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Entradas etiquetadas como ‘policia nacional’

Hija de ‘madero’… hija de un buen ‘poli’

Por Vanesa

Me llamo Vanesa y soy una orgullosísima hija de «madero» como vulgarmente cierto sector los califica con el único objetivo de infravalorarlos  aunque sin conseguirlo, pues no existe orgullo más grande que haber crecido rodeada de tantos valores como desprenden aquellos que nacieron con la vocación de servir al ciudadano. Como yo,  muchos familiares o amigos de miembros del CNP estamos consternados ante los sucesos del pasado sábado, si les soy sinceros he sido incapaz de ver por completo algunos de los tantos videos que circulan libremente por internet y en multitud de ocasiones he tenido que respirar profundo al leer o escuchar comentarios que rozan la incoherencia y hasta la maldad si me permiten el atrevimiento.

He echado en falta la reacción por parte de aquellos ciudadanos que ante cualquier incidente marcan el 091, sí señores es su obligación, es su trabajo descolgar ese teléfono y acudir sin demora cuando se les necesita, pero ahora son ellos los que los necesitan a ustedes  y… ¿dónde están? ¿Dónde están esas palabras de ánimo,  de apoyo o de indignación cuando observan como apalean -y digo APALEAN-, escupen, agraden, humillan sin que les tiemblen las piernas a esa banda de desalmados (por no llamarlos de otra forma y caer en su juego)?

Un policía nacional (ARCHIVO)

Un policía nacional (ARCHIVO)

No es mi intención, o quizás sí, exigir que se depuren responsabilidades, es vergonzoso escuchar a cierto responsable decir -y cito textualmente- “aguante, aguanten” cuando un grupo de radicales están apedreando o apaleando a sus hombres.

Es admirable ver el trabajo de estos  profesionales que dan tanto y reciben tan poco, ni siquiera en el sueldo, un sueldo señores que, por mucho que quieran pensar, no es más alto que el de otro trabajador, y por lo que parece incluye recibir insultos y agresiones, no solo físicas sino sobre todo verbales.

Sin más, recordar que cuando desaparece un anciano, ahí están, cuando sufrimos un robo, ahí están, cuando nos sentimos agredidos, ahí están y seguirán estando, porque su trabajo es su vida y así lo transmiten, aun cuando cuentan con unos recursos tan limitados y con tantas carencias.

Orgullosa de ser la persona que soy gracias a la educación y enseñanzas que un buen «poli»  me ha mostrado a lo largo de mis 32 años. Gracias a esos ángeles de la guarda que se juegan el tipo cada día por nuestra seguridad, por nuestra tranquilidad. Gracias.

La labor de las fuerzas del orden

Por J. A.

Imagen de la Policía Nacional. (ARCHIVO)

Imagen de la Policía Nacional. (ARCHIVO)

Escribo esta carta para informar de una situación que vivimos la mayoría de los jóvenes de Madrid en nuestros barrios. Estoy molesto de que me paren por ser joven, por no tener un coche moderno y me registren en plena calle preguntándome si he estado detenido, si tengo antecedentes, a dónde me dirijo y qué hago por esa zona. Hasta ahí puedo entender que es la labor de las fuerzas del orden (nuestra Policía Nacional) la que vela por los ciudadanos y la seguridad.

Lo que me indigna de verdad es la actitud que tienen muchos agentes con nosotros tachándonos de delincuentes, haciendo preguntas acusatorias, teniendo faltas de respeto que acaban en amenazas o sorna si se les da queja de su actitud impropia de alguien que en su manual tiene que hablar de usted, tratar con respeto al ciudadano y no utilizar la violencia verbal ni física si no es necesario realmente. Entiendo en parte ese comportamiento con ciertas personas que lleven esa misma actitud hacia ellos pero no lo entiendo cuando se muestra cooperación, educación y respeto.

Todo esto son situaciones aisladas que pasan día a día, pero no hay que olvidar las imágenes vistas en televisión, la agresividad que utilizan con manifestaciones pacíficas y gente que solo expresa su desacuerdo con una situación injusta. Personalmente, pienso que en ese aspecto las fuerzas del orden dejan mucho que desear. Me gustaría que se pudiesen tomar algunas medidas para que esto no pasase y pedir responsabilidades a quien sea de su competencia. También pedir a los ciudadanos de a pie que denuncien estas situaciones cuando estas ocurran, para promover así el respeto y la tolerancia.

Limpiemos el nombre de los vigilantes de seguridad

Por José Antonio Calzado

Andén en la estación de Chamartín, Madrid. (JORGE PARÍS)

Andén en la estación de Chamartín (Madrid). Foto: JORGE PARÍS

Después de varios meses pensando si escribir esto o no, por fin decidí hacerlo. Soy vigilante de seguridad de una de las empresas más importantes de este país. Siento un terrible malestar con la situación que estamos viviendo muchos de nosotros en estos momentos. Reconozco que dentro de esta profesión habría que hacer una buena limpieza de personajes que solo saben ensuciarla, pero no todos son así.

