Un cuento corriente Un cuento corriente

Se llama a la Economía (más aún en estos tiempos de crisis) la "ciencia lúgubre". Aquí trato de mostrar que además es una de nuestras mejores herramientas para lograr un mundo mejor

Hacia dónde vamos: ¿Bancos centrales más politizados o Gobiernos más tecnocráticos?

Esta semana hemos asistido a un muestra más de cómo los banco centrales occidentales están dispuestos a forzar sus propios límites legales a la hora de aplicar políticas no ortodoxas que sirvan para salir de la crisis. El último ejemplo ha sido Mario Draghi, llevando al BCE a realizar una compra de más de un billón de euros de deuda soberana con tal de inyectar liquidez y dinero fresco en la doliente economía europea.

BCE

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Pero más allá de una medida de expansión monetaria de más o menos miles de millones de euros (es curioso cómo nos hemos acostumbrado a hablar de estas cifras con tanta alegría), lo que desde hace unos años está en cuestión es la propia independencia de los bancos centrales, y la forma en la que éstos influyen en la política económica de un estado o de un conjunto de estados.

Históricamente, y con el fin de no verse influidos por los distintos gobiernos, se diseñó un modelo de banco central en el que el poder ejecutivo no tendría capacidad de interferencia. El objetivo: evitar un incentivo del poder político de cara a usar la política monetaria para calentar la economía; y es que si esas medidas se hacen con criterios políticos y no estrictamente económicos acaban ocasionando subida general de los precios.

La gravedad y profundidad de la crisis económica y financiera desecadenadas desde la quiebra de Lehman Brothers han obligado a bancos centrales como la Reserva Federal, el Banco Central de Japón o más recientemente, el BCE, a emprender políticas monetarias no convencionales y llenar sus balaces de activos tóxicos para inyectar ingentes cantidades de liquidez en la economía. Estas medidas han sufrido contestación por parte de países como Alemania, que apuestan por mantener la ortodoxia de un banco central solo centrado en el mero control de los precios, y no de la economía y los mercados que los originan.

Pero las reticencias alemanas han sido minoría durante estos años de crisis. Pese a los riesgos que conllevan, tanto los mercados (con subidas de la bolsa), como los académicos han recibido con entusiasmo estas decisiones no convencionales. Y es que se ha entendido mayoritariamente que a grandes males son necesarias acciones decididas, aunque estén en los límites de la ortodoxia.

Ésta y otras cuestiones analiza el politólogo José Fernández-Albertos en un reciente paper (The politics of Central Bank Independence) publicado en la prestigiosa Annual Review of Political Science. Entre otras ideas, éste investigador del CSIC concluye que «la crisis ha forzado a los bancos centrales a asumir mandatos mucho más amplios, responsabilidades sobre la estabilidad financiera e influencia sobre los asuntos fiscales«, lo que de forma inevitable ha conllevado que sus decisiones hayan tenido más contestación pública que nunca. Valga como ejemplo, simplemente, la condicionalidad impuesta por el expresidente del BCE Trichet a países como Irlanda o España, cuando exigió al Gobierno a que aplicara entre otras medidas una profunda reforma laboral.

Así, cada vez se hace más difícil discernir entre las políticas supuestamente técnicas de los bancos centrales y las decisiones políticas de las autoridades fiscales. Esto, en opinión de Fernández-Albertos, abre dos posibles escenarios:

  • Una intensificación de la tendencia a la «despolitización» de las políticas fiscales nacionales. Es decir, que progresivamente los países contarán con menor capacidad para aplicar medidas a discreción y con plena independencia. Se impondrán las políticas de tipo «técnico» en vez de las alternativas partidarias. Esta vertiente ya se puede atisbar en los actuales debates sobre la unión monetaria europea que propugnan una despolitización de las medidas fiscales de los distintos países.
  • Una mayor «repolitización» de las actividades de los bancos centrales. En la medida que sus decisiones «tienen unas consecuencias distributivas más visibles», los electores demandarán que sus preferencias políticas sean tenidas en cuenta también a nivel de los banqueros centrales, y se exigirán los cambios institucionales necesarios para que estas preferencias puedan tenerse en cuenta.

No sé qué os parecerá a vosotros, pero creo que el debate es realmente interesante. ¿Hacia dónde van las políticas económico-fiscal-monetarias en los países desarrollados? ¿Veremos gobiernos más tecnocráticos o bancos centrales más políticos? ¿O las dos cosas?

1 comentario

  1. Lo cierto es que no es nuevo, esto lleva mucho en marcha, desde finales de los 90 se organizó…. menuda estafa

    http://cuandofuimoslosmejores.com/el-escandalo-de-banca-catalana/

    26 enero 2015 | 08:03

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