Por Julio Ortega Fraile
Estadísticas como las de Gallup indican que el rechazo a la tauromaquia en la sociedad es mayoritario y creciente, consultas de ayuntamientos o periódicos en casi todos los casos demuestran que los ciudadanos no la quieren, que es una forma de violencia infantil; son palabras del Comité por los Derechos del Niño de la ONU.
Que el toro sufre está demostrado y que las corridas son inviables económicamente sin subvenciones salvo contadas ocasiones también. Va en declive y a eso hay que sumarle un pensamiento y costumbres que en 2016 no pueden ser las del siglo XVIII.
Sí, acabaría muriendo sola, pero mientras sigamos siendo cómplices de una práctica que da por lícita la violencia con animales por diversión, continuarán muriendo humanos y un dinero necesario para paliar tanto sufrimiento se estaría empleando en generarlo.