Por Rocío Muñoz
¡Mamá, papá me voy de casa! Esta es una frase que no se escucha en los hogares españoles. Los jóvenes, no sólo tenemos complicado pagar las tasas universitarias, encontrar un empleo en el que no seamos becarios durante dos años y que, por tanto, nuestro sueldo no sea irrisorio, sino que, ahora hasta los treinta casi no nos podremos independizar y empezar a «vivir nuestra vida», porque el único sitio al que nos podemos ir a sobrevivir, económicamente hablando, es la casa de muñecas que nos regalaron cuando teníamos seis años.