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Entradas etiquetadas como ‘policia’

Cuando el machismo es femenino

Por María José Fernández

Pacientes en una sala de espera de un centro médico (Archivo).

Pacientes en una sala de espera de un centro médico (Archivo).

Al hilo de la noticia que publicasteis sobre el usuario que se negó a subir en un taxi porque la conductora era una mujer…  ¿qué me decís del machismo femenino? Este jueves por la mañana, en el Centro de Salud de Paseo Artilleros de Vicálvaro (Madrid), lo he padecido. He sido insultada y amenazada por un individuo en la cola de análisis clínicos, debido a que quería colarse y le he recriminado su actitud. Entonces ha empezado a proferir insultos de todo tipo y a decirme repetidamente que me iba a romper la cabeza.

He llamado a la policía, que ha llegado inmediatamente, y ni la gente que había por allí ni las enfermeras han salido para testificar nada; es más, una de las enfermeras –que pretendía esconderme como si fuera una delincuente hasta que el sujeto se fuera-, me ha dicho que me callara y que si le preguntaban a ella iba a decir que yo también le había chillado… increíble.

Finalmente no he denunciado debido a que no he tenido ningún testigo. ¿Qué os parece? Yo lo que siento es una impotencia terrible y una decepción bastante grande por parte de algunas mujeres que, en vez de ayudar, han optado por bajar la cabeza y no denunciar a este maltratador psicológico… Penoso todo.

 

 

 

Números fantásticos en el Orgullo Gay

Por Miguel Ángel Loma Pérez

Asistentes al pregón del Orgullo en la Plaza Pedro Zerolo (Europa Press).

Asistentes al pregón del Orgullo en la Plaza Pedro Zerolo (Europa Press).

En diferentes informaciones periodísticas sobre las pasadas celebraciones del Orgullo Gay en Madrid, se ofrecía -incluso con antelación a que se produjesen- el impresionante dato de «más de un millón y medio de participantes», sin cuestionamiento alguno. Y esta aparente aceptación de tan fantástica cifra choca con lo que sucede respecto a otras grandes concentraciones, cuando es la propia Organización la que ofrece un número tan elevado de asistentes, siendo habitual que se cuestionen sus cifras, incluso por la Policía, descendiéndose a comprobaciones detalladas como el número de personas por metro cuadrado, distancias entre unos y otros manifestantes, etcétera. Pero esto no sucede con las fiestas del Orgullo Gay.

Recuerdo que hace unos años, no demasiados, cuando comenzaban a darse estas fiestas, al pasar por una plaza de Sevilla me encontré con un escenario donde se estaba celebrando una de ellas. Como ya entonces me parecía que se inflaba el dato de los asistentes, discretamente contabilicé su número: unas cincuenta personas, no más. Pues bien, aunque en los aledaños de aquel lugar era visible la presencia de Policía Local, en las noticias del día siguiente, esa misma Policía Local ofrecía el número de 500 participantes. Por alguna extraña operación matemática, de la noche a la mañana los asistentes se habían multiplicado por diez. 

El porqué se hacía eso entonces, no podría asegurarlo. Pero si ahora se hace me temo que pudiera ser porque atreverse a cuestionar los datos que ofrece la Organización, conlleva una velada acusación de homofobia que a nadie le gusta soportar.

La doble vara de medir de Obama

Por Patxi Aznar Bellido

El presidente estadounidense Barack Obama (EFE).

El presidente estadounidense Barack Obama (EFE).

Recientemente el presidente Barack Obama como es normal ha condenado contundentemente los asesinatos de Orlando. Al hilo de esto hay que ensalzar la lucha de este para prohibir la venta libre de armas, sobre todo porque en su contra ha tenido al partido republicano. Lo que no termino de entender es que cuando la armada norteamericana bombardeó hace algunos meses un hospital de Médicos sin Fronteras el asunto quedara en un mero fallo táctico, impidiéndosele a dicha organización la investigación imparcial que pedía, con lo que queda muy clara la doble vara de medir que tiene el Presidente de los Estados Unidos.

Por otro lado, me parece completamente llamativo cómo los medios de comunicación están repitiendo una y otra vez el origen del autor de la tragedia, en un país donde si me aprietan un poco, salvo los indios, nadie es originario. Yo más bien creo que lo que habría de repetirse es que dicha persona que ya estaba fichada por la policía se le permitió la compra del arma.

