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El drama de algunos becarios: ojalá en un futuro se prohíban las palabras ‘sin remunerar’

Por Inma Bibiloni Capó

Las lágrimas se deslizan sobre mis mejillas ante la impotencia que siento sobre mi situación. Soy becaria y una voz anónima que está pidiendo a gritos que se me escuche utilizando la mejor arma periodística que se conoce: la palabra. La vida del becario nunca ha sido fácil pero ahora, más que nunca, está de moda trabajar gratis o de manera no remunerada que suena mejor, por amor al periodismo. Esta situación se repite año tras año y que me causa profunda indignación. Sin embargo, no tiene tanta cabida en la opinión pública como merece, aunque algunos ya lo han tildado como la nueva nueva generación de ‘Ninis 2.0’ (ni cobran ni lo van a hacer) como ya dijo el Gran Wyoming en su programa ‘El Intermedio’.

Una becaria en una empresa (Atlas).

Una becaria en una empresa (Atlas).

Mis próximas prácticas voluntarias serán las sextas y en este punto me planteo si la vocación es una virtud o un defecto. Me pregunto dónde quedan los límites en el mundo de las becas profesionales de los estudiantes y sinceramente veo mi presente negro y mi futuro aún más incierto. Ahora dudo entre invertir un verano más en esas anheladas prácticas que con mucha ilusión y empeño realizo cada año, o por el contrario, desestimarlas y elegir un trabajo cualquiera que me dé un sueldo para subsistir. Lo triste es que algunos becarios acaban tirando la toalla por necesidad. Tampoco concibo la idea de por qué debemos perder dinero en gasolina o transporte público a la hora de ir a trabajar. También puedo llegar a entender que en las primeras prácticas como estudiante no se cobre, porque se parte de cero, pero cuando ya se tiene un bagaje, lo mínimo que se puede pedir es que se cubran los gastos con una pequeña retribución. Los becarios necesitamos sentirnos valorados y motivados para seguir sumando experiencia con nuestros conocimientos, aptitudes y así poder dar el máximo de nosotros mismos.

No estoy de acuerdo con la política de empresa de muchas productoras que no pagan nunca a sus becarios. El trabajo no se regala, por lo que se debería dar una pequeña compensación. Según un estudio de la Comisión Europea se estima que en España existen 180.000 becarios sin retribución. Además el 72% hace las mismas funciones que un empleado, es decir, está supliendo puestos de trabajo y solo el 30% tiene la suerte de ser contratado por la empresa. Normalmente cuando finaliza el contrato de becario se va a la calle y al día siguiente ya hay otro.

Hoy en día es casi imposible que contraten a un becario porque no tiene la suficiente experiencia y porque en el paro hay periodistas curtidos que se desviven por cubrir una baja. Seamos realistas, la cosa está muy mal, la crisis perdura y casi nadie hace nada para ayudar a los jóvenes, a los que solo les falta anunciarse como: “Joven becario todoterreno desea ser explotado sin rechistar y anhela una oportunidad. Estoy aquí para lo que necesite, a su entera disposición. Exprímame, no me quejaré y además le estaré sumamente agradecido”.

Siento que en una redacción donde apenas hay despachos y el espacio es diáfano para que la comunicación fluya existe una gran jerarquía donde te tratan peor por ser ‘el becario’, e incluso en algunos casos, ni se preocupan por saber tu nombre porque eres invisible. Muchos de ellos olvidan que también han sido becarios en sus inicios.

Ahora cuando me seco las lágrimas siento que aún tengo las fuerzas, el carácter y la valentía para no tirar la toalla y perseguir, aún teniendo que pasar por el aro, lo que realmente quiero. Me gustaría ver qué pasaría si nadie aceptara una beca sin retribución, quizá cambiaría el sistema de funcionamiento en los medios de comunicación, aunque la verdad es que siempre habrá alguien como yo a la que no le quede más remedio que aceptar esta situación. Espero que cuando tengamos nuevo gobierno en este país se regule el tratamiento sobre esta esclavitud del sigo XXI y se prohíban las palabras ‘sin remunerar’.