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La educación universitaria vista por una madre

Por Alicia Pinillos

Solo soy la madre de uno de los miles de estudiantes que tiene la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.

Cuando mi hija comenzó los estudios de Grado en Derecho, le aconsejé que lo hiciera en la UCM, pensando en el prestigio de la Universidad y en una buena formación.

Desde el primer momento, durante la matrícula, ya se vió que el personal no estaba precisamente motivado y dispuesto a ayudar a los nuevos alumnos, pero bueno, eso es algo con lo que cuentas. Le dices a tu hija: “cariño esto no es el colegio, esto es la administración pública, vete acostumbrando”.

Pero eso era solo la punta del iceberg. A cada paso que daba se encontraba con más obstáculos, no hay interés formativo, académico, administrativo ni humano. Ellos quieren formarse, pero todo son zancadillas. Para no hacer esta carta un diario interminable, intentaré hacer un resumen de lo que cualquier estudiante se encuentra durante sus estudios en la citada universidad:

Matrícula anual: te asignan un día determinado y si no has tenido suerte de ser de los primeros, te quedan disponibles los grupos y profesores que no quiere nadie, y ¡no se confundan¡, no es que busquen los que aprueban sin corregir, buscan los que aparecen por clase, los que explican aunque sea algo, los que no se buscan sustitutos de todo el cuatrimestre, los que al corregir sean correctos, etc.Universidad Complutense de Madrid

– Asignaturas que se solapan, ¿cómo puede ser que quien realiza los grupos no se dé cuenta de que un alumno no puede estar en dos clases a la vez? Y tampoco tienes ningún interlocutor válido al que dirigirte. Si además tenemos en cuenta el sistema Bolonia, pasan lista y la asistencia puntúa.

– Los profesores son de la antigua escuela, pero en el peor de los sentidos:

Por ejemplo, el profesor dice: “suspendida por no entregar los trabajos». «Pero si están entregados, los hicimos durante las clases a las que tiene constancia que asistí”, respondió la alumna. Mi lectura: se han perdido pero no lo voy a admitir. Venga te apruebo pero que no se entere nadie.

Otro ejemplo, en una revisión de examen un alumno: «perdone, ¿puede indicarme en qué ha fallado para haberme suspendido?”. “¡Das demasiada información!”, contestó el profesor.

– Los profesores no merecen llevar ese nombre, solo quieren vender su libro, imprescindible si quieres aprobar. Se buscan sustitutos, tienen otras ocupaciones, no explican las cosas, no corrigen de manera coherente, no motivan porque ellos ya no se acuerdan de qué es eso, llegan tarde a clase o directamente no van y tampoco avisan, no está interesados en la formación, explicación de la materia o cualquier otra tarea que un buen profesional tendría en cuenta. Muchos se limitan a indicar un tema del que deberán hacer una exposición, sin explicación previa ni posterior, ¿dónde está ahí la enseñanza?

– Muchos tienen otras ocupaciones (remuneradas o no) que les ocupa su maravilloso tiempo, por lo que no aparecen y siempre hay sustitutos inexpertos en su lugar.

Para colmo de males la universidad pública ya no merece llamarse así, el recorte en las becas y las subidas de tasas, invitan a todo aquel que pueda a irse a una privada. Por desgracia pertenecemos a esa clase media en vías de extinción, con trabajos mal pagados que solo permiten sobrevivir.

A todo esto se le podrían sumar mil historias y detalles más, pero sólo quiero añadir una, como ya he dicho según Bolonia, el alumno debe estar siempre en clase, así que no tienen la opción de estudio/trabajo para colaborar en el pago de las asequibles tasas, que nos subirán un 20 % este año.

Por todo y más, no puedo dejar de dar las gracias a nuestros gobernantes.

Muchas gracias señores, ya les queda poco para que solo sus hijos y los hijos de sus amigos sean los únicos que campen por las universidades españolas.