Hablé con el neurólogo, bueno no, con su enfermera para disipar mis dudas sobre los tratamientos de cara al posparto y notificar que todavía no me habían llamado para hacerme el análisis del virus JC (se comprueban unos anticuerpos). Y estoy cabreada. Mucho. Porque no han hecho ni lo uno ni lo otro, sigo en un mar de dudas y con la sensación de que o te preocupas tu mismo de llevar tu enfermedad al día siendo pesado o estás perdido.
En Agosto, con tiempo, intentando planificar las pruebas como debería ser, dada la situación en la que estoy, me dijeron que en Octubre/Noviembre me llamarían para hacerme el dichoso análisis. Pues no, no me han llamado y lo que es peor, hubo una remesa de estos análisis en Octubre (suelen reunir a un número de pacientes porque se envían a Dinamarca). Pero se olvidaron de mí.
Ahora le tengo que llamar cuando dé a luz para que me haga el análisis y resuelva todas mis dudas. Gracias, de verdad, de todo corazón. Lo que más me va apetecer cuando por fin tenga a mi niña en brazos va a ser desplazarme al hospital varias veces(en Burgos), para aclararme todo el embrollo que tengo en la cabeza y si eso sacarme un poco de sangre. Más la espera entre dos y tres semanas de los resultados, si es que finalmente consiguen convencerme para que siga con mi tratamiento de antes, del que cada vez tengo menos ganas de volver. ¿Para qué planificarlo y dejar disfrutar al paciente de ese momento? ¿Para qué? Pues no, después me tengo que preocupar de qué es lo que va a pasar con mi tratamiento, porque parece ser que ahora como que no, no es suficiente.
Es la tercera vez que intento resolver este tema, me aclaran unas dudas y me surgen otras, algunas se podrían resolver en diez minutos de llamada telefónica. Algo normal en alguien que se involucra en su salud, sus circunstancias cambian, tiene miedo y no quiere equivocarse. Seré una pesada, me da igual, no me importa pero ¿qué esperan si estoy hecha un lío y cada vez me dicen una cosa distinta? En serio, vamos de mal en peor.