Un cuento corriente Un cuento corriente

Se llama a la Economía (más aún en estos tiempos de crisis) la "ciencia lúgubre". Aquí trato de mostrar que además es una de nuestras mejores herramientas para lograr un mundo mejor

‘¿Hacienda somos todos?’, de Francisco de la Torre: Un gran libro en el momento preciso

«En los años de la burbuja nos sumergimos en un sueño fiscal de recaudación fácil. Posteriormente, en los años de la crisis, al no querer reconocerla y afrontarla, se fueron aplazando los sacrificios, que luego se han ido pagando con intereses, finalmente, muy elevados. El sueño se ha ido convirtiendo en pesadilla. La noche no ha terminado, quedan muchos sacrificios por delante. El primero de ellos es equilibrar las cuentas del Estado, lo que es una condición indispensable a medio plazo para no tener un Estado fallido y, en consecuencia, alejar la selva y seguir en la civilización. Hay que ser realistas; será duro porque implicará menores servicios y prestaciones, y más recaudación, es decir, más impuestos, que pagarán, de una forma u otra, los ciudadanos. Ha llegado la hora de despertar y de volver  a la racionalidad; en otras palabras, de volver a la realidad. No ha amanecido todavía, pero el fin de la noche más oscura no es el amanecer, sino el despertar, porque solo entonces las pesadillas quedan atrás…».

¿Hacienda somos todos?

¿Hacienda somos todos?

En una época en la que la Economía ha emergido como un tema de actualidad diaria y cada semana se publican numerosos libros sobre esta disciplina, es especialmente gratificante encontrarte con un libro que a la vez sea didáctico, riguroso, informativo, valiente y necesario. Y este es, en mi opinión, el caso de ¿Hacienda somos todos?, la obra escrita por el inspector de Hacienda y bloguero Francisco de la Torre, quien fuera durante años el portavoz de la asociación IHE. El libro, que os recomiendo a todos, se presenta este jueves 6 de marzo, a las 19.30 horas, en el Espacio Bertelsmann de Madrid.

  • Una obra didáctica porque consigue (con mucho éxito) explicar con sencillez asuntos complejos como los activos fiscales diferidos (DTA) o la fiscalidad de las grandes empresas. Como el propio autor reconoce, tras muchos años de experiencia tratando con periodistas y escribiendo, ha logrado hacer entendibles conceptos realmente ajenos (aunque importantes) para el hombre de la calle.
  • ¿Hacienda somos todos? es además un libro especialmente riguroso, en el que no hay opinión que no se vea acompañada de datos y justificaciones razonadas. Frente a la tentación de un ensayo basado solo en ideas e ideología —muy comunes últimamente— De la Torre desarrolla un trabajo exhaustivo con gráficas, cuadros y un amplio acompañamiento estadístico. ¿Cuántos inspectores hay en Hacienda? ¿Son muchos en comparación al ámbito europeo? ¿Cuánto han caído las bases imponibles en España?
  • El autor logra escribir además un libro en buena parte informativo, gracias a su privilegiada posición como inspector de la Agencia Tributaria. No voy a desvelar detalles (si los queréis conocer tendréis que comprar el libro), pero gracias a él conocemos más profundamente el desarrollo y culminación de la burbuja del fútbol español, o cómo operan los paraísos fiscales, entre otros asuntos.
  • El libro es además valiente porque De la Torre no esquiva prácticamente ningún charco y no evita mojarse a la hora de dar su opinión. «A nivel macroeconómico no estamos siendo austeros», reconoce, al tiempo que no duda en apuntar a la amnistía fiscal del Gobierno como un «mal negocio» para España, mientras critica la excesiva politización y arbitrariedad en la designación de cargos en la Agencia Tributaria. No queda un juanete sin pisar, pero es de agradecer este atrevimiento.
  • Por último, ¿Hacienda somos todos? me parece un ensayo necesario. Necesario porque son muchas las voces que hoy denuncian, por uno y otro lado, expolios fiscales, tipos impositivos confiscatorios, etc, mientras no faltan los que, amparados en ellos, eluden sus responsabilidades con la Hacienda Pública. Como bien recuerda el autor, sin impuestos se acaba la civilización y comienza la selva. Esta provocadora sentencia encierra una gran verdad: La tributación es el precio que tenemos que pagar todos para que existan infraestructuras, servicios, leyes, policías, jueces, etc. En definitiva: civilización.

4 comentarios

  1. Dice ser El Dóctor

    Todos menos el Fraude Club Barcelona, ellos no……jajajajajajaajajajaja

    04 marzo 2014 | 13:25

  2. Dice ser kastell

    Ni el PP.

