que en los tiempos de Grey (de la que por cierto, muchas autoras de romántica echan auténticas pestes) los modelos son otros, pero el subgénero tiene pervivencia y lectores. Y eso, sin sumar otras etiquetas como las landscape novels (mezcla de ambientaciones exóticas del pasado, romance y aventuras) de Sarah Lark y compañía, las novelas de Nieves Herrero sobre amores famosos de la España del siglo XX  o los cóctel de historia, pasado y amor de las novelas de la australiana Kate Morton y compañía. Si juntáramos todas las novelas con ambientación histórica, sin importar el subgénero, e hiciéramos la lista de más vendidos, quizá el paisaje cambiaría bastante.

Bien, la cosa tiene tirón. ¿Pero qué se busca? ¿Qué buscan las editoriales y, por ende, los lectores? Ana Rosa Cortés, editora de Harlequin y Harper Collins, destaca que lo importante «es que la historia no caiga en el aburrimiento, que no sea previsible, que no vaya a lo típico, y que esté bien ambientada».  Y en eso incide Rivera, su directora editorial: «Lo importante es que tengan buena ambientación, a veces te llegan novelas sobre la Regencia que parecen que transcurra hace 10 años. La ambientación histórica debe mantenerse».

«Fórmulas mágicas no hay», explica Cortés, «los personajes deben estar bien definidos y los autores deben jugar bien con el tira y afloja de los sentimientos».


La esencia de lo romántico por antonomasia está en otras épocas


«Puesto que la novela romántica debe acabar bien, lo que se busca, aparte por supuesto de la calidad, es sobre todo que sea capaz de seducir y entretener al lector (o lectora). En el caso del género histórico, también se hacen necesarios, por parte de los autores, documentación y coherencia. No puedes leer una novela ambientada en el siglo XVIII y que se hable de bolígrafos, para poner un ejemplo tonto», añade Tommasini de Terciopelo.

¿Cuáles son las épocas favoritas? «Sí, hay unas épocas predilectas, quizá por influencia de la novela romántica inglesa: la Regencia y, desde hace unos diez años, los highlander escoceses. Y esto fue antes de la serie Outlander de Diana Gabaldon y su adaptación televisiva».  En cualquier caso, dándose un paseo por las librerías e Internet encuentra uno novelas ambientadas en la Antigua Roma, el Lejano Oeste, la India o incluso la ¡prehistoria!

«Si que hay mucho autor español que sigue escribiendo sobre la Regencia, pero de vez en cuando te ambientan en nuestro siglo XIX, que es una época que da mucho juego y está poco explotada«, asegura la directora editorial de Harlequin cuando se le pregunta por los autores patrios.

Una de ellas, es Garquin, que no muestra dudas sobre la época idónea: «Para mí, sin lugar a dudas, el siglo XIX. Es el siglo romántico por excelencia. Lleno de cambios históricos que se pueden adaptar a cualquier trama. Lo suficientemente lejano en el tiempo para considerarlo atrayente, y lo suficientemente cercano como para que el lector tenga una idea de ciertos detalles que, de otra manera, correríamos el riesgo de explicar más de la cuenta».

Una de las cosas que siempre me han llamado la atención es cómo documentar estas historias. ¿Cómo se documenta uno sobre los sentimientos, sobre las pasiones ocultas del pasado? «La documentación es una parte importante y necesaria del proceso de escritura, pero no debemos perder de vista que esa documentación no puede asfixiar la historia. En cualquier caso, lo importante es captar el tono y lograr unos personajes convincentes, y por supuesto ser respetuoso con la historia», me explica Casanovas, cuya última novela, Vanderlbilt Avenue (Harlequin) transcurre en el Nueva York de principios de siglo XX.


Las mujeres leemos más que los hombres, cualquier género, no solo el romántico


Vayamos a otra idea habitual, ¿es un género hecho por mujeres para ser leído por ellas? En esta entrada, de cinco personas, sólo una es un hombre. «Las mujeres leemos más que los hombres, cualquier género, no solo el romántico. Hay multitud de estudios que demuestran que el público femenino consume muchísima más literatura que el masculino. No creo que un escritor de novela negra escriba pensando que lo hace solo para hombres o solo para mujeres», lanza Casanovas. «Es un tópico a desechar de inmediato. No voy a negar que este género fue concebido por y para mujeres, pero debido a la variedad de contenidos, hay cada vez más lectores masculinos y cada vez más autores. ¡Y no sabes cómo me alegro!«, añade Garquin.

Llego al planteamiento con el que arrancaba,… ¿es un subgénero y un subgénero un punto despreciado? «Estamos hablando de un género capaz de generar ventas muy elevadas, pero del que nunca se habla, que siempre se considera como de segunda y que desde los medios y la crítica se mira con cierto esnobismo. Después del fenómeno de Las 50 sombras de Grey y la llegada de la erótica, las cosas han cambiado un poco, pero sí sigue habiendo un poco esta actitud de mirar a la romántica por encima del hombro», analiza Andrea Tommasini.

«Un punto depreciado, no. Yo diría que muchos puntos. Y todavía me pregunto por qué. En este género, como en todos, hay obras de más calidad y otras de menos, pero eso, en cualquier caso, lo deciden los lectores. Por otro lado, no entiendo por qué una buena romántica debe tener menos valor para los “críticos” que una buena novela negra, o una de misterio, por poner un ejemplo», explica Garquin.

«Afortunadamente, y gracias al volumen de ventas de la literatura romántica, esto está empezando a cambiar. Aún nos queda muchísimo camino por recorrer y por desgracia tu pregunta es acertada; todavía existe mucha gente, dentro y fuera de la industria editorial, que la menosprecia. No digo que no haya novelas románticas malas, las hay, pero no más que en cualquier otro género», razona Casanovas que achaca ese menosprecio a la «ignorancia y el desconocimiento». Y añade, «la literatura romántica consigue sus lectores creen comunidades entre ellos donde se habla constantemente de literatura, se consume y se respeta. Creo que ya va siendo hora que se hable de la literatura romántica con la misma seriedad que se habla de cualquier otro género. Nada más y nada menos».

Es justo me parece, reconocer un trabajo bien hecho y con tantos seguidores. Nadie pide que se eleve un género a los altares o que se le dé un valor académico o crítico. Al menos respetarlo, guste o no y, como ya somos mayorcitos, que cada uno lea y disfrute de los libros como quiera.

¡Buenas lecturas y, para los que lo celebréis, feliz San Valentín!

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1 comentario

  1. Dice ser LuzZz

    bueno, ahora los que se enamoran suelen ser los niños, y aunque es una película antigua, ahí tienes una, con una buena banda sonora (los Bee Gees), que se llamaba Melody (aunque igual en españa tuvo otro nombre, no sé).
    En fin, feliz san valentín y carnaval… ¡que haya mucho amor para todos, o al menos simpatía!

    14 febrero 2016 | 04:37

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