La carrera hacia las elecciones catalanas del 25N

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Sant Jordi y la rosa

Cuenta la leyenda que un caballero, conocido como Sant Jordi, consiguió derrotar a un temible dragón, que había secuestrado a una princesa. Este relato forma parte de la cultura popular catalana y, ahora, adquiere la forma de crónica política en la recta final de esta campaña, donde los dos grandes aspirantes a la presidencia de la Generalitat, José Montilla (PSC) y Artur Mas (CiU), se lo jugarán todo a una última carta: llenar el Palau Sant Jordi, uno hoy, y el otro, mañana.
El combate cuerpo a cuerpo continúa entre ambos, pese a que la Junta Electoral les haya dejado sin el cara a cara televisivo. Ahora, sólo les queda saber quién es el caballero triunfador y quién el dragón derrotado. Según el presidente de la Sala Civil del Tribunal Supremo, Juan Antonio Xiol, el debate a dos en TV3 «podría haber alterado los resultados electorales». Y su homólogo en la sala penal, Juan Saavedra, reconoce que la legislación electoral es «francamente» mejorable.

Con lanza y armadura. Sea como sea, los candidatos socialista y convergente no han podido debatir uno frente al otro porque la propuesta no se ha hecho dentro de los plazos legales. Y ahora, empieza la otra pugna. ¿Conseguirá llenar el Palau Sant Jordi? «Sí, hombre, sí», respondía ayer Mas, confiado. Y es que Sant Jordi ha estado presente en esta campaña incluso antes de que empezara: Montilla ofreció su discurso de cierre de la legislatura en el Saló Sant Jordi de la Generalitat. Pero una cosa es que no se hayan puesto de acuerdo a tiempo para estar cara a cara y otra diferente, que no hayan mantenido un enfrentSant Jordiamiento dialéctico a distancia. Como el caballero con su armadura y el dragón que lanza ráfagas de fuego por la boca, ambos se enfrascaron ayer en una discusión sobre quién tiene la culpa de que los electores catalanes no les puedan ver juntos y solos (sin los otros cuatro candidatos) en la televisión. «CiU no ha querido debates», aseguró Montilla. «Yo quería dos o tres y para motivar a los ciudadanos se tenía que llegar al final», dijo.

El caballero socialista apareció ayer arropado por los múltiples alcaldes metropolitanos del PSC (Hereu, Marín, Bustos, Parlon…) en un acto en Bon Pastor, quizás, como antesala de su objetivo de llenar el Palau Sant Jordi esta tarde-noche. Como si se tratara del clásico del lunes entre Barça y Madrid, habrá que estar atentos a las cifras de asistencia a los mítines finales de Montilla y Mas. El candidato socialista relató que propuso a su adversario el careo en el último minuto del debate a seis del domingo en TV3 porque «era la única manera» de conseguirlo. Y cargó contra su dragón convergente porque no quiso hacer uno en castellano.
Mas también se enfundó ayer la armadura para luchar contra su propio dragón socialista y aseguró que, si él es presidente, de aquí a cuatro años pondrá «todas las facilidades» para protagonizar un cara a cara con el jefe de la oposición. «Haré lo que haga falta», exclamó, antes de recordar que en 2003 y en 2006 ya se quedó sin poder debatir con Pasqual Maragall y José Montilla, sus adversarios socialistas. El caballero Mas lamentó las «críticas excesivas» de su dragón Montilla. «Basta ya de polémicas sobre el cara a cara. Nos han dicho que no se puede hacer. Ya es agua pasada».

Como dos atletas, Montilla y Mas han escogido Montjuïc, la montaña olímpica, para hacer el último sprint de esta campaña y encarar la recta final con las máximas garantías de obtener la ansiada medalla: la presidencia. No es extraño que PSC y CiU hayan elegido como escenario el Sant Jordi.
Tanto Montilla como Mas se juegan buena parte de sus cartas en Barcelona y su área metropolitana. Uno tiene que movilizar a su electorado socialista más dormido (por eso, hoy, contará con el apoyo de los pesos pesados: Zapatero, Felipe González y Carme Chacón…) y, el otro, tiene que robarle a los desencantados. La recompensa es conseguir la rosa de Sant Jordi, esa de color rojo que habitualmente se asocia al socialismo, pero que Mas también quiere para él y sin las tres espinas del tripartito. El domingo, ¿quién será el caballero y quién el dragón vencido?