Sergio, Alejo, Andrés, tres jóvenes entre 25 y 27 años, suficientemente preparados, comprometidos en la política por cada uno de los partidos nacionales (PSOE, PP IU) debatieron ayer en la tribuna del club Siglo XXI sobre sus respectivas ofertas electorales. Tenía interés por conocer como razonan estos jóvenes seducidos por la política y tuve la oportunidad de escucharles y, antes, de charlar media hora con ellos.
Sergio (PSOE) y Andrés (IU) se han licenciado en derecho en la Complutense, el primero es concejal en el ayuntamiento de Escalona (Toledo) y secretario general de las juventudes socialistas, afiliado desde los 14 años. Andrés ejerce de abogado laboralista en la órbita de CCOO. En el caso de Alejo (PP) dedica las horas libres que le deja la política, pocas, a acabar derecho y administración de empresas en la Universidad de Comillas y está en la puerta del ayuntamiento de Madrid a poco que corra la lista, es probable que sea concejal esta legislatura.
La relación entre ellos es cordial, incluso han jugado al mus alguna vez, se conocen y se respetan, o eso me pareció. Subidos a la tarima del debate usan las fichas de sus partidos y aparatos, reproducen el discurso y los argumentos de los mayores, de tal manera que cerré los ojos y me pareció que era más de lo mismo. Los mismos datos más o menos tramposillos sobre becas, paro… y los mismos eslóganes de laboratorio. Andrés, el de IU, va más por libre, sin papeles oficiales.
Les pedí que nos dijeran algo positivo de sus adversarios, de los otros partidos. Alejo (PP) aceptó que Zapatero es muy buen comunicador, sin entrar en detalles; me pareció que quería decir que por eso dice más mentiras y es más tramposo, pero quizá no era eso, quizá era un elogio sincero. Los otros no tuvieron tiempo de contestarme.
No dio para más, me hubiera gustado escucharles más tiempos, discutir, proponerles algún pensamiento lateral. Pero no hay tiempo, todos andamos muy ocupados.
Me fui a casa pesimista, esperaba aire fresco, algo nuevo, pero solo noté más de lo mismo con fundamentos muy débiles. Y parecen buenos tipos, prometedores, pero… Quizá sea que la edad nos vuelve pesimistas.