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Entradas etiquetadas como ‘valla’

Y ahora, Europa, te preguntas cómo frenar a la desesperación

Por Alberto Segura Fernádez-Escribano

Y ahora te preguntas qué puedes hacer para evitar la inmigración. Y ahora te preguntas qué puedes hacer para que no se llene tu tierra de “chusma” extranjera. Y ahora, Europa, te preguntas si unas tristes vallas podrán quitarte el problema de encima. Y ahora te preguntas cuántas comisiones de trabajo tendrás que crear para solucionar esta crisis. Y ahora, Europa, crees que reforzando las fronteras con policías, helicópteros y perros podrás frenar el paso a la desesperación.

Foto de inmigrantes en la frontera de Macedonia y Grecia. (EFE)

Inmigrantes en la frontera de Macedonia y Grecia. (EFE)

Europa, durante los dos últimos siglos has sido una vieja prostituta pervertida y vendida al mejor postor; has organizado por tu cuenta o en compañía de Estados Unidos las más cruentas guerras en África y en Oriente, has puesto y quitado gobiernos, has regalado tierras que no eran tuyas a quienes podían favorecerte de alguna manera, has dibujado las fronteras de los países más miserables a tu antojo, los has esquilmado y sigues haciéndolo indiferente al sufrimiento de los hombres, mujeres y niños porque, al fin y al cabo, solo son negros salvajes o primitivos musulmanes. Y lo que es peor, mucho peor, has vendido, vendes y seguirás vendiendo armas a todos los asesinos del mundo dispuestos a masacrar a sus propios pueblos. Porque tú, por dinero, traicionas a tus amigos, vendes a tus padres y prostituyes a tus hijos.

Y ahora, Europa, estás asustada, tienes miedo, tu podredumbre, tu egoísmo y tu avaricia te empieza a pasar factura. ¿Te preguntas cómo acabar con esto? Es mucho más fácil de lo que desearías: olvida tus intereses en los países del tercer mundo, presta ayuda solo a las causas humanitarias y no a los gobiernos constituidos por tiranos y, sobre todo, por encima de todo, deja de vender armas a todos los asesinos del mundo.

No intentes buscar otra solución, no existe, deja de venderte por dinero y empieza a pensar que en el resto del mundo, los seres humanos, niños, mujeres y hombres que sufren, lloran, pasan hambre, sed y mueren no tienen color, ni nacionalidad, ni religión y que sus derechos estarán siempre por encima de tus intereses. Que cuando un hijo muere de hambre en los brazos de sus padres el horrible y desgarrador sufrimiento es exactamente el mismo que el que sentiría cualquier madre y padre europeo; que no hay diferencia, que todos somos iguales y tenemos que ayudarnos y que si no lo hacemos, esta pequeña habitación repleta de egoístas y que se llama Europa acabará desbordada y arrasada por su propia indiferencia.

 

No emigran, huyen

Por Francisco Javier España

Señor Rajoy, lo que está pasando en la valla de Melilla, junto con la llegada masiva de subsaharianos cruzando el Estrecho en improvisadas pateras, me recuerda que no hace mucho usted reprendía al anterior Jefe de Gobierno porque sus políticas estaban provocando lo que llamo el “efecto llamada”, frase que junto con la palabra “ocurrencia”, fue la base argumental de la oposición de su partido durante siete años.

Llegada masiva de inmigrantes subsaharianos en aguas del Estrecho de Gibraltar. (Carrasco Ragel / EFE)

Llegada masiva de inmigrantes subsaharianos en aguas del Estrecho de Gibraltar. (Carrasco Ragel / EFE)

¿Y ahora cuál es el motivo de tanta afluencia de inmigrantes? Porque bien le podríamos reprochar a usted la misma cantinela por abrir el melón de la esperanza de millones de subsaharianos diciendo en aquella rueda de prensa “triunfal” del día uno de agosto que “la recuperación ha llegado para quedarse”.

No obstante, la realidad es otra. Ahora los centenares de miles de personas que intentan llegar a Europa, lo hacen porque huyen. Huyen de la pobreza extrema que han heredado después de siglos de colonialismo.