 

La saturación a la hora de renovar el DNI en Madrid

Por Raúl de Juan

Una cola en una comisaría para renovar el DNI (Archivo).

Una cola en una comisaría para renovar el DNI (Archivo).

Si tratas solicitar cita previa para renovar u obtener el DNI o pasaporte en las comisarías de Madrid comprobarás que ya no te la dan por saturación y si te la dan es para más de mes y medio.

A los funcionarios les da igual la urgencia que tengas (un viaje al extranjero, inscribir un nacimiento en el Registro, matricularte en la Universidad, selectividad…), es tu problema. No te dan más solución que recorrer mendigando por las comisarías de la región, o hacer cola desde las 5 de la mañana para coger uno de los pocos números que dan sin cita en alguna.

He visto una comisaría llena de gente y funcionarios fumando en la puerta, e incluso trabajadores yéndose hasta que le tocase la siguiente cita, en lugar de atender a otra persona, y aguantado la soberbia y desprecio de la supervisora.

Me temo que la privatización es la única solución.

 

Mi homenaje a la Policía Nacional

Fidel Vela

En los últimos cuatro años se han celebrado en España unas 90.000 manifestaciones y concentraciones, algunas de ellas con violencia extrema. En Madrid, más de 12.000 siendo delegada del Gobierno Cristina Cifuentes. Sin embargo, no se ha registrado un solo muerto ni herido grave entre los manifestantes. Bien al contrario, han sido los agentes policiales quienes han corrido con la peor parte.

Policia Nacional

Dos agentes de la Policía Nacional (EFE)

Por ello, es necesario destacar un hecho que nadie repara, el comportamiento ejemplar de la Policía Nacional, demostrando una profesionalidad, un sentido de la proporción y una mesura que merecen el mayor de los elogios. En este particular, hay que sentirse orgulloso de pertenecer a uno de los países más avanzados del primer mundo. Con estas breves líneas, quiero rendir mi humilde pero entusiasta homenaje a la Policía Nacional, desde el director general hasta el último agente incorporado. En Venezuela, por ejemplo, han muerto decenas de personas en las manifestaciones.

Tenía 3.500 amigos en Facebook y murió solo

Por Marga Alconchel

José Ángel vivía en un pueblo de Pontevedra rodeado de basura, aunque él probablemente no la definía así. Recogía cosas de los contenedores montado en una de las bicis que también había rescatado. Enfermo de síndrome de Diógenes, acumuló tal cantidad de trastos alrededor de su pequeña casa que sólo podía entrar y salir por una ventana. Por donde entró la policía para recuperar su cuerpo, que ya llevaba una semana muerto.
 
Tenía 51 años, vivía solo y estaba solo en el mundo real, aunque tenía 3.544 amigos en Facebook y se comunicaba habitualmente por Whatsapp. Precisamente uno de sus contactos, una mujer de Canarias, avisó a la policía de Vigo porque hacía una semana que no le contestaba.  Lo encontraron, salió en los medios, había nacido en Vigo, se explicaron los datos conocidos. Nadie reclamó su cuerpo, nadie se presentó como familiar o amigo real. El ayuntamiento se hizo cargo del entierro como acto de beneficencia, y fue colocado en el cementerio de Pereiro tras el número 113.
La noticia que recogen los medios recuerda otros casos de indigentes que en pleno invierno han hecho fuego para calentarse y el humo ha acabado asfixiándolos, o el fuego calcinándolo todo, sin que nadie se haya dado cuenta hasta que el olor se ha hecho insoportable o los bomberos lo hayan entresacado de los restos.
 
Acumulación de basura en casa de un enfermo de Síndrome de Diógenes (Wikipedia).

Acumulación de basura en casa de un enfermo de Síndrome de Diógenes (Wikipedia).

Dicen que ellos no quieren ir al médico, dicen que viven así porque quieren, dicen que no aceptan los servicios de beneficencia de las Administraciones. Lo que no dicen con tanto énfasis es que son personas enfermas, personas que en algún momento perdieron el camino para relacionarse con los demás, personas que quedaron atrapadas en sus propias telarañas mentales y no encuentran la salida.

El espacio físico que una persona considera “su casa” es, literalmente, su refugio, el  lugar donde se siente a salvo. Para ellos, acudir a un centro donde le faciliten ayuda con la casi obligación de ducharse (tiempo que algunas veces emplea la organización para tirar sus ropas mugrientas y darle otras limpias), es un momento de mayor vulnerabilidad: desnudo en un ambiente extraño, y encima, despojado sin permiso de la ropa que llevaba puesta. Para los ojos del mundo, les hacen un favor. Para sus ojos dolientes, les avasallan su poca dignidad.
 
