Por Jon García Rodríguez
Ahora que ya no sirve para nada, Obama parece haberse dado cuenta de que es Premio Nobel de la Paz. Su visita a Cuba para limar asperezas y normalizar las relaciones con este país llegó tarde. Ha perdido ocho años de mandato en los que podía haber ayudado a democratizarlo y haber levantado el embargo comercial que les asfixia.
A pocos meses de que diga «adiós» a la Casa Blanca, su visita a la isla caribeña más bien parece creada como broche a su carrera. A los Castro se les ha dado todo tipo de justificaciones -durante los cincuenta años que ha durado el bloqueo comercial y financiero-, con los que han podido lobotomizar a sus compatriotas haciéndoles creer que el enemigo es todo aquél que vive al otro lado de sus fronteras.
Tenemos que reconocer con vergüenza que hemos dejado a los cubanos les demasiado solos. Nos va a costar mucho ganarnos su confianza. Después vendrá la democracia.