Mi caso es el siguiente: presto servicio en la estación de Adif Madrid-Chamartín. Mis cometidos, entre otros, han sido desde patrullar la línea de alta velocidad de la zona norte (controlando el robo de cobre), hasta pasar controles de seguridad en las salidas de los trenes de alta velocidad, pasando por estar junto al responsable de equipo atendiendo cualquier incidencia que pueda surgir dentro de la estación.

En el mes de octubre del 2013, prestando servicio, recibimos el aviso de la central de un hombre con pérdida de conocimiento en el andén de la vía 10. Me encontraba solo en el vestíbulo en ese momento, había varios compañeros repartidos por la estación junto a policías nacionales y municipales porque era un día de huelga. Tras el aviso corrí hacia dicho andén y efectivamente encontré a un hombre tumbado en el suelo, estaba completamente morado, cianótico y sin constantes vitales. En primer lugar no sabía cómo reaccionar —hacemos cursos continuamente de reciclaje, pero nunca me había encontrado en esa situación—. Hubo unos segundos en los cuales me sobrepasó la situación, había muchísima gente alrededor, pero en un momento dado le giré, abrí su camisa y empecé a realizar el RCP. Conseguí reanimarle dos veces. No recuerdo cuánto tiempo estuve hasta que llegó el SAMUR pero se me hizo eterno. Me acompañaba un compañero que ni siquiera estaba de servicio y un joven que dijo ser bombero.

De todo esto he sacado una felicitación de la empresa y la amistad que me une hasta el día de hoy con ese hombre. Raro es la semana que no pasa por la estación para saludarme y darme un abrazo. Hubo felicitaciones in situ del cuerpo nacional de policía, agentes municipales y SAMUR, los cuales me tomaron datos para sus respectivos informes. Y aquí viene el tema: ¿Dónde están esos informes y esa mención que se supone que iban a darme? En ningún sitio. ¿Y esa grabación de móvil que siempre sale del ciudadano? Ah, que solo sale cuando un vigilante está pegando a alguien, el salvar una vida no sirve. Si hubiera sido un miembro de las FFCCSS ya estaría en todos los medios.

Mucha gente nos trata como basura, nos llaman policías frustrados, ‘seguratas de mierda’… No se imaginan las burradas que nos llegan a decir cuando estamos cara al público y más ahora que estamos tan de moda. Mucha de esa gente no tiene ni idea de las funciones que realizamos cada día por un sueldo que no llega a mil euros y que ahora nos quieren bajar. En definitiva, solo me queda seguir trabajando como hasta ahora y ayudar a limpiar poco a poco el nombre de los vigilantes de seguridad.

Sobre el ‘furgón botijo’

Por Alberto Tirado Parra

En tan solo un año, el presupuesto de las Unidades de Intervención Policial, los antipopulares antidisturbios, ha engordado un 1.000% (ha leído bien: un uno seguido de tres ceros). La última adquisición de tan loable cuerpo, por el módico precio de medio millón de euros, ha sido un furgón blindado (no confundir con las lecheras, este es un ‘coche botijo’) dotado con un depósito de 700 litros de agua a presión que será mezclada con colorante para marcar la ropa, o mejor decir estigmatizar, a todo aquel que al manifestarse se desmande.

Me pregunto de qué color será el tinte, porque hay mareas de todos los colores del espectro que se manifiestan hoy por las calles y plazas de España. Tal vez lo del tinte se deba a que ven cercano el día en el que esa mayoría mansurrona y silenciosa que el Gobierno alaba pueda llegar a hartarse y salir también indignadísima a la calle a corear algún lema.

Furgón que lanza agua.

Furgón que lanza agua.

Quizá entonces exhiba con orgullo la ropa teñida como símbolo de protesta contra un gobierno fariseo, mendaz, represor y corrupto que hace lo contrario de lo que promete, recorta derechos y libertades, empobrece, tunde a palos, riega y colorea a la ciudadanía. Camión lanza agua en desuso de la Policía Nacional.

Solo se busca intimidar

Por Sergio Leiva

128698No es solamente por ser de etnia gitana, o tener rasgos latinos o árabes o negros, es exclusivamente por intimidar. Ejercer intimidación sobre el otro. A eso se limita el accionar policial, principalmente el de la Policía Nacional. El martes 15 de octubre por la mañana, en la calle de Santísima Trinidad en Madrid, saliendo de la Biblioteca Pública me solicitaron documentos y me hicieron esperar hasta que lograron comunicarse. Me surgen, como a Mohamed Gerehou, varias preguntas:

1º ¿Tienen derecho a preguntar si llevo drogas, “un porro”, o si “porto armas”?. ¿Si llevo la vianda y llevo cuchillo y tenedor, me considerarán “armado y peligroso”? ¿Las aspirinas no son drogas?

