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Se llama a la Economía (más aún en estos tiempos de crisis) la "ciencia lúgubre". Aquí trato de mostrar que además es una de nuestras mejores herramientas para lograr un mundo mejor

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El BCE se prepara para aprobar un QE: ¿Qué es? ¿Por qué ahora? ¿Cuánto dinero movilizará?

La semana pasada contaba en un post cómo la justicia de la UE (junto a académicos y el propio Draghi) resolvió que los programas de compra de activos (OMT) eran compatibles con los tratados y por lo tanto había desautorizado a Alemania como obstáculo para aprobar un programa de estímulo monetario impulsado por el Banco Central Europeo (BCE). Esta resolución dio vía libre a que el supervisor bancario de la zona euro apruebe este mismo jueves el tan esperado Quantitative Easing (QE).  Los analistas internacionales esperan sorpresas por parte de Draghi, aunque las estimaciones de potencia de fuego por parte del BCE oscilarían entre los 40.000-50.000 millones de euros mensuales en bonos o una cantidad total acumulada de hasta 700.000 millones de euros.

BCE

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Pero, ¿Qué es un QE? Básicamente se trata de un programa de estímulo económico diseñado por el BCE mediante la compra directa de bonos de deuda pública y otros activos. La idea es inundar de dinero nuevo (liquidez) la economía a cambio de obligaciones futuras con el fin de que bancos, instituciones y empresas impulsen ahora la actividad económica en la zona euro. Esta medida no es nueva, toda vez que durante esta crisis ya se ha aplicado tanto en Estados Unidos como en Reino Unido y Japón (la llamada Abenomics).

A pesar de que el papel lo aguanta todo, no está del todo claro que una medida como el QE funcione efectivamente. Hay opiniones entre los expertos para todos los gustos. Pero a modo de caricatura, los defensores de aplicarla proceden sobre todo de la periferia europea, mientras que los contrarios suelen ser alemanes o de la Europa «del norte». Las principales críticas argumentan que un estímulo monetario como éste solo sirve para incrementar precios y crear nuevas burbujas, no para crear riqueza. Alegan además que un QE supone un precedente peligroso a la hora de establecer un necesario riesgo moral en la economía, y también temen que pueda suponer una transferencia indirecta de rentas desde los países ahorradores y serios (Alemania, etc) en favor de los holgazanes del sur.

Este último argumento acaba de ser rebatido en un reciente artículo, precisamente, por Paul de Grauwe, uno de los economistas más influyentes de Europa. El de la redistribución de rentas es un debate que está siendo especialmente activo entre académicos y expertos en política monetaria. El meollo del problema reside en si el BCE puede comprar deuda soberana de los países europeos asumiendo que alguna parte podría sufrir reestructuraciones, lo que beneficiaría en teoría a esa parte (que dejaría de pagar parte de sus obligaciones) en perjuicio del resto. Los más ortodoxos niegan que deba existir esta posibilidad (por ejemplo: Grecia impagando parte de la deuda y, por tanto, ocasionando un quebranto al BCE) ya que supondría una financiación indirecta del Banco Central Europeo a un país, algo que está estrictamente prohibido por los tratados.

Sin embargo, tal y como ya ha argumentado el propio Mario Draghi, la interpretación de los tratados y el mandato concedido al BCE también le otorga poderes especiales para combatir las excesivas fluctuaciones de precios. Así, en pleno riesgo de deflación en la zona euro, los favorables a aplicar un QE explican que esta compra de bonos, aun con riesgo de impagos y de generalización del riesgo, supone una herramienta imprescindible para revitalizar la economía de los estados miembro. Tal como reflejan en este artículo del Think Tank Bruegel, como solución intermedia se ha propuesto que sean los respectivos bancos centrales nacionales los que asuman las pérdidas en caso de impago unilateral de alguno de los países. «Esta sería una forma de evitar efectos redistributivos en la política monetaria de la zona de moneda común», concluyen. El problema es que esta opción supondría una tremenda subida de la prima de riesgo para los países periféricos y aquellos con más problemas de deuda.

En resumen, lo que este debate europeo plantea es la necesidad imperiosa de que un banco central plénamente operativo (es decir, que pueda realizar compras de bonos soberanos) tenga su correspondencia a la vez en una unión fiscal real y responsable. Es decir, un tesoro público a nivel europeo (o una coordinación de los mismos) que equipare impuestos, gastos, déficits en toda la zona euro y que permita a países como Alemania aceptar una mayor unidad sin tener la sensación (real o inventada) de que ellos van a ser los pagaderos finales de la fiesta disfrutada por los países periféricos.

El BCE no actúa por ahora, pero Draghi se saca de la chistera otro «whatever it takes»

La esperada reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha servido, aparentemente, para dejar las cosas prácticamente igual a como estaban. Pese a las altas expectativas formadas en las últimas semanas y las cada vez más notorias voces que alertan de un creciente riesgo de deflación en la eurozona, el organismo presidido por Mario Draghi ha decidido mantener los tipos de interés oficiales en el 0,25%.

Mario Draghi, presidente del BCE

Mario Draghi, presidente del BCE

Periodistas y analistas quizás esperábamos una declaración de impacto o una medida contundente. Pues no. Una vez más, Supermario ha conseguido rebajar las expectativas (el BCE, pese a su juventud, es una institución centrada en mandar al mundo una imagen de seriedad, sobriedad y previsibilidad). Desde noviembre no se han tomado nuevas medidas y abril, visto lo visto, no iba a ser una excepción.

Sin embargo, creo que Draghi no ha decepcionado. Al contrario, ha dejado claro ante los mercados que no piensa permitir que la Eurozona entre en una deflación. Rememorando el ya famoso discurso del «do whatever it takes» [hacer todo lo que sea necesario] de julio de 2012 (con el que logró, casi de un plumazo, acabar con las dudas que hasta entonces existían sobre la viabilidad del euro), ha mandado el mensaje que esperaban los inversores internacionales: Hoy las bolsas han registrado una sesión de fuertes subidas y el Ibex está en máximos del año.

Pero ¿Qué ha dicho Draghi? Pues básicamente, que en el seno del BCE existe un consenso para actuar con medidas «no convencionales» si fuera necesario, y que efectivamente entráramos en un riesgo deflacionario.

¿Y qué son esas medidas «no convencionales»? Se tratan, por ejemplo, de tipos de interés aún más bajos (incluso ¿negativos?) y del llamado QE (quantitative easing, o facilidad cuantitativa en español): El BCE se dedicaría a comprar directamente activos (empleando miles de millones de euros) con el fin de reactivar la economía europea. Estas medidas ya han demostrado una eficacia moderada en países como Estados Unidos y Japón. En la Eurozona esta medida no parecía posible hasta hace bien poco debido al tradicional miedo de los alemanes a tener un banco central proclive a darle a la máquina de los billetes (hiperinflación de entreguerras mediante).

¿Qué activos compraría el BCE? Ante la prohibición explícita de los tratados de financiar directamente a los estados, la opción manejada por Draghi sería la de adquirir activos en los mercados de deuda privados. Aunque bancos internacionales como Credit Agricole han manifestado ya sus dudas acerca de la puesta en marcha concreta del QE, sí que tienen claro que «el BCE está por fin preparado intelectualmente para reaccionar al riesgo de baja inflación con acciones radicales y no convencionales».

Quizás ahora no veamos nítidamente la importancia de este nuevo conejo de la chistera de Draghi, pero me temo que ha vuelto a dar un gran paso en la consolidación de una zona monetaria única. Una verdadera zona euro.