El Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) ha dado la voz de alarma sobre el crecimiento de la deuda pública y las políticas expansivas en los países desarrollados. En su último informe anual, el organismo dirigido por Jaime Caruana ha alertado sobre el incensante crecimiento que el endeudamiento está registrando tanto en los países ricos (su deuda/PIB supera el 275%) como en aquellos considerados emergentes (175% del PIB). «Este incremento de la deuda ha ayudado ciertamente a tirar de la demanda. Lo que no está tan claro es que sirva para generar un aumento en los ingresos en los próximos años, ni que pueda ser sostenible», ha resaltado el exgobernador del Banco de España.
Llama la atención la firmeza con la que el BIS ha dejado clara su postura. Caruana, hace apenas unas semanas, fue criticado duramente por el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, como uno de los principales responsables de la crisis económica y del sector financiero, toda vez que, según él, no hubo una correcta supervisión de los riesgos macroeconómicos. Ahora pareciera como si se tomara la revancha y pusiera firmes a los Estados y sus bancos centrales, que han estado fomentando todo tipo de políticas de flexibilización del crédito con el fin de reanimar la actividad. Estas son algunas de sus perlas:
- Menos crecimiento futuro. «Un aspecto negativo de esta sistema impulsado por la deuda es la relativa debilidad en inversión en las economías avanzadas», advierte Caruana, para quien estas tendencias auguran unos futuros niveles de crecimiento más bajos.
- Más vulnerabilidades. «Una creciente deuda pública y privada han creado varios tipos de debilidades. Mientras la deuda crece, la habilidad de los endeudados para devolverla se vuelve progresivamente más sensible a las caídas en los ingresos y a los tipos de interés«, al tiempo que un mayor porcentaje de deuda se traduce en una mayor fragilidad y en ciclos económicos que pueden ser más disruptivos.
- Productividad a la baja. El origen de los problemas de crecimiento, para los países occidentales, se sitúa varias décadas atrás. «En las economías avanzadas el crecimiento de la productividad ha descendido desde mucho antes de la crisis, una tendencia enmascarada por la burbuja financiera». Es por esto que Caruana no ve cómo una demanda impulsada por la deuda puede ayudar a salir de esta crisis.
- Solo se está ganando tiempo. «Los estímulos fiscales y monetarios nos han dado un poco de espacio para respirar. Pero no pueden sustituir las reformas estructurales. Una deuda pública eternamente al alza no puede apuntalar la confianza, ni una extensión continua de los tipos de interés ultra-bajos. Un interés bajo puede ciertamente incrementar la toma de riesgos, pero esto no es evidente que conduzca a una inversión productiva», ha asegurado.
- Reformas estructurales. La única forma de salir de esta, en opinión del BIS, es darle la vuelta al declive en la productividad de las economías avanzadas y abordar las deficiencias estructurales. ¿Y cuáles son? En su opinión, hacer más políticas de oferta, que promuevan un «uso más flexible y rentable de los recursos, y creen confianza en el empleo y proyecciones de ingresos». En general, y al margen de recomendaciones específicas a cada país, abogan por liberalizar más mercados (sobre todo el de trabajo) y revisar los impuestos, así como reenfocar el gasto público.