Esta semana daba comienzo con lo que para muchos jugadores supone un gran acontecimiento: la llegada de la nueva expansión —la cuarta— del ya antiguo universo de World of Warcraft. El lunes a las 12 de la noche, Mists of Pandaria se ponía a la venta y millones de ansiosos fans de todo el mundo no dudaron en hacer cola para adquirirlo.
El evento que tuvo lugar en Madrid, en el centro comercial de Príncipe Pío, supuso un auténtico despliegue por parte de Blizzard, yo diría que mucho más de lo habitual. En una gala conducida por Berta Collado, se habló de juego, hubo un espectáculo de artes marciales, intervinieron desarrolladores de la compañía, se organizó un pequeño concurso de disfraces y se realizaron conexiones en directo con otras ciudades europeas como París, Londres, Milán y Colonia.
¿Por qué tanto despliegue para promocionar la expansión hasta el momento menos atractiva de todas las que han visto la luz? Pues quizá por eso precisamente, por las dudas que flotan en el aire. No cabe duda de que World of Warcraft sigue siendo el rey de los MMORPG, pero el liderazgo ya no transmite la misma solidez que hace años.
Para empezar, el número de suscriptores, aunque sigue siendo elevadísimo, va en continuo descenso desde hace un par de años: de 12 millones que había en 2010 se ha caído hasta los 9 millones en 2012. Por otro lado, mientras que el WoW envejece, nuevos competidores más jóvenes ganan adeptos con facilidad: League of Legends ha llegado a ser el juego online más jugado (por delante de World of Warcraft) mientras que el lanzamiento de Guild Wars 2 ha causado un gran revuelo en el mundillo.
En cuanto a Mists of Pandaria en concreto, la elección de argumento y novedades dejó fríos a muchos de los jugadores. Yo mismo he manifestado aquí mis reparos, casi seguro injustos, hacia los pandaren, Pandaria y el resto de elementos pandáricos del juego. El problema no es que no me guste la nueva raza, que siempre me ha caído simpática, sino que en general me parece bastante menos interesante que todo lo mostrado en las expansiones previas.
Soy consciente de que esto no son más que prejuicios e intuyo que la expansión es mucho mejor de lo que pudiera parecer. De momento es solo una sensación, pero estoy a punto de comprobarlo. Ya tengo Mists of Pandaria en mi poder y lo cierto es que estoy deseando comprar un nuevo ordenador (el actual está ya para mandarlo a la residencia) y redescubrir ese maravilloso mundo de enanos, elfos y orcos que tantas satisfacciones me produjo en otro tiempo.
En Blizzard no son tontos ni mancos, así que lo más probable es que, para reforzar el producto, mantener a los fieles y atraer a nuevos jugadores, además de realizar una inteligente campaña de marketing, habrán echado el resto con la calidad de la expansión. A mí aún me quedan un par de días antes de hacerme mi monje pandaren, pero imagino que ya hay miles campando a sus anchas por Azeroth.
¿Habéis probado ya Mists of Pandaria?, ¿qué os está pareciendo?