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Entradas etiquetadas como ‘penas’

A la cárcel los que torturan animales

Por M.ª Fernanda Zulueta

España, en el tema del trato a los animales, es un país enfermo, pero la situación se ha tornado en terminal y me temo que irreversible. Hay que tomar soluciones drásticas. Para erradicar la enfermedad la mejor medicina es la educación: enseñar a los niños a respetar a todos los seres, inculcarles que no se trata de juguetes que se pueden exhibir, golpear, patear… Pero ha llegado un momento en el que la hemorragia es tan intensa que las medidas deben ir en consonancia con la magnitud del problema: hay que multar y encarcelar a los que maltratan animales.

Activistas antitaurinos durante una acción en la Plaza del Ayuntamiento de Pamplona para mostrar su rechazo a los encierros y a las corridas de toros de los Sanfermines. Jesús / EFE (ARCHIVO)

Activistas antitaurinos en una acción en la Plaza del Ayuntamiento de Pamplona para mostrar su rechazo a los encierros y corridas de toros de Sanfermines. EFE (ARCHIVO)

No me basta con tener una sanidad y una educación de calidad, unos servicios sociales que se preocupan por los desfavorecidos, leyes modernas que se acuerdan de las minorías. Necesito gobernantes que se comprometan y me hablen de acabar con las barbaridades que se cometen en los festejos, que prohíban la caza con perros, las corridas de toros, las becerradas y los espectáculos que tienen de protagonistas a seres inocentes; gobernantes capaces de encarcelar al que cometa actos violentos contra los animales.

Algunos podrán pensar que exagero, pero la realidad es la que es y mi cercanía con protectoras así lo constata. Y aunque mañana deje de leer periódicos, ver telediarios o entrar en las redes sociales, los casos de maltrato me seguirán llegando y seguiré clamando por un cambio de la realidad animalista de este país podrido, cruel y desalmado como pocos.

 

 

Animales sin voz

Por Rosa Mª Mambrilla

Agradezco a Enric Urrutia, director del documental-película La barbacoa, que nos haya hecho reflexionar sobre el evitable sufrimiento que causamos a los animales que comemos si modificamos nuestros hábitos de alimentación. Esta modificación no sólo puede cambiar nuestra realidad sino también la de los animales y la de nuestro planeta. La película explica el horror que están sufriendo la mayoría de los animales de la industria alimentaria desde su nacimiento hasta su muerte, inmersos en una cadena de uso y abuso.

Un primer paso para reducir el padecimiento de estos animales que comemos sería el cumplimiento de las normativas (tanto las propias como las de la UE) de producción, instalaciones, transporte y sacrificio de animales y así evitar, por ejemplo, que se sacrifiquen animales sin aturdimiento o que, aún vivos, sean colgados de una pata por las cintas transportadoras. Ineludible es la supresión del sistema Halal (sacrificio sin aturdimiento) permitido a los musulmanes que fomenta la picaresca de que, por intereses comerciales, se sacrifiquen por ese sistema animales fuera del ámbito musulmán. También sería necesaria la clausura de las granjas de ocas para la obtención del foie, como ya se ha hecho en la mayoría de países europeos y las de animales destinados a la industria peletera. Un grupo de ocas

La definitiva prohibición por la UE (marzo 2013) de la experimentación en animales con fines cosméticos evitará, si se obliga a su cumplimiento, que cada año un número  importante de animales  (perros, gatos, conejos, ratones, cerdos, etc.) sean sometidos a prácticas que hasta su muerte o sacrificio les producen gran sufrimiento. Contrariamente a lo que nos han hecho creer, la mayoría de estos experimentos no son para el avance científico sino para el lucro de la industria. Se deben buscar métodos alternativos a la experimentación con animales y cerrar los criaderos de animales destinados a este fin.

La sociedad progresa y el mundo animal debería hacerlo paralelamente. Declarar la tauromaquia “bien de interés cultural” es inadmisible. Las corridas de toros no son arte, el arte es creación y no destrucción con sufrimiento. Se han de abolir, donde no lo estén, las corridas de toros y las subvenciones a la tauromaquia. También se han de acabar las subvenciones (por ejemplo para promocionar la caza en las escuelas) y los privilegios  de la caza, no sólo por su actividad sino por las intolerables condiciones de vida de muchos de sus perros. Improrrogable es la prohibición de fiestas y espectáculos que causan sufrimiento a los animales.

Básica es la concienciación de la sociedad que los animales no son objetos sino seres vivos que sienten y padecen, siendo las escuelas un importante medio de incentivación al respeto por la fauna y el medio ambiente e imprescindibles las campañas de esterilización para acabar con el abandono, el hacinamiento de protectoras, el padecimiento de los callejeros y con los sacrificios sistemáticos donde no exista esta prohibición o hayan moratorias.

Se deben endurecer las penas de la Ley de Protección de Animales, ley de obligado cumplimiento que, cuando sea necesario, ha de ser completada por un reglamento y evitar las concesiones de los Ayuntamientos a empresas privadas para la gestión de las protectoras por el perjuicio que suele suponer para los animales.

Nuestra indiferencia ante el sufrimiento de los animales nos hace crueles. No dejemos que la triste frase de Schopenhauer  -“el hombre ha hecho de la tierra un infierno para los animales”- se perpetúe.

Inocentes canallas de guante blanco

Por Enrique Chicote Serna

La máxima “Todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario” es irreprochable, y debe prevalecer en cualquier estado civilizado, sin ninguna duda. No obstante, en la sociedad actual los tramposos más insignes gozan de los mejores medios para ocultar pruebas, falsificar datos o comprar testigos falsos, con lo que, para ellos, eludir la acción de la justicia es más fácil de lo que debiera. Estamos cansados de ver caminando libremente por las calles a intachables corruptos, honorables sinvergüenzas y golfantes de postín, que supieron esconder su delincuencia gracias al dinero producto de las fechorías cometidas pero no castigadas a causa de algún vacío legal. En lugar de dedicarse a endurecer las penas de quienes se manifiestan en la calle contra el poder y sus abusos, bien podía el señor Gallardón discurrir acerca de cómo afinar en el ámbito de sus competencias, para que el ‘canallaje’ de guante blanco tenga cada día más difícil seguir tomándonos el pelo a todos.