No quieren ir al médico, según la opinión más extendida. Un médico se empeña en tomarte la presión o pincharte para medirte el azúcar, actos que se ejercen sobre un cuerpo que no suele estar limpio. A la sensación de vergüenza se añade la de intromisión. Y después vienen los imposibles: la cantidad de medicinas que se le recetan, gente que no tiene tarjeta médica o que la tiene de beneficencia, a la que le resulta muy complicado seguir tratamientos, tomarse mediciones, hacerse analíticas, además de las larguísimas esperas.  ¿Y todo eso para qué? Para que la tos no resuene en la barraca en la que viven, para que no le pique tanto el sarpullido de tocar cosas corrompidas.  Remedios para unas enfermedades difíciles, porque el primer tratamiento sería cambiar de vida.
 
Se habla de Ley de Dependencia, de Síndrome de Diógenes, de Síndrome de Noé (acumular mascotas abandonadas). Son derrumbes humanos, personas que están vivas porque la vida se abre paso por encima de todo, pero que anímicamente andan muy al límite. Las Administraciones, desbordadas, tramitan docenas de denuncias de vecinos, acuden los servicios asistenciales. Ponen en marcha toda una maquinaria con muy buenas intenciones, pero demasiado burocrática para unas personas que necesitan, por encima de todo, a personas.
 
El problema es complejo, porque cuando se llega a esos límites, la estructura interior que nos mantiene “normales” a todos, en ellos se ha desfigurado hasta perder toda la fuerza. Pueden haber llegado a ese estado desde cualquier punto de la vida, desde una ruptura amorosa, una muerte que no superan, un fracaso laboral o una insatisfacción vital profunda. En todo caso, siempre va pareja una depresión que les pone plomo en las alas. Quieren ayuda tanto como la temen, porque los cambios alteran su pequeño mundo y siempre pueden traer algo destructivo.
 
El eje de su estado es una soledad enorme y una enorme distancia con el mundo, y ambas son causas una de la otra. Quizás el primer paso y el tratamiento a largo plazo sería una labor continua, indesmayable, de sicólogos, de educadores de calle, de personas con los conocimientos y la disposición para salvar a esas personas de su propio derrumbe interior antes de que la casa se les caiga encima.

La humillación de los aficionados del PSV: Hay pobreza, aunque los medios traten de ocultarlo

Por Jorge de Lalama Seoane

Aficionados del PSV increpando a un grupo de mujeres que pedían limosna en la Plaza Mayor madrileña (Twitter: Miquel_R)

Aficionados del PSV increpando a un grupo de mujeres que pedían limosna en la Plaza Mayor madrileña (Twitter: Miquel_R)

Mucho se indignan los medios cuando un grupo de holandeses tira unas monedas al suelo a unos indigentes a los vitores de «olé» y mucho se esfuerza la Policía en ocultar la miseria de Madrid a los turistas.

Pero es que hay pobreza por todas partes, legiones de indigentes que en su día tuvieron un trabajo, hasta estudiaron una carrera universitaria, salpican la capital; debajo de los puentes, en los cajeros automáticos, en la Plaza de España, familias enteras en la Plaza Mayor, asentamientos en el Parque Tierno de Galván.

Los medios prefieren dirigir su mirada a la pobreza de otros países, a los refugiados que huyen de la guerra, mientras nos dicen que aquí no pasa nada. Los europeos no son tontos y ven la pobreza y la miseria cuando vienen a Madrid, por mucho que se empeñen en ocultarla. 

 

¿Qué les parecería a los policías municipales si, en plena manifestación, se presentaran los antidisturbios y los molieran a palos?

Por Jesús de Vega

Agentes antidisturbios tras una manifestación en Madrid (Archivo).

Agentes antidisturbios tras una manifestación en Madrid (Archivo).

Me gustaría creer en el talante democrático del sindicato de la Policía Municipal que utilizó la frase «rojo de mierda» para ofender al concejal del Ayuntamiento de Madrid, pero mucho me temo que con dichas aclamaciones ellos mismos quedan retratados.

Si leen esto, me gustaría que contestaran a las siguientes preguntas: ¿qué les parecería a ellos, si en plena manifestación, se presentaran otros antidisturbios y los molieran a palos, como suele suceder cuando los trabajadores se manifiestan y, según no se sabe qué criterio, molestan? ¿Comprenderían, dentro de su talante democrático, que sus otros compañeros están trabajando?

