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¿Por qué evitará el trullo con 15.000 € «la hija de puta de La Perla» (Bigotes dixit)?

El 3 de enero de 2009, en una conversación telefónica entre Álvaro Pérez El Bigotes, la persona de confianza de Francisco Correa en la Comunidad Valenciana, y Cándido Herrero, contable de Orange Market, El Bigotes admitió haber comprado un reloj a Milagrosa Martínez, ex presidenta de las Cortes Valencianas y ex consejera de Turismo en la época en que Francisco Camps era presidente de la Generalitat, como favor por recibir contratos públicos.

Milagrosa Martínez

Milagrosa Martínez, ex presidenta de las Cortes Valencianas, condenada por corrupción. EFE

Dicha conversación fue intervenida por los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. El Bigotes le dijo a Cándido Herrero: «Y luego tenemos que comprar un reloj a la consejera de, porque se lo compré a la hija de puta de la Perla, ¿no se lo voy a comprar a la de ahora, a la de Turismo?». Se refería a Angélica Such, la consellera de Turismo que sucedió a Milagrosa Martínez, y quien sí ha resultado absuelta.

Pero La Perla no, Milagrosa Martínez ha sido condenada a prisión, aunque eludirá la trena con una fianza de 15.000 euros.

La Perla siempre negó haber recibido un reloj valorado en 2.400 euros por parte de El Bigotes, a cambio de contrataciones para Fitur. Pero el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV), en su sentencia sobre la pieza 3 del caso Gürtel, lo considera probado.

Según los magistrados del TSJ valenciano, en las fiestas navideñas de 2005, Francisco Correa, Pablo Crespo y Álvaro Pérez, puestos de común acuerdo, y para ganarse el trato de favor de la exconsellera, le regalaron un reloj de la marca Hublot por importe de 2.400 euros que Correa adquirió en una joyería de Madrid. Los tres han sido condenados y han ingresadon en la cárcel de Picassent.

Álvaro Pérez, El Bigotes

Álvaro Pérez, El Bigotes, miembro de la trama corrupta Gürtel.

El abogado de Milagrosa Martínez siempre negó tal acusación, e incluso la ex consellera dijo que era aficionada a los relojes de imitación y que no tenía amistad ni trato con los cabecillas de la trama corrupta Gürtel. Para ello se refirió a la forma insultante con que aludía a ella El Bigotes: «La hija de puta de La Perla». La exconsellera condenada a cárcel era conocida así por utilizar dicha expresión, ‘perla’, para referirse a mucha gente, aunque ella siempre ha dicho que se le conocía como «Mila».
La condena ha sido rotunda: 9 años de prisión, 6 de ellos por malversación de caudales públicos (delito por el que también se le imponen 10 años de inhabilitación absoluta) y otros tres años de cárcel por cohecho pasivo (además de 5.000 euros de multa y 8 años de inhabilitación especial).

¿Y por qué eludirá la cárcel con una fianza de 15.000 euros tras una condena tan clara? El tribunal ha tenido en cuenta que Milagrosa Martínez, a diferencia de Correa o El Bigotes, no está imputada en otras piezas del caso Gürtel.

Además, la defensa de la exconsellera ha alegado que su estado de salud es «delicado» y que carece de medios económicos, por lo que no existiría riesgo de fuga. Los jueces lo han tenido en cuenta pero, eso sí, está obligada a comparecer dos días al mes, se le retira el pasaporte y se le prohíbe salir de España, además de la fianza de 15.000 euros para eludir el ingreso en prisión.

La Perla, ex alcaldesa de Novelda (Alicante), fue promocionada por Francisco Camps tras significarse muy pronto en apoyo del expresidente de la Generalitat Valenciana en su particular batalla interna por el poder en el PP de la Comunidad Valenciana con el ex ministro Eduardo Zaplana que se desató tras las elecciones autonómicas del año 2003.

Blasco, del comunismo revolucionario a conseller del PSOE, del PP, y ahora al trullo

La historia personal de Rafael Blasco es, probablemente, una de las más peculiares entre los políticos españoles.

Rafael Blasco

Fotografía de archivo tomada el 08/03/2012, del exconseller de Solidaridad Rafael Blasco. EFE/Kai Försterling

Nacido en Alzira (Valencia) en 1945, militó en su juventud en varios partidos antifranquistas, primero en el Partido Comunista de España (PCE), luego en el Movimiento Comunista de España (MCE) y posteriormente en el extremista Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), que rechazaba la reconciliación nacional promovida por Santiago Carrillo y apostaba por forzar la caída de la dictadura franquista por métodos que no descartaban la lucha armada. Esta militancia, todavía bajo el franquismo, le llevó a situaciones de exilio.