    04 marzo 2014 | 17:22

  3. Dice ser LFP

    Hacienda somos todos menos el Robo Madrid. Mientras desvían la atención investigando a unos vemos como los verdaderos mafiosos se permiten pagar a Hacienda sólo 49 euros en el años 2009, y hablo del Tito Florentimo, y vemos como el gran Cristiano Llorando sigue estafando a todos los españoles como no residente (¿dónde vive este chorizo?) y así nos engaña pagando a Hacienda sólo el 24%, mientras el resto tributa el 56%. Esto es España y el Madrid es el mejor ejemplo de como los más tramposos son los que más lejos llegan: http://xurl.es/cujvd

    04 marzo 2014 | 18:17

  4. «En el verano de 2012, Forbes colocó al empresario gallego Amancio Ortega como propietario de una de las tres mayores fortunas del mundo. La noticia fue motivo de orgullo para muchos españoles y españolas, que justifican la buena estrella del señor Ortega repitiendo la letanía que han leído en alguno de los periódicos: se trata de un “empresario hecho a sí mismo” que recoge los frutos de haber trabajado mucho durante décadas. Pero los medios mayoritarios olvidan a las costureras gallegas que durante décadas han levantado las marcas de Inditex trabajando muy duro a cambio de salarios más bien modestos. Estas obreras, que muchas veces trabajaban en su propio domicilio y fuera de la legalidad, se han ido quedando sin empleo a medida que Zara, Bershka, Stradi­varius y el resto de marcas de este grupo empresarial han subcontratado talleres en países que ofrecían unas condiciones “óptimas para la industria de la confección”.

    En los últimos cinco años, los casos de explotación laboral, persecución sindical y vulneración de la libertad de asociación se han sucedido en Bangladesh y Camboya. Estos países pagan los salarios más bajos del mundo: en Bangla­desh el salario medio de una obrera de la confección se sitúa alrededor de los 34 euros mensuales, en Camboya ronda los 60. Aunque estas cifras se ajustan a la ley, apenas llegan para cubrir los costes de una nutrición digna. Y no se acaba aquí la lista de denuncias: talleres clandestinos en São Paulo con trabajo esclavo, trabajadoras de la confección explotadas en Tánger, condiciones al límite de la legalidad para las personas que trabajan en las tiendas del Grupo Inditex. Ante esta realidad, resulta evidente que la fortuna de Ortega se forja a costa de la precarización y el empobrecimiento de miles de personas trabajadoras.

    Gobiernos, empresas y medios de comunicación nos han hecho creer que la internacionalización de las empresas españolas conlleva el desarrollo de las economías de los países receptores, ayudando a incrementar el nivel de vida de las personas que allí viven. Incluso se ha aprovechado la desarticulación de las políticas públicas de “ayuda al desarrollo” para impulsar a las transnacionales como actores de cooperación. Según su teoría, en los países empobrecidos las multinacionales van a generar un crecimiento económico que a su vez va a originar mayores tasas de empleo, transferencia tecnológica, desarrollo del tejido local e ingresos para el Estado a través del pago de impuestos. En la práctica, las empresas transnacionales vulneran de forma sistemática los derechos humanos, y son uno de los principales responsables del empobrecimiento de millones de personas en el mundo. De ello dan cuenta los relatores especiales de Naciones Unidas en derechos de los pueblos indígenas, vivienda, salud, alimentación o medio ambiente, así como la sentencia del Tribunal Permanente de los Pueblos (Madrid, 2010) que hace referencia a las operaciones en América Latina de empresas españolas como Agbar, BBVA, San­tan­der, Endesa, Gas Natural Fenosa, Repsol y Telefónica.

    Peso en Latinoamérica

    Los resultados operativos de dichas corporaciones tienen una alta dependencia de la región latinoamericana: los de Telefónica dependen en un 60% de América Latina; el BBVA recibe de esa región más de la mitad de lo que gana. Las compañías del Ibex-35 son las que en plena crisis, en 2011, tributaron de media el 11,6% de sus beneficios y “recomiendan” a los diferentes gobiernos españoles el rescate de la banca, las reformas laborales y de pensiones, la privatización de la sanidad y la fractura del sistema educativo.
    Detrás de esta actitud irresponsable se debe señalar a sus propietarios, los accionistas. En 2010, el Banco Santander tenía como principales propietarios a grupos financieros de origen estadounidense y europeos que sumaban un 51,35% de las acciones. La familia Botín posee un 0,8% del capital social del banco y, de facto, Emilio Botín actúa como representante de los intereses de dichos capitales internacionales. Tomando como referencia la estructura accionarial de los diez valores más importantes del Ibex-35, vemos que como mínimo un 24% de su capital es propiedad de entidades financieras internacionales no españolas. En el capitalismo español, el poder está concentrado en muy pocas manos: 47 personas españolas (cinco mujeres y 42 hombres) controlan el 21,2% del poder de decisión de los consejos de administración de las empresas del Ibex-35. El presidente de La Caixa, Isidre Fainé, es consejero de cuatro de las empresas participadas por la entidad: Telefónica, Repsol, Agbar y Abertis.

    La acumulación de capital por parte de grandes grupos empresariales o de personas de un determinado país no tiene nada que ver con el bienestar de la ciudadanía. Más bien facilita una concentración de poder que permite a las élites globales controlar los espacios de decisión política y los medios de desinformación de masas, presentándose como filántropos benefactores hechos a sí mismos mientras siguen enriqueciéndose sin límite a costa del empobrecimiento y la explotación de miles de obreras y obreros en el Estado español y en el mundo».

    por Jesús Carrión, Albert Sales i Campos
    25/11/13
    http://www.diagonalperiodico.net/global/20873-si-nuestras-empresas-les-va-bien.html

    05 marzo 2014 | 18:04

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