Por José Olivares
Vaya por delante mi respeto a los cientos de miles de aficionados al fútbol, pero las últimas expresiones de júbilo ante cosas tan nimias como son las presentaciones de jugadores confirman la debilidad que muestra la sociedad ante la parafernalia mediática que rodea a esta actividad; y es tal la manipulación que los problemas reales pasan a un segundo orden.
Aunque lo peor de esa ceguera está en la facilidad que tenemos en asumir como normales las cifras de los fichajes y de los sueldos de los jugadores, y eso a pesar de que muchos de los que jalean los actos viven con poco más de 400 euros al mes.
Que hay crisis de valores, no hay duda, pero no es menos cierto que el poder, con mayúsculas, lleva tiempo manejando los designios de la sociedad utilizando elaborados sistemas psicosociales que anulan nuestra capacidad racional de crítica o discrepancia, llegando con facilidad a la histeria colectiva en cualquier acto sin importancia.