Piensen tanto en la frase, cuanto menos, de otros tiempos represivos y piensen en cómo se ve su trabajo en el lado opuesto.

 

Tenéis mi odio

Por Mounir El yemlahy

De camino a clase, en la oscuridad de la madrugada e intentando darle forma al vaho, veo una pintada que me llama la atención: «Moros fuera». Me asombra la agresividad de la expresión y del rojo chillón de la pintura.

Niños dejando flores y velas en Berlín, delante de la Embajada de Francia en la ciudad (EFE).

Niños dejando flores y velas en Berlín, delante de la Embajada de Francia en la ciudad (EFE).

El tren está llegando, ¡odio correr para cogerlo! Una pareja de policías grita firmemente mientras avanzan hacia mí. «¡Alto policía!» Me detengo, sorprendido, mientras la multitud observa cómo abren mi mochila y empujándome contra la pared me registran. Tras varios trenes perdidos, varias personas observando y haciendo juicios entre murmullos, me sueltan y me desean un buen día, como si nada hubiese pasado.

Monto en el tren, ni un sitio libre. Algo pasa en este tren, la gente no mira el móvil, me miran a mí. Intento esquivar las miradas utilizando el móvil, veo un periódico en el suelo y pienso: «un periódico me salvará de este mal trago». Lo agarro buscando en él un respiro: leo y leo, y nada me ayuda, parece que hasta el periódico me trata hoy con prejuicios.

Tras el 13N de París supe que volvería la tensión del 11M que aterrorizó a la infancia de mi generación, y con la que oí por primera vez la palabra «terrorista» junto con una mirada de odio dirigida hacia mí.

Antoine Leiris, periodista que perdió a su mujer en el atentado en la Sala Bataclan, escribió en su carta a los autores del atentado «no tendréis mi odio….». Siento no poder decir lo mismo que Anoine Leiris: tenéis mi odio y posiblemente el de 1600 millones de musulmanes que pagan y piden perdón por cada acto de barbarie que cometéis gritando «Alá es grande».

No en mi nombre.

Cansados de la corrupción

Por Ángel Villegas Bravo

Además de la indignación, que ya hace mucho tiempo es infinita, qué tremendo cansancio me producen los numerosísimos escándalos de corrupción que se ensartan, uno tras otro, desde hace varios años. Qué vergüenza causan las declaraciones de quienes, ante el hecho de verse afectados por esos casos, acuden a excusas tan zafias como envolverse en la bandera, en la patria y achacar que se hayan sacado a relucir sus vergüenzas a ataques o tramas contra sus partidos, sus gobiernos, su identidad, su idioma.

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Operativo policial contra la corrupción. (EFE)

Que hartazgo ante tanta mendacidad, tanta manipulación, tanto saqueo del dinero público. Y qué impotencia ver cómo todos estos supuestos, o probados, delincuentes escapan indemnes, o casi, de tanto atropello.

Vivir en un país donde los gobernantes mienten impunemente y defienden a esos corruptos, sin que ello tenga consecuencias, es terriblemente desmoralizador, porque se tiene la sensación de estar indefenso ante cualquier tropelía que se le ocurra a cualquiera que tenga en su mano la posibilidad de usar esa impunidad.

Y eso, que por sí solo es una desgracia, se convierte en rabia y vergüenza insoportables cuando se tiene conciencia de que todo ese dinero sustraído es el que falta para la ciudadanía, para sanidad, educación, dependencia, bibliotecas, becas de universidad y tantas otras necesidades de los que pagan esos impuestos que saquean los delincuentes.

¿Y aún se extrañan de la desafección de la ciudadanía hacia las instituciones?

 

Por Maria E. Bolaños

A mí lo que preocupa de verdad es la corrupción institucionalizada. El 3% parece que se ha generalizado en los gobiernos nacionalistas y patriotas. Extraña coincidencia.

Los que más dicen querer a sus patrias, la desangran. ¿Cómo se llama a esto? ¿Es posible que hayan llegado a considerarse por encima del bien y del mal? No puedo pensar en una España del mañana sin que se solucione esta cuestión, sin que se depuren todas las responsabilidades. No veo la diferencia entre unos y otros.

Esta es la única emergencia nacional, todo lo demás son fuegos  artificiales para distraer nuestra atención.Nes