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La receta de mi abuela para reparar todas las penas: ¡sus hojaldrinas!

La receta para reparar las averías del alma, según mi abuela: sus deliciosas hojaldrinas, sencillas y deliciosas para los manitas de los hogares más Navideños ;)

La Navidad me trae muchísimos recuerdos. Como a muchos niños, a mí también me regalaron algún año en estas fechas un kit de herramientas de plástico. De esas blanditas, de colores, con tornillos grises. Pero tengo que confesar que, lejos de pasarme todo el día haciendo girar mi pequeña llave inglesa roja en torno a cada trasto de la casa, estas fiestas las pasaba metido en la cocina, viendo cocinar a mi abuela.

Me parecía fascinante ver entrar en un recipiente harina, leche, huevos… y salir por otro lado pasteles, mantecados y todo tipo de postres. Así que hoy, amigos, quiero rendirle un pequeño homenaje a alguien que con sus postres puede arreglar enfados, tristezas y todo tipo de averías del alma: nuestras abuelas.

La especialidad de la mía es sencilla pero espectacular: las hojaldrinas.

Y hoy vamos a demostrar en casa que no solo se nos da bien la silicona, el cemento o el aceite lubricante, así que id preparando…

¡LOS INGREDIENTES!

Para la masa:

-600 gr de Harina.

-400 gr. Manteca de cerdo refinada.

-50 gr. Azúcar en polvo.

-50 gr. Vino blanco moscatel.

-50 gr. Zumo de naranja.

-Ralladura de la piel de 3 naranjas.

… y para espolvorear, abundante azúcar glas.

La receta para reparar las averías del alma, según mi abuela: sus deliciosas hojaldrinas, sencillas y deliciosas para los manitas de los hogares más Navideños ;)¿CÓMO LAS PREPARAMOS?

Mi abuela dejaba los ingredientes a temperatura ambiente unas horas para ablandarlos (sobre todo la manteca) y después los mezclaba todos en un recipiente grande con las manos (me encanta esta parte, es ideal para jugar con los niños). Una vez bien mezclado, lo metía en el frigorífico al menos una hora para endurecerlo. Así, decía, podíamos trabajar mejor con la masa, pasándola a la tabla y estirándola con el rodillo hasta dejarla con un espesor de algo más de un dedo (unos dos centímetros).

Después, cortábamos la superficie en pequeños rectángulos y los horneábamos en dos fases: 1º un cuarto de hora a 200ºC, y acto seguido bajando a 175ºC otros 25 minutos.

Una vez cocidas las hojaldrinas (había que comprobar que lo estaban cortando una por la mitad, ¡no se fuesen a quedar crudas!), las sacábamos, las dejábamos enfriar y las espolvoreábamos con el azúcar glas.

La receta para reparar las averías del alma, según mi abuela: sus deliciosas hojaldrinas, sencillas y deliciosas para los manitas de los hogares más Navideños ;)

 

¡Y la obra estaba terminada! Mi padre era capaz de arreglar cualquier cosa que le cayese en las manos, cierto. Pero la magia de mi abuela en la cocina llenaba toda la casa de una fragancia que uno no podía olvidar nunca: el aroma de la Navidad.

Y por eso ella siempre ha sido para mí la auténtica manitas de la casa.

Os deseo a todos unas felices y dulces fiestas junto a vuestros seres queridos. Que os sirvan para reponer fuerzas y ánimos para comeros el próximo 2013 como si de vuestro postre favorito se tratase… ¡con las mismas ganas! 😉