Eduardo Medinaveitia firma en este mismo soporte de “20 minutos”, que nos acoge con generosidad (¿merecida?), una nota inquietante sobre el consumo de prensa de papel. Eduardo es de mi quinta, es decir que vamos hacia la reserva (espero que con dignidad). El test que ha hecho en la facultad de periodismo es desolador, los jóvenes no están interesados en los diarios. He preguntado lo mismo muchas veces en la facultad con respuesta parecida, quizá menos decepcionante. Por ese lado los diarios lo tienen difícil. El acceso a los lectores hay que revisarlo, hay que innovar.
Estoy seguro de que los diarios de papel tienen larga vida, que no van a morir; que se van a transformar. Un economista de campanillas, Schumpeter reflexionó con mucho fundamento sobre estos fenómenos de cambio y regeneración: procesos de renovación destructiva.
Los diarios clásicos necesitan regeneración. No se si los que hoy les dirigen son capaces de hacerlo, pero ellos u otros lo harán. Ahora asimilan con dificultad el fenómeno intenet. Quizá “20 minutos” es el medio diario de papel que mejor ha entendido el fenómeno, probablemente por una actitud mental más abierta, más ambiciosa.
No he entendido la subida de precio, 10%, del diario de más difusión. Ellos sabrán, son libres y deben ser muy listos. Si les sale bien habrá sido una decisión acertada, si no sale tan bien, tendrán que pasarse por la habitación de meditar, por aquello de quien soy, de donde vengo y adonde voy.
Es audaz subir precios cuando pintan bastos. Puede ser genial o suicida. ¿Es razón suficiente como para que sus lectores habituales les manden al infierno? No lo he hecho, supongo que Eduardo tampoco. No puedo pasar sin el consumo de varios diarios de papel a primera hora de la mañana, antes incluso del café y la ducha. Pero quizá se puede pasar sin ellos, quizá se puede probar.