Electronic Arts ha vuelto a modificar su estrategia. Tras unos años en los que apostó bastante por nuevas IPs, dejando incluso algunas de las de «toda la vida» en segundo plano (Need For Speed, por ejemplo), ahora vuelve a poner toda la carne en el asador con sus franquicias clásicas más potentes.
Sin embargo, en esta ocasión no da la sensación de que estemos ante productos ya jugados, casi desfasados, sino más bien todo lo contrario. EA ha logrado perfeccionar sus títulos hasta convertirlos, por méritos propios, en algunos de los máximos exponentes del sector en sus respectivos géneros.
El caso más claro es Battlefield, que con su cuarta entrega se consolida como la más seria alternativa a Call of Duty. Ya no es el shooter segundón, ahora es la opción preferida para millones de jugadores en todo el mundo.
Vale, Battlefield 4 no es revolucionario y su modo campaña tiene poco de sorprendente, pero su evolución es digna de tener en cuenta. En todo lo relacionado con el online es fantástico y técnicamente es una joya, uno de los mejores trampolines para dar el salto a la nueva generación.
También FIFA, que lleva años dando lecciones de fútbol virtual a Pro Evolution Soccer, este 2013 ha destacado con mucha más holgura. Quizá el motivo, más que los méritos de EA, sea el bajón que ha sufrido este año el juego de Konami —incluso a férreos y tozudos defensores del Pro he escuchado poner por delante al título rival—, pero aun así, esto no deja de beneficiar a la compañía norteamericana. FIFA 14 ha adelantado a Pro Evolution Soccer 2014 por la derecha.
Y hablando de adelantar, incluso Need For Speed ha experimentado este año un repunte de calidad que ya le venía haciendo falta. NFS: Rivals es espectacular, trepidante y divertidísimo, especialmente en el online.
Suelo preferir las estrategias arriesgadas, la apuesta por nuevas franquicias y títulos menos conocidos pero, si la táctica «conservadora» rebosa este nivel de calidad y da tan buenos resultados, ¡bienvenida sea!