Por Victoria Capilla de Fayos
Estimado lector, si tiene mala memoria no vaya a Madrid. No vaya aunque lea carteles de ‘Bienvenidos a Madrid’ y no se deje persuadir por algún anuncio atractivo en televisión o internet. No vaya al menos sin pasar por algún curso, o concurso, que le haga mejorar su memoria mecánica para cifras y letras.
Si a pesar de ello debe acudir a ‘la capi’ a hacer gestiones urgentes, use el transporte público aunque los precios de autobuses, trenes y metro se hayan disparado recientemente. Si finalmente opta por el automóvil, por comodidad, nocturnidad o imperiosa necesidad, aunque sea tomando prestado el de un amigo, asegúrese de que aprende cuidadosamente las cifras y números de la matrícula, y en el orden correcto.
Y ello no porque los agentes de tráfico en carretera le vayan a interrogar sobre esos pormenores con los ojos vendados, sino porque el Ayuntamiento de la capital ha hecho uso de los siempre escasos recursos presupuestarios para instalar nuevos parquímetros.
Un usuario intenta sacar un tique en uno de los parquímetros inteligentes de Madrid. (JORGE PARÍS)
Caros artilugios que no le piden solo el pago, sino también detalles de identificación de su vehículo, no sea que vaya a aparcar anónimamente. Si el parquímetro está ubicado a cierta distancia de su vehículo, deberá tener la memoria ejercitada, o la ‘chuleta’ con la matrícula a mano, puesto que no se le expedirá el comprobante de pago sin esa información.
Y, ¡ay de usted si introduce un número o letra incorrectos! ¡Llame al amigo que le ha dejado el coche antes de arriesgarse a cometer tal error! ¡Abuse del tiempo y paciencia de su amigo como el Ayuntamiento de Madrid abusa de su intimidad y buena disposición ciudadana!
O dispóngase a contribuir y enjugar déficits municipales de variada causa (pero no debidos a timidez recaudatoria). De nada le valdrá dejar el comprobante de aparcamiento visible en el coche, ni respetar el límite de tiempo. Pagará 60€ por equivocarse en un número o letra –siquiera sea en el orden de los mismos.
Dirigirse amablemente al ‘agente de movilidad’ responsable no suple su yerro. Su mala memoria y escasa familiarización con la capital le hacen merecedor de sanció. Usted no es un político famoso y la conversación puede incluso acabar mal… no ya por subirse a una acera o interrumpir el carril bus, sino por una simple errata en el orden de tres letras.
¡Ah! la sanción no es anulable ni le informa de dónde hacer un pronto pago, no sea que le vaya a salir por menos… Recurra, ¡recurra usted, si gusta! Bienvenidos a Madrid.