2º ¿Qué derecho tienen, si me están “identificando”, a revisar mi mochila o a pedirme que vacié los bolsillos, a comentar entre ellos lo que llevo en ella, o a pedirme que mantenga las manos fuera de los bolsillos de mi pantalón (costumbre que tengo desde los 4 años)?

3º ¿Tengo derecho a negarme a responder a sus preguntas? ¿Para qué me preguntan si he sido detenido alguna vez? Mentir es pecado, solo es delito si es ante un juez. Además, yo soy ateo.

4º Dos sujetos sin uniforme se identifican como policías. ¿Y cómo puedo saber si son policías o no? ¿Me puedo negar a identificarme hasta que vengan uniformados?

5º El 64B o 6B4, no recuerdo el número del vehículo, que me hizo perder mi tiempo estaba mal aparcado sobre la calzada par de Santísima Trinidad en la zona de Metro Iglesia, si algún vehículo lo embiste o no puede pasar, ¿nadie es responsable de eso?

Policías con la bandera de España en el cargador del arma, con cintas con los colores rojo y amarillo en la antena de la moto y algunas otras “exquisiteces” más, son algunas de las cosas que debe soportar el ciudadano promedio. Mientras que la inseguridad en el metro, en cercanías o en el transporte público es cada vez mayor. Siempre la culpa es “de los jueces que los dejan salir así como entran”, o de “las leyes que protegen a delincuente”. La poca falta de profesionalismo y demasiadas series de televisión o películas nunca son mencionadas.

Por una “identificación” en el metro de Cuatro Caminos, llegue media hora tarde a mi trabajo y me costó 60 euros. Cuando fui a la comisaria de la zona a buscar un justificante, me tomaron los datos y me dijeron que me llamarían. De eso ya van cuatro años. Por todo esto y algunas otras cosas, me mantengo en mi afirmación inicial: Solo se busca intimidar, ejercer poder sobre el otro. “Yo soy la ley” decía el Juez Dreed y Stallone en una película de los 80, antes de empezar a disparar. Esperemos no llegar a esos extremos. Una aclaración, no soy ni negro, ni chino ni magrebí. Nací en Buenos Aires, y tengo nacionalidad española por mi madre. Si vuelvo a ser “demorado” para ser “identificado” no pienso responder ninguna pregunta, ni dejar que revisen mis pertenencias. Prometo volver a escribir contando lo que suceda.

Cargas policiales el 23-F

Por José Luis Rodríguez Gómez

A las 20.45 h  del sábado 23 de febrero un buen número de personas abandonábamos por el hall principal del edificio Sabatini del Museo Reina Sofía, ya que faltaban escasos minutos para que cerrase sus puertas. Al salir a la plaza Sánchez Bustillo, empezamos a oír tiros y ver a los antidisturbios de la Policía corriendo hacia nosotros, para dispersar un grupo de alborotadores que en su huida se habían dirigido hacia la entrada del Museo.

Mi mujer y yo vivimos mome108751ntos de pánico, ya que nos acompañaban nuestros hijos, muy asustados por la situación. Mi hijo de siete años, preso de un gran nerviosismo, lloraba y no paraba de decir: «¡ Nos van a matar!», ya que nunca se había visto en una situación parecida. Un grupo de personas nos dirigimos corriendo al interior de un restaurante de la plaza (frente al conservatorio), que nos abrió las puertas generosamente y cuyos camareros tranquilizaron a mi hijo.

Pasados unos minutos, cuando la Policía perseguía a los “antisistema” calle Santa Isabel arriba hacia Lavapiés, salimos bastante asustados del restaurante y caminamos cautelosamente  bordeando el Reina Sofía, ya que debíamos bajar hacia Delicias. La glorieta de Carlos V estaba literalmente tomada por los furgones azules antidisturbios, cortando bastantes carriles de la circulación. Había bastantes contenedores de basura volcados, alguno ardiendo; tambíén pudimos ver a varios de estos furgones con las sirenas a todo trapo bajando en convoy por el Paseo de las Delicias abajo en dirección a Legazpi, donde habían huido parte de estos revienta-manifestaciones, así como el helicóptero de la Policía volando en todo momento por encima de nuestras cabezas.

Lo que había sido una tarde entretenida, enseñando a mis hijos la colección permanente del Museo, familiarizándoles con el arte contemporáneo , se convirtió en una pesadilla hasta que pudimos alejarnos de la batalla campal y llegar a casa.