Ya en democracia, Rafael Blasco se fue acercando al Partit Socialista del País Valencià-PSOE, partido en el que su hermano Francisco fue alcalde de Alzira. Tanto se fue acercando que acabó de conseller de Presidencia del primer gobierno autonómico de Joan Lerma en 1983. Su poder era inmenso en el gobierno socialista.

Blasco se casó con Consuelo Císcar, secretaria personal del ex president de la Generalitat Joan Lerma y hermana de Ciprià Císcar, que también fue conseller de Educación y llegó a ser el número tres del PSOE (secretario de Organización Federal) con Felipe González.

Rafael Blasco fue nombrado conseller de Obras Públicas y Urbanismo en 1985 y en 1989 fue destituido tras una denuncia por sobornos a funcionarios de la Conselleria a cambio de la recalificación de terrenos. El controvertido político se salvó de la cárcel: unas grabaciones telefónicas que le incriminaban supuestamente fueron invalidadas y Blasco resultó absuelto.

Tras su destitución, trató de impulsar un partido político valenciano de corte autonomista, en una operación en la que incluso intentó coaligar a otros dos partidos antagónicos, Unió Valenciana (que llegó a obtener más de 200.000 votos en la Comunitat Valenciana con un discurso anticatalanista) y a Unitat del Poble Valencià (germen del actual Compromís y cercano a tesis favorables al acercamiento político y cultural de Valencia con Cataluña). Blasco intentó ser el puente entre las dos orillas valencianistas para crear una coalición que  impidiera al PP o al PSOE lograr mayorías absolutas y que tuvieran que pasar por sus condiciones, pero fracasó.

Distanciado del PSOE tras su destitución, Blasco se fue aproximando al PP de Eduardo Zaplana, que acabó fichándolo en 1995 como subsecretario de Planificación de la Generalitat. En 1999 lo nombró consejero de Empleo y luego de Bienestar Social. Entre otras leyes, Blasco impulsó la ley de uniones de hecho, una norma que provocó duras críticas del sectro democristiano y más conservador del PP valenciano, pero que Zaplana avaló para tratar de ganar votos de centro a costa del PSOE.

Tras la marcha de Zaplana al Gobierno de Aznar, primero como ministro de Trabajo y luego como ministro portavoz, Blasco prosiguió su proceso camaleónico y se acercó a Francisco Camps, quien venció en las elecciones autonómicas valencianas en 2003. Blasco no tuvo problema en convertirse también en uno de los hombres fuertes de Camps, pese a que éste procedía del sector democristiano del PP valenciano. Del comunismo revolucionario al socialismo institucional y luego al Partido Popular, no tuvo dificultad alguna en pasar del sector ‘liberal’ del PP valenciano al sector ‘democristiano’.

Juicio del caso Cooperación

El juicio oral contra el conseller de Solidaridad y Ciudadanía Rafael Blasco (4i) y otras ocho personas por el supuesto fraude en las subvenciones de la Generalitat para cooperación internacional. EFE/Juan Carlos Cárdenas

Blasco fue nombrado conseller de Territorio, luego de Sanidad y finalmente de la conselleria de Solidaridad y Ciudadanía. Fue durante esta etapa donde fraguó el ‘caso Cooperación’ por el que hoy ha sido condenado a 8 años de prisión. También estalló el caso de los trajes de Gürtel por el que fue imputado Francisco Camps. Y Blasco fue uno de los políticos que más defendió al expresidente de la Generalitat.

Por ello, y tras ganar las elecciones autonómicas de 2011, Camps nombró a Blasco portavoz del PP en Les Corts, quizá también lo sacó de su Gobierno temiendo una posible imputación por el ‘caso Cooperación’, como finalmente ocurrió. Pero Camps tuvo que dimitir, forzado por Rajoy, tras la apertura de juicio oral.

Con la llegada de Alberto Fabra a la presidencia de la Generalitat, el futuro de Blasco en el PP se complicó mucho, especialmente tras su imputación. Fabra le negó el acceso a las reuniones de su gobierno, lo destituyó de portavoz y presionó para que dimitiera y dejara su escaño en Les Corts. Al negarse este, Fabra amenazó con forzar una votación del grupo popular para expulsarlo, pero Blasco accedió a abandonar éste, pero al no renunciar al escaño pasó al grupo de no adscritos.

Ahora, era un cadáver político pendiente de su condena o absolución. La sentencia ha sido contundente. El camaleón Blasco pasará ahora a estar enjaulado, entre las rejas de prisión.