Aunque parezca mentira, ya vuelvo a tener Internet en casa. Pero más alucinante aún es que no he sucumbido al ansia. Lo he echado mucho de menos, lo reconozco, pero ahora siento que no lo necesito tanto como antes.

El primer día con Internet no lo pasé probando la expansión del Warcraft, ni retomando el Warhammer Online, ni leyendo Kotaku, ni hablando por el Messenger… Lo pasé con unos amigos jugando ¡¡¡¡al Buzz! Junior!!!.

Estuvimos jugando en casa de un colega, un buen amigo al que no le gustan los videojuegos pero que le encanta «el Buzz! de los monitos». Por supuesto, siempre he aprovechado eso para meterme con él: «¿Qué se puede esperar de alguien que juega a un juego para niños de cinco años?».

La verdad es que yo no tenía ni idea de qué iba el juego. Pensaba que era igual que los demás Buzz! pero con preguntas para niños. Muy equivocado estaba. En realidad es una recopilación de minijuegos en los que se participa usando los pulsadores típicos del a franquicia.

Las pruebas son sencillísimas, muchas de ellas son de pura suerte, pero lo cierto es que jugando cuatro personas a la vez es un auténtico vicio, todo un pique muy gracioso.

He de reconocer que me acordé del Rey Lich un par de veces, pero creo que con el WoW no me lo habría pasado ni la mitad de bien que jugando al Buzz! Junior: Locura en la Jungla con los colegas.

Conociendo los gustos de mi amigo, hace tiempo le regalé el Buzz! Junior Dinos. Me comentó que el de los dinosaurios es bastante más flojillo que el de los monos. Tendré que creerle, él es el experto. Eso sí, me temo que ya no podré meterme con él. Me divertí mucho… y además gané, jeje.

¿Será normal esto de disfrutar con juegos para niños? También tengo que confesar que soy fan absoluto de Pocoyó. Tal vez debería ir al psicólogo… o al pedagogo.