Huyen de los reyezuelos corruptos que gobiernan sus países en connivencia con occidente. Huyen de la falta de respeto por la vida consecuencia de la depredación de recursos llevada a cabo por corporaciones internacionales sin escrúpulos.

Huyen de la barbarie de la guerra alimentada por los vendedores de armas. Huyen de las hambrunas propiciadas por luchas étnicas y religiosas sin sentido y por último, huyen de unas enfermedades mortales que llevan años cebándose sospechosamente con África.

Un informe para saber si una cuchilla corta

Por José Antonio Pozo Maqueda

F. G. Guerrero y Diego Crespo (EFE)

F. G. Guerrero y D. Crespo (EFE)

En la entrevista concedida por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el programa “Las mañanas de RNE”, a la pregunta del entrevistador de si pensaba retirar las vallas con cuchillas –concertinas– de Melilla contestó que dejaba abierta la posibilidad de quitarlas, pero que no sabía “exactamente si pueden producir daños a las personas. Tendremos que verlo, he pedido un informe”. O sea, que el señor presidente tiene que pedir un informe técnico para comprobar si una cuchilla corta o es un objeto inocuo. ¿Nos está tomando el pelo el presidente? ¿Estaba vacilando al entrevistador o, simplemente, su respuesta transluce un cinismo que tira para atrás? O, a lo mejor, el señor presidente piensa que una concertina es un instrumento musical, que los es, acepción esta que es la única que recoge el diccionario de la RAE.

 

 

 

Cuchillas para todos

Por Encarna Rodríguez

144987A principios de mes nos estremecíamos al conocer el triste suceso en Lampedusa, donde se sucedieron dos naufragios con cientos de personas muertas y desaparecidas en el mar. Hace pocos días, nos enteramos del hallazgo de 87 cadáveres de familias enteras muertas de sed en el desierto de Níger.

El que estos hechos se conviertan en noticia no se debe, ni mucho menos, a la conmoción que realmente producen en nuestra hipócrita ética, si no en la casuística debido al elevado número de muertes producidas en sendos incidentes. No nos afecta que sus sueños se tiñan de sangre y horror, siempre que sea escaladamente para no molestar a nuestras selectivas conciencias.

Detesto hablar de inmigrantes, de inmigración, de búsqueda de una vida digna, de derechos humanos, porque todas estas palabras son socialmente prostituidas cambiando radicalmente su significado dependiendo de la procedencia de las personas que las adoptan. Diferenciamos claramente entre los que ni siquiera reconocemos como iguales, aquellos que nunca disfrutaron de derechos y arriesgan sus vidas por las migajas que puedan encontrar, de los que sin dudar valoramos como “nuestros” y con los que sí somos capaces de simpatizar.

No ha pasado ni un mes de los hechos que nos conmovieron, cuando nuestro gobierno decide volver a instalar en nuestras fronteras con África una malla “antitrepa”, compuesta por un entramado de alambre coronado con cuchillas para “disuadir” a los que se atreven a saltarlas.

Si se contempla esta medida como inevitable para hacer cumplir las leyes y protegernos de la inmigración ilegal, se debe reclamar el mismo trato de aquellos países que se puedan sentir “invadidos” por los españoles que intenten entrar en ellos de forma ilegal en busca de ese futuro arrebatado.

Por ello, propongo inventar un carnet o pasaporte obligatorio para todo súbdito español que intente entrar en otro país con la execrable idea de buscar trabajo sin papeles. Este carnet dispondría de un chip inteligente que, en el momento de cruzar la frontera, supiera reconocer la verdadera y macabra intención de nuestros compatriotas, de tal forma que sean inmediatamente paralizados por una descarga eléctrica no mortal, o sean acuchillados superficialmente como medida disuasoria. Creo que esta medida legitimaría las laceraciones en la piel de los que se atrevan a saltar nuestras vallas, y conseguiríamos que la palabra “inmigrante” tuviera el mismo significado sin depender de